lunes, 6 de noviembre de 2017

Citas: Las cuatro estaciones I: Primavera y Verano - Stephen King

Esperanza, Primavera eterna

Rita Hayworth y la redención de Shawhank:

"Así que se fue acumulando el odio hasta ser suficiente para impulsarme a hacer lo que hice. Si tuviera otra oportunidad no volvería a hacerlo, pero no estoy seguro de que eso signifique que estoy rehabilitado".

"Le dije: «Bobby, tienes que estar loco para querer tener una colección de monedas en un hotel de piedra lleno de ladrones». Me miró, sonrió y dijo: «Estarán bien seguras, no te preocupes». Y tenía razón".

"Pero no lo hago sólo por dinero. ¿Para qué me sirve el dinero? Jamás tendré un Cadillac ni iré a Jamaica a pasar dos semanas en febrero. Lo hago por lo mismo que un buen carnicero te vende sólo carne fresca; tengo una reputación y quiero conservarla".

"Las dos únicas cosas que me niego a conseguirle a la gente son armas y drogas duras. No ayudaré a nadie que quiera suicidarse o matar a alguien. Ya tengo en la cabeza asesinato suficiente para toda la vida".

"La mayoría de los presidiarios son gente de mala ralea, no son buenos, ni para ellos ni para nadie, y en realidad lo peor que pudo pasarles, ya para empezar, fue que su madre los trajera al mundo".

"Era el tipo de individuo que si hubiera decidido suicidarse no habría dejado ninguna nota, pero sí todos sus asuntos en orden".

"Pero explicó su historia como una grabadora, como diciéndole al jurado: «Las cosas son así. Pueden creerme o no». No le creyeron".

"Pero aun así… la memoria es algo extraordinariamente subjetivo".

"—Y le concedió usted el divorcio de la forma más rápida que se le ocurrió, ¿verdad? La divorció con un revólver del treinta y ocho envuelto en paños de cocina, ¿verdad?".

"—¿Se molestaría usted mucho, señor Dufresne, si le dijera que no me parece usted en absoluto una persona que encaje en la tipología del suicida?
—No —contestó Andy—. Pero no me parece usted una persona demasiado sensible y dudo muchísimo que, si me sintiera impulsado al suicidio, fuera a explicarle a usted mi problema".

"Te conceden la vida, te permiten vivir, y eso es precisamente lo que te impiden, lo que te quitan o te quitan al menos todo cuanto en la vida merece la pena".

"—Sí, claro. Comprendo. No tienespor qué preocuparte.
—Nunca me preocupo —dije—. En un sitio como éste no ganas ningún beneficio por preocuparte".

"Pese a todos los problemas que tenía, seguía adelante con su vida. Hay miles de personas que no lo hacen, o no quieren o no pueden; y además muchas de esas personas no están en la cárcel".

"Si esto fuera un cuento de hadas, diría que Andy libró una gran batalla hasta conseguir que le dejaran en paz. Me gustaría poder decirlo; pero no puedo. La cárcel no es un paraíso de color de rosa".

"—Ahora me bajaré la cremallera, caballero, y tú tomarás lo que voy a darte para que te lo tragues. Y cuando hayas terminado de tragar lo mío, entonces tragarás lo de Rooster. Me parece que le has partido la nariz y creo que debe recibir alguna compensación.
—Te advierto que si me metes algo en la boca, sea lo que sea, te quedarás sin ello.
Ernie me contó que Bogs miró a Andy como si estuviera loco".

"Vive y deja vivir".

"Cuando estás en una olla a presión aprendes a vivir y a dejar vivir, pues de lo contrario alguien puede hacerte una boca nueva encima de la nuez. Aprendes a ser tolerante".

"El juramento de un asesino convicto tal vez no tenga mucho valor, pero puedes creer esto: yo no miento".

"Hay una lamentable escasez de objetos bellos en el mundo, y lo más lamentable de todo es que la mayoría de las personas no parecen darse cuenta siquiera de ello".

"En la cárcel el tiempo transcurre lentamente; hay veces que hasta jurarías que se para, que no pasa; pero pasa".

"Tommy le preguntó un par de veces a Andy: «¿Qué hace un tipo tan inteligente como tú en la cárcel?», pregunta que es tosco equivalente de aquello de: «¿Qué hace una chica tan guapa como tú en un sitio como éste?». Pero Andy no era el indicado para decírselo; se limitó a sonreír y procuró cambiar de tema".

"—Pero ¿cómo puede ser usted tan obtuso? —dijo Andy, en voz tan baja que Chester casi no le oyó.
Pero oyó con toda claridad al director:
—¿Cómo? ¿Qué es lo que me ha llamado?
—¡Obtuso! —gritó Andy—. ¿O es premeditado?".

"—Cuando salga de aquí —dijo Andy al fin—, iré a donde siempre haga calor.—Hablaba con tanta seguridad y calma que cualquiera hubiera creído que sólo le quedaba un mes o así para salir de Shawshank—. ¿Sabes adónde iré, Red?
—Ni idea.
—Zihuatanejo —lo dijo pronunciando la palabra con una lentitud musical—. Allá abajo, en México. Es un pequeño lugar que queda a unos treinta kilómetros de Playa Azul. Unos ciento sesenta kilómetros al noroeste de Acapulco, en la costa del Pacífico. ¿Sabes lo que dicen los mexicanos del Pacífico?
Le dije que no lo sabía.
—Dicen que no tiene memoria. Y precisamente por eso, Red, quiero acabar allí mis días. En un lugar cálido y sin memoria".

