"En fin, esta es la historia de Giovanni.
Giovanni, que va a comprar un helado.
—¿Cono o vasito?
—¡Cono!
—Pero si el cono no te gusta.
—¡Qué más da! Tampoco me gusta el vasito".
"Giovanni, que sabe ser agotador, extenuante, que cada día sale al jardín y les lleva una flor a sus hermanas. Y si es invierno y no encuentra la flor, solo les lleva hojas secas".
"Entonces, mi madre se tocó la barriga, mi padre se inclinó hacia ella y puso la mano sobre la suya, y en ese instante Chiara se tapó la boca con las manos y estalló en un grito:
—¡No me lo creo!
—¿Qué? —dije yo, cada vez más nervioso porque no entendía—. ¿Qué es lo que no te crees?
—¿Estamos embarazados? —chilló ella, levantando los brazos y pegando puñetazos contra el techo.
—Bueno, técnicamente —dijo mi padre—, la única que está embarazada es mamá".
"La vida estaba llena de misterios".
"Somos diferentes y la diferencia a veces puede ser una gran ventaja".
"—Giacomo… —dijo, con esa voz dulce y a la vez profunda que pone cuando hay una verdad verdadera en lo que se dispone a decir—, en la vida hay cosas que se pueden encauzar, y otras que hay que aceptar como llegan. La vida es muchísimo más grande que nosotros. Es compleja, y también misteriosa… —Mientras decía eso, los ojos le brillaban: siempre tiene los ojos llenos de estrellas cuando habla de la vida, como hoy—. Lo único que siempre puede elegirse es amar —dijo—. Amar sin condiciones".
"Creo que el amor por los libros se transmite de padres a hijos en el aire y en la comida, además de con el ejemplo".
"Era consciente de que no sabía todo lo que sabría después en el futuro, pero también de que eso no era importante. Estábamos juntos. Y, por el momento, eso era todo lo que necesitaba".
"Mi padre se estaba llevando la cuchara a la boca y se quedó con la mano en el aire.
—No es mala idea…
—¿Regalarle muñecos hasta que empiece a afeitarse?
—No. Conseguirle otros".
"—¿Por qué se hace la guerra?
—Porque se deja de querer.
—¿Y por qué se deja de querer?
—Porque se pelea.
—¿Y por qué se pelea?
—Porque se tienen ideas distintas.
—¿Y por qué se tienen ideas distintas?
—Porque todos somos distintos.
—¿Y por qué?
—Porque, si no, ya no sería divertido".
"Antes de aquel día creía que el silencio era ausencia de ruido. En cambio, el silencio es un sonido, y hay silencio y silencio".
"De los primeros cursos de la ESO recuerdo la vez en que a la profesora Defelice le clavamos un dardo de cerbatana; aquella en que Andrea Marongiu se ató al radiador con celo y así se quedó hasta que convenció a la profesora Stasi de que lo dejara examinarse de nuevo; y la vez que yo me encerré en el armario y a los cinco minutos salí ante la profesora Pidello, de Arte, gritando: «¡Profe, Narnia es preciosa!»".
"¿Cómo podría convivir con las fragilidades de mi hermano? ¿Cómo podría ser feliz sabiendo que él nunca tendría una chica y tal vez ni siquiera amigos, amigos como los míos, con quienes sincerarse, con quienes pelearse; cómo iba a poder? ¿Sería capaz de llevar mi vida ocupándome también de sus problemas, ayudándolo a salir del agujero cuando descubriera quién era realmente? ¿Y cómo iba a conseguir convivir con el miedo de verlo sufrir, de verlo morir? Las palabras de Pirigón, como una chispa, habían atizado el fuego a una serie de ideas tristísimas, y ahora el humo del incendio me estaba nublando la vista. Aquel día me di cuenta de que hacía mucho tiempo que me había dejado de hacer preguntas. Y que había dejado de hacerme preguntas por miedo a las respuestas".
"Al verlo rodar por el suelo y reír como si hubiese pasado lo más gracioso del universo, pensé que Gio, entre sus muchos problemas, tenía un talento especial: sabía crear una historia con cada uno. Se podría escribir un libro acerca de la relación entre Gio y cada persona que gravitaba a su alrededor, y sería una saga más larga que la de
El Señor de los Anillos. Gio creaba mundos".
"—Oye —dije—, ¿te apetece dar una vuelta en bici?
—¿Por dónde?
—Por donde sea. Necesito no pensar.
—¿Tú piensas? —dijo, con voz ansiosa".
"Era bonito pasear así, sin meta. Si paseas así, sin saber adónde vas, nunca corres el riesgo de perderte".
"La música era lo que me servía para pescar los sentimientos en el lago de emociones en el que navegaba".
