"Al fondo, asomando desde el umbral de la puerta de la cocina, a mano izquierda, una sombra se iba haciendo más larga según se arrastraba su dueño hacia el
corredor".
"Deprimencia no estaba de buen humor ese día. Nunca hubiera podido decirse que estuviera alegre alguna vez, siempre se debatía entre la más absoluta indiferencia y una intolerable repulsa, como toda sensación de estados de ánimo (...)".
"Permanecía con la vista clavada en la pared del pasillo más allá de la puerta de entrada a la cocina, pensando en volverse a su cuarto cuanto antes".
"—¡Psé! —hizo él, acompañando ese ruido silbante de una sacudida espasmódica de todo su temblequeante ser de grasa envuelta en piel—. ¡Pareces una tarada, niña!
Y soltó una carcajada falsa, para nada de verdadera diversión, tan sólo hiriente, para dejar claro que pretendía reírse de ella.
Deprimencia no dijo nada, no se movió lo más mínimo, ni siquiera se dignó a mirarle. No parpadeaba. Inmóvil".
"Salió allí donde siempre le habían dicho que sólo había muerte, allí donde era todo olvido; salió donde nada ni nadie podía vivir".
Elmer Ruddenskjrik
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