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"La vida es dolorosa y decepcionante. Por lo tanto, es inútil escribir más novelas realistas".
"En 1908, a la edad de dieciocho años, es víctima de lo que se ha dado en calificar de «depresión nerviosa» y se sume en un letargo que se prolongará unos diez años. A la edad en que sus antiguos compañeros de clase, dando con impaciencia la espalda a la infancia, se adentran en la vida como en una maravillosa e inédita aventura, él se enclaustra en su casa, sólo habla con su madre, se niega a levantarse en todo el día, da vueltas en bata durante toda la noche.
Además, ni siquiera escribe.
¿Qué hace? Puede que lea un poco. No estamos seguros ni de eso. De hecho, sus biógrafos tienen que reconocer que no saben gran cosa de esa época y que, según todas las apariencias, al menos entre los dieciocho y los veintitrés años, Lovecraft no hace absolutamente nada".
"Tal vez sea cierto que Lovecraft no podía convertirse en adulto; pero lo que está claro es que no lo deseaba. Y teniendo en cuenta los valores que rigen el mundo adulto, difícilmente podemos reprochárselo. Principio de realidad, principio de placer, competitividad, desafío permanente, sexo y empleo… nada para entonar aleluyas".
"Es obvio que la vida no tiene sentido. Pero tampoco la muerte. Y es una de las cosas que hielan la sangre cuando uno descubre el universo de Lovecraft. La muerte de sus héroes no tiene el menor sentido. No trae consigo el más mínimo sosiego. No permite en modo alguno concluir la historia. De forma implacable, HPL destruye a sus personajes sin sugerir nada más que el desmembramiento de una marioneta".
"Y para quien quiera conocer el estado de los modos de pensar dejando caer una sonda rápida y precisa, el éxito de Lovecraft ya es, por sí solo, un síntoma".
"Las historias de Sherlock Holmes se centran en un personaje, mientras que en Lovecraft no encontramos ningún auténtico espécimen humano. Evidentemente, se trata de una diferencia importante, muy importante; pero no realmente esencial".
"Absolutamente incapaz de dejar una carta sin respuesta, de hostigar a sus acreedores cuando no le pagan sus trabajos de revisión literaria, subestimando de forma sistemática su contribución a relatos que sin él ni siquiera se habrían publicado, Lovecraft se comportará durante toda su vida como un auténtico gentleman.
Por supuesto, le gustaría llegar a ser escritor. Pero no es lo que más le importa en el mundo".
"Pero sobre los procedimientos de composición que utilizaba HPL no aprendemos mucho. Si bien el Libro de razón puede proporcionarnos algunas primeras piedras, no nos da indicación alguna sobre la forma de ensamblarlas. Y quizá sería pedirle demasiado al autor. Es difícil, tal vez imposible, tener talento y a la vez comprender ese talento".
"A veces, en lugar de la oscilación armoniosa de las frases, prefiere una cierta brutalidad, como en El ser en el umbral, que empieza así: «Cierto es que le he metido a mi mejor amigo seis balas en la cabeza, y sin embargo espero demostrar con el presente relato que no soy su asesino». Pero siempre elige el estilo contra la banalidad".
"Un odio absoluto hacia el mundo en general, agravado por una particular repugnancia hacia el mundo moderno. Eso resume bastante bien la actitud de Lovecraft. Muchos escritores han consagrado su obra a precisar los motivos de esa legítima repugnancia. Pero no Lovecraft. En él, el odio a la vida precede a la literatura".
"Lovecraft era un arquitecto innato, y tenía muy poco de pintor; sus colores no son auténticos colores; son más bien atmósferas o, para ser preciso, iluminaciones, cuya única función es realzar las arquitecturas descritas".
"Howard Phillips Lovecraft es un ejemplo para todos los que quieren aprender a malograr su vida y, llegado el caso, a triunfar con su obra. Aunque esto último no está garantizado. A fuerza de practicar una política de total no compromiso con las realidades vitales, uno se arriesga a caer en una apatía completa e incluso a dejar de escribir; y eso es justamente lo que estuvo a punto de pasarle a Lovecraft en varias ocasiones. Otro peligro es el suicidio, que hay que aprender a sortear; Lovecraft tuvo siempre a mano, durante varios años, una botellita de cianuro. Puede ser un truco enormemente útil, siempre que uno aguante el tipo. Lovecraft lo aguantó, no sin dificultades".
"Es conmovedor comprobar que, en el momento de su muerte, su capital está casi a cero; como si hubiera vivido el número exacto de años que le habían concedido su fortuna familiar (bastante pobre) y su propia capacidad para el ahorro (bastante grande)".
"En el universo de Lovecraft, la crueldad no es un refinamiento intelectual; es una pulsión bestial, que se asocia a la perfección con la más lóbrega estupidez. Y los individuos corteses, refinados, de maneras delicadas… son las víctimas ideales".
"Todas las ficciones sentimentales se han hecho añicos. La pureza, la castidad, la fidelidad, la decencia se han convertido en estigmas ridículos. Actualmente, el valor de un ser humano se mide por su eficacia económica y su potencial erótico: es decir, justamente las dos cosas que Lovecraft más detestaba".
"La vida que escapa de su envoltura carnal es para él una vieja enemiga; él la ha denigrado, ha luchado contra ella; no tendrá una sola palabra de arrepentimiento. Y fallece, sin más incidentes, el 15 de marzo de 1937.
Como dicen los biógrafos, «una vez muerto Lovecraft, nació su obra». Y así es; empezamos a otorgarle su verdadero lugar, igual o superior al de Edgar Poe; en cualquier caso, decididamente único".
"Toda gran pasión, ya se trate de amor o de odio, termina produciendo una obra auténtica. Podemos lamentarlo, pero hay que reconocerlo: Lovecraft se sitúa más bien del lado del odio; del odio y del miedo. El universo, que intelectualmente él concibe como indiferente, se vuelve estéticamente hostil. Su propia existencia, que podría haber sido tan sólo una serie de triviales desengaños, se convierte en una operación quirúrgica y una celebración invertida, especular".
"Su obra de madurez siguió siendo fiel a la postración física de su juventud, transfigurándola. Ahí radica el secreto profundo del genio de Lovecraft, ahí nace el límpido manantial de su poesía: logró transformar su asco por la vida en una hostilidad activa.
Ofrecer una alternativa a la vida en todas sus facetas, constituir una oposición permanente, un recurso permanente a la vida: tal es la misión más elevada del poeta en esta tierra. Howard Phillips Lovecraft cumplió esta misión".
Michel Houellebecq
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