"Si había palabras capaces de explicar, yo sencillamente no las conocía. Si había pensamientos capaces de arrojar luz sobre mí, yo no estaba en condiciones de concebirlos. Si había útiles capaces de poner en orden las emociones en mi interior, no había rastro de ellos en mi caja de herramientas".
"En efecto, tenía la extraña manía de elegir mis amistades en función de los gustos musicales. Si no eran los míos, enseguida encontraba un pretexto para alejarme.
«¿Qué música escuchas?».
«Rihanna».
«Perdona, tengo que recuperar las horas de sueño de la excursión de segundo de la ESO».
«Taio Cruz».
«Lo siento, me voy, dentro de diez minutos me caduca el yogur»".
"Mi madre decía que querer a un hermano no significa elegir a alguien a quien querer; sino encontrarte a tu lado a alguien a quien no has elegido, y quererlo".
"—Oh, mira —dijo él—, desde que nos robaron el Yaris negro, veo Yaris negros en todas partes. Es tremendo, te lo juro. Nunca me había dado cuenta de que hubiera tantos. Verás, es probable que oigas siempre la palabra «Down» porque eres tú quien la tiene metida en la cabeza…
—¿Tú crees? No puede ser solo una coincidencia.
—¿Y por qué no? La vida está llena de coincidencias. ¿Conoces la de Hitler y Napoleón?
—¿Cuál?
—Nos la ha contado la de historia, dijo que Hitler y Napoleón nacieron con ciento veintinueve años de diferencia, llegaron al poder y terminaron de gobernar con ciento veintinueve años de diferencia y le declararon la guerra a Rusia con ciento veintinueve años de diferencia…
—¿Y eso qué tiene que ver con que yo oiga la palabra «Down»?
—¿Y yo qué sé? Pero es una bonita coincidencia, ¿no te parece?".
"—Pregúntame algo.
Resoplé.
—¿Qué?
—Lo que sea.
—…
—Venga, venga, venga, hazme una pregunta.
—¿Qué es lo que provoca el calentamiento global?
—Los pedos de mi hijo —respondió mi padre, como si fuese obvio.
—¡Davide! —protestó mi madre.
Yo rompí a reír".
"La música hacía lo que sabe hacer mejor: eliminar las diferencias.
Pensé que ante dos altavoces todos somos iguales. La música entra en los cuerpos y los cuerpos reaccionan".
"—¿Qué?
—Que gracias a ellos iba a empezar a gustarme. Empecé a darle gracias a Dios de que no me hubiese hecho así, como los que me ofendían. A ellos les ha ido peor: nacieron sin corazón. Llegué incluso a agradecerle ese cromosoma de más. Espera, ¿dónde está ese cromosoma de más? —Se miraba el cuerpo.
—Dentro del núcleo de…
—Ah, aquí está, ya lo tengo. —Y se señaló un punto entre el corazón y el hígado—. Estoy satisfecho del que soy —dijo, apretándose con el dedo la camiseta—. Estoy satisfecho de mi carácter, de mis amigos, de mi familia, de la vida. Somos parte de la vida. —E hizo un gesto amplio con las manos—. La vida es lo único que se crea de la nada. Adopta formas distintas: una flor, un cervato, una piedra… no, las piedras no, aunque cuando lanzas una piedra, se mueve, y entonces".
"Mientras observaba moverse sus labios, pensé en el tiempo que tendría que esperar para volverlos a ver. Quise estrecharla, besarla, para conservar sus labios grabados siempre en los míos".
"Gio era todo eso, pero más que nada era libertad. Él era libre de todas las maneras en las que yo habría querido ser libre.
Gio había vuelto a ser mi superhéroe. Y ya no dejaría de asombrarme jamás".
"Bajé a buscar la carpeta de Gio y encontré el cuaderno de arte.
Última página.
Ahí estaba el juicio. Leí:
Requeridos para que ilustraran la guerra, todos los alumnos de la clase han dibujado fusiles, cañones, bombas, muertos. Todos, menos uno. Mazzariol ha elegido representar la guerra a su manera: la chica es la novia de un soldado que ha ido a la guerra. Ahora tiene que ir a tomar un helado, que para Mazzariol es lo más bonito del mundo, sola.
La guerra también es esto: ir a tomar un helado solo. (La explicación me la ha dado él mismo y la hemos reconstruido juntos).
¡Felicidades, Mazzariol!".
"En casa no dejé de seguirlo, tratando de romper la cerradura de sus hábitos: los pequeños gestos, las pequeñas manías, las atenciones que tenía con cada uno de nosotros. Había magia en todo cuanto hacía, y comprendí que me pasaría el resto de mi vida intentando captarla".
"«Muchas veces son los errores y la casualidad lo que hacen especiales las películas»".
Giacomo Mazzariol
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