martes, 4 de septiembre de 2018

Citas: Los años de peregrinación del chico sin color - Haruki Murakami


"Desde el mes de julio del segundo curso de carrera hasta enero del año siguiente, Tsukuru Tazaki vivió pensando en morir".

"Ahora, Tsukuru Tazaki se decía a menudo que tal vez hubiera sido mejor haber muerto entonces. Así, este mundo habría dejado de existir. La idea le seducía: este mundo no existiría y lo que él tenía por realidad ya no sería real. Del mismo modo que para este mundo él ya no existiría, el mundo tampoco existiría para él".

"Durante meses vivió como un sonámbulo, como un cadáver que todavía no se ha percatado de que está muerto".

"Cuando no pensaba en la muerte, no pensaba absolutamente en nada".

"—Lo importante es la voluntad de ganar —solía decir—. En la vida no se puede ganar siempre. Unas veces se gana y otras se pierde".

"—Los objetivos concretos simplifican la vida —sentenció Sara".

"—Y no te deprime estar solo.
Como aún era temprano, en el local no había más clientes aparte de ellos. De fondo sonaba un trío de jazz con piano.
—No, creo que no —dijo Tsukuru tras titubear un poco.
—Pero ya no tienes a donde regresar, ¿no? Ese lugar armonioso y sin perturbaciones…
Tsukuru se quedó pensativo, aunque no había nada en lo que pensar.
—Ya no —respondió en tono tranquilo.
Durante las vacaciones de verano del segundo curso, supo que ese lugar había desaparecido".

"—Aun así, no lo entiendo —dijo Sara—. Esa herida todavía permanece en tu cabeza, en tu corazón, o probablemente en ambos. Y sin embargo durante estos quince o dieciséis años no has intentado averiguar qué ocurrió.
—Mira. No es que no quiera saber la verdad. Lo que pasa es que, a estas alturas, siento que es mejor olvidarlo. Ya forma parte del pasado, está como sumergido en una zona muy honda de mí mismo.
Durante un instante Sara cerró sus finos labios y luego sentenció:
—Eso es peligroso.
—¿Peligroso? —dijo Tsukuru—. ¿Qué quieres decir?
—Aunque logres ocultar los recuerdos, o enterrarlos muy hondo, no puedes borrar la Historia —dijo Sara alzando la mirada hacia Tsukuru—. Más vale que te quede grabado: la Historia no puede borrarse ni alterarse. Porque significaría matarte a ti mismo".

"Dieciséis años después, todavía, de vez en cuando, experimentaba de repente esa sensación: se separaba de sí mismo. Contemplaba su propio sufrimiento convertido en otro".

"«Parece que estoy al borde de la muerte, pero no puedo hacer nada», se dijo mientras se contemplaba. «Porque realmente, en cierto sentido, lo estoy. Porque he vivido aferrándome trabajosamente a este mundo, y ahora, a la menor ráfaga de viento, igual que una muda de insecto que cuelga de la rama de un árbol, podría salir volando y perderme para siempre»".

"Los celos —por lo que Tsukuru coligió de su sueño— son la prisión más desesperanzadora del mundo. Porque es una prisión en la que el preso se confina a sí mismo. Nadie lo mete a la fuerza. Uno entra por voluntad propia, cierra con llave desde dentro y lanza la llave por entre los barrotes. Y nadie en el mundo sabe que está ahí recluido. Naturalmente, si se decidiera a salir, podría hacerlo. Porque la prisión está en su interior. Pero no se decide. Su corazón se ha vuelto duro como un muro de piedra. Ésa es la esencia de los celos".

"—En el mundo hay gente que compone cuartetos para cuerda y gente que cultiva lechugas y tomates. Hará falta también alguien que construya estaciones, ¿no? Y, en mi caso, tampoco es que «me muera de ganas» de construirlas. Simplemente es un tema muy específico que me interesa.
—Perdona que te lo diga, pero encontrar un tema de interés específico en la vida ya me parece suficiente logro".

"—¿En qué te quieres especializar tú?
El estudiante permaneció un rato callado, pensativo.
—No lo sé —contestó al fin—. Al contrario que tú, yo no tengo muy claro lo que quiero hacer. Sólo sé que, haga lo que haga, me gustaría poder reflexionar profundamente sobre las cosas. Seguir pensando de forma pura, con toda libertad. Sólo eso. Aunque, en el fondo, reflexionar de forma pura quizá sea como crear un vacío.
—Supongo que en este mundo también hacen falta personas que creen vacíos".

"En cualquier caso, así fue como se convirtió en esa persona llamada Tsukuru Tazaki. Antes de eso, no era nada; simplemente un caos primigenio sin nombre. Un pedazo de carne rosada que no alcanzaba los tres kilos, que a duras penas respiraba y que berreaba en la oscuridad. Primero le dieron un nombre. Después surgió la conciencia y la memoria, y a continuación se formó el ego. El nombre fue el punto de partida de todo".

"La tristeza, sin razón aparente, que la contemplación de un paisaje bucólico despierta en el alma. Nostalgia, melancolía".

"—Es una pena que estés estudiando física. Deberías abrir un restaurante —le decía Tsukuru, medio en broma.
Haida se reía.
—No sería mala idea. Pero no me gusta estar atado a un lugar. Prefiero vivir con total libertad para ir a donde quiera cuando quiera y pensar todo cuanto quiera.
—Eso no es fácil.
—No, no lo es. Pero al menos tengo las ideas claras. No quiero ataduras. Me gusta cocinar, pero no quiero encerrarme en una cocina como un profesional. Si lo hiciera, al cabo de poco tiempo empezaría a odiar a alguien.
—¿A alguien?
—«El cocinero odia al camarero y ambos odian al cliente» —dijo Haida—. Es de la obra de teatro La cocina, de Arnold Wesker. Si te arrebatan la libertad, acabas forzosamente odiando a alguien, ¿no crees? Yo no quiero llevar esa vida.
—Porque lo que deseas es poder pensar con toda libertad, ¿no?
—Exacto.
—Pero pensar libremente no me parece nada sencillo.
—A fin de cuentas, pensar libremente significa también distanciarse del cuerpo.
Salir de esa jaula que te limita. Romper las cadenas y simplemente darle alas a la mente. Proporcionarle a las ideas una vida natural: ahí es donde radica el núcleo de la libertad de pensamiento".

"—Todo tiene su molde. El pensamiento también. Pero así como no hay que temer a los moldes, tampoco hay que tener miedo de romperlos. Eso es lo esencial para poder ser libres: sentir respeto y aversión hacia los moldes. Las cosas importantes en esta vida siempre contienen cierta dualidad. Eso es todo lo que puedo decir".

"—Es evidente que su música tiene el poder de conmover a la gente. Me he dado cuenta, aunque apenas sé nada sobre jazz.
Midorikawa meneó la cabeza, turbado.
—Sí, en ocasiones el talento es divertido. Es vistoso, llama la atención. Y si tienes suerte, incluso ganas dinero con él. También atrae a las mujeres. En fin, supongo que es mejor tenerlo que carecer de él. Pero el talento, querido Haida, sólo puede desplegarse cuando uno está concentrado. Y si algo no funciona bien en tu mente o en tu cuerpo, si, pongamos por caso, se te afloja algún tornillo o se te estropea alguna conexión —dijo con una sonrisa—, entonces la concentración, y por lo tanto el talento, se esfuma como el rocío en la madrugada".

"—Así que quiere morirse ya…
—Sí. Con franqueza, te diré que vivir es un fastidio. No me importa lo más mínimo morir. Me faltan energías para ponerme a buscar el modo de quitarme la vida, pero si la muerte me llega calladamente, entonces no me importa".

"Entonces Midorikawa se dirigió a él en tono sosegado:
—Supongo que pronto regresarás a tu vida de universitario en Tokio. Te reintegrarás a la vida real. Aprovéchala al máximo. Por muy superficial y monótona que sea la vida que te espera, merece la pena vivirla. Te lo aseguro. Olvídate de mis ironías y paradojas. Simplemente, a mí, eso que merece tanto la pena me resultó una carga. No fui capaz de soportarla. Quizá no nací para ello. Por eso espero en silencio a que llegue la hora, refugiado en un lugar tranquilo y oscuro, igual que un gato moribundo. Con todo, no me quejo. Pero tú, no. Tú debes sobrellevarla. Utiliza el hilo de la lógica para coser a tu cuerpo, lo mejor que puedas, aquello que merece la pena vivir".

"Pero sólo pensar en que volvería a verla le puso de buen humor. Una vez más, constató hasta qué punto, en el fondo de su corazón, aquella mujer se había vuelto imprescindible para él. Cuando pasaba un tiempo sin verla, tenía la impresión de que le faltaba algo, algo muy importante, y sentía una ligera punzada en el pecho. Hacía una eternidad que no experimentaba algo así".

"—Por eso sólo te relacionabas con chicas con las que podías evitar abrir tu corazón por completo.
—Tal vez tenía miedo de que, si acabase amando y necesitando en serio a alguien, al final esa persona podría desaparecer y dejarme solo".

"Tsukuru no podía quitarse esos pensamientos de la cabeza. «Tal vez mi destino sea estar solo. La gente se acerca a mí y al poco tiempo se marcha.» Parecía que buscaran algo dentro de él e, incapaces de encontrarlo, o desencantados con lo que veían, se dieran por vencidos, y desilusionados, incluso enfadados, fueran alejándose.
Hasta que, un buen día, se esfumaban. Sin dar explicaciones, sin despedirse. Como si con un hacha afilada cortasen de cuajo los vínculos que todavía hacían palpitar calladamente aquellas venas de sangre caliente".

"De los cuatro, una ya no existía. Se había convertido en un puñado de ceniza blanca. Sus pensamientos, su manera de ver las cosas, su sensibilidad, sus sueños y ambiciones… Todo eso había desaparecido.
Sin dejar rastro. Sólo quedaba lo que él recordaba de ella. Su cabello negro, largo y liso; sus bonitos dedos posados sobre el teclado; sus pantorrillas blancas, esbeltas, suaves como la cerámica, y elocuentes, aunque pudiera padecer extraño; la música que solía tocar: Le mal du pays, de Franz Liszt. Su pubis húmedo y sus pezones endurecidos… ¡No! Eso no era un recuerdo. Eso…, bueno, sobre eso prefería no pensar".

"—(...)No se pueden devolver los productos una vez que has roto el precinto. No queda más remedio que seguir adelante".

"—Todos tenemos la libertad en nuestras manos —dijo Aka. Y sonrió guiñándole un ojo—. Ésa es la moraleja".

"«Tómate tu tiempo… Yo te esperaré», le había dicho Sara.
Pero no era tan fácil. La gente se mueve, cada día cambia. Nadie sabe qué va a ocurrir".

"—¿Es usted ingeniero?
—Sí.
—No habrá venido a Finlandia a construir una estación, ¿no?
—No, he venido de vacaciones, a visitar a unos amigos.
—Muy bien —dijo el taxista—. Las vacaciones y los amigos son las dos mejores cosas de esta vida".

"—Suena complicado.
—Sí, me parece que es demasiado complicado para explicártelo en mi inglés.
Olga se rió.
—En la vida siempre hay cosas demasiado complicadas para explicarlas en cualquier idioma".

"—Todos tenemos cosas que nos preocupan —dijo Eri poco después—. Cada una está vinculada a otras. Cuando pretendemos arreglar una cosa, detrás surgen otras. A nadie le resulta fácil librarse de ellas. Tampoco a ti ni a mí".

"En ese momento, por fin lo captó. En lo más profundo de sí mismo, Tsukuru Tazaki lo comprendió: los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía.
Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía".

"«La vida es como una compleja partitura», pensó Tsukuru. «Está llena de semicorcheas, fusas, signos raros, anotaciones indescifrables. Leerla correctamente es una tarea ardua y, aunque uno lo consiga, no siempre la interpreta de la manera correcta ni la valora en su justa medida. No siempre hace felices a las personas. ¿Por qué vivimos de una manera tan enrevesada?»".

"—Siento llamarte a estas horas —dijo Tsukuru—, pero tenía que hablar contigo.
—¿Y qué hora es?
—Casi las cuatro de la madrugada.
—Vaya, ni siquiera he mirado la hora —dijo Sara. A juzgar por la voz, parecía que todavía no se había despertado del todo—. ¿Qué pasa? ¿Se ha muerto alguien?
—No, nadie se ha muerto —dijo Tsukuru—. No se va a morir nadie. Pero hay algo que tengo que decirte esta noche, sea como sea.
—¿De qué se trata?
—Me gustas de verdad, te deseo con toda mi alma".

"Tenía la impresión de que si concentraba su mente y todos sus sentidos en un punto, sin duda acabaría infligiendo una herida fatal a su corazón, como cuando, con una lente, se concentra la luz del sol en un papel para que éste arda. Era lo que él deseaba, y con toda su alma. Pero pasaron los meses y, al contrario de lo que esperaba, el corazón no se le paró. Porque un corazón no se detiene tan fácilmente".

"«No todo desaparece con el paso del tiempo.»".




Haruki Murakami

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