"—¿No te congelaron los bienes?
—Estaba acusado de asesinato, Red, no muerto".

"—Diablos, ni siquiera tengo un título de bachiller.
—Ya lo sé —dijo—. Pero no es una hoja de papel lo que hace a un hombre. Ni la cárcel lo que le deshace".

"El escribir agitó más recuerdos de los que yo creía tener. Escribir sobre uno mismo se parece muchísimo a hundir una vara en el agua clara de un río y remover el légamo del fondo".

"Tengo la esperanza de que el Pacífico sea tan azul como en mis sueños.

Tengo esperanza".



Verano de corrupción


Alumno aventajado:


"Al padre de Todd le gustaba decir: «Un buen afeitado ilumina la mañana»".

"Pero, tal como había observado aquel individuo, Todd era un chico norteamericano y como a tal le habían enseñado que la perseverancia es una virtud".

"—Me llamo Denker —dijo el viejo
—. No Du-Zander o eso que dices tú. Parece que no puedes leer. Qué lástima. Buenos días.
La puerta empezó de nuevo a cerrarse. Todd habló con presteza en el hueco, menor cada vez:
—Bergen-Belsen, de enero de 1943 a junio de 1943. Auschwitz, junio de 1943 a junio de 1944, Unterkommandant. Patin…".

"A pesar de todo, Todd sintió un chispazo de duda. ¿No estaría equivocado? ¿Habría cometido algún
error? Creía que no, pero aquello no era un deber escolar. Aquello era la vida real".

"No lo había imaginado así. Pero todo saldría bien. Las cosas se centrarían. Claro que lo harían. Siempre lo hacían".

"El falso hogar estaba recubierto de falsos ladrillos".

"—No sé de qué hablas —dijo Dussander. Sobre la televisión había un
paquete de Kool sin filtro—. ¿Un cigarrillo? —preguntó, y sonrió. Su sonrisa era horrorosa.
—No. Los cigarrillos producen cáncer. Mi padre fumaba y lo dejó. Hizo una cura de desintoxicación.
—Claro. —Dussander sacó una cerilla de madera del bolsillo de la bata y la encendió con indiferencia en la caja de plástico del aparato de televisión".

"—Mis padres no creen en las zurras. El castigo corporal causa más problemas de los que soluciona. —Los ojos de Todd centellearon súbitamente—".

"—En realidad, me apasiona todo eso de los campos de concentración.
—Te… apasiona…
Dussander le miraba fijamente, rascándose la barbilla y produciendo un lentísimo sonido de lija.
—Apasiona. Ya sabe. Me fascina. Me interesa".

"«Llega de repente —había canturreado Bugs Anderson—. Ves algo por vez primera y sabes de inmediato que has encontrado TU GRAN INTERÉS. Es como una llave girando en una cerradura. O como enamorarse por vez primera".

"—¿Se enteró?
—Claro. Mi papá piensa que los niños deben conocer la vida lo antes posible… lo malo igual que lo bueno. Así estarán preparados para ella. Dice que la vida es un tigre que has de coger por el rabo y que si ignoras la clase de animal que es, te devorará".

"—Claro que no. Quiero decir… todas sus fotografías de mi álbum de recortes eran por lo menos de hace treinta años. Quiero decir… estamos en 1974.
¿Tienes un… álbum de recortes?".

"Creo que una persona puede hacer cualquier cosa, si se empeña".

"Era una copia de la hoja de búsqueda israelí de Kurt Dussander.
Con ella en la mano, Dussander pensó en los muertos que no descansan en paz y que se niegan a permanecer enterrados".

"La mala suerte atrae a la mala suerte, chico, y la una sigue a la otra como perros a una perra en celo".

"¿De qué se trata? ¿Por qué vienes aquí a molestar a un pobre viejo? Puede que, como dices tú, yo fuera nazi en otros tiempos. Hasta puede que incluso fuera SS. Pero ahora soy sólo viejo, y para conseguir hacer de vientre tengo que ponerme un supositorio...".

"—Eres un monstruo —dijo al fin, suavemente.
Todd inspiró profundamente con la boca cerrada.
—Según todos los libros que leí para mi monografía, el monstruo es usted, señor Dussander. No yo. Usted les mandaba a los hornos, no yo".

"Las ideas políticas de Dussander no le interesaban mucho más que sus valores y acciones".

"Yo solía despertarme y pensar: El trabajo ha de continuar. Sólo así no habrá pruebas de lo que hicimos aquí, o tan pocas, que el mundo, que no desea creerlo, no tenga que hacerlo. Solía pensar: Si vamos a sobrevivir, el trabajo ha de continuar".

"—Los uniformes eran de papel —dijo al fin, casi irritado—. Cuando un prisionero moría, el uniforme se recogía si aún podía servir. A veces, un uniforme de papel podía servir para cuarenta prisioneros".

"Y, tal como le gustaba decir a Richard, para un niño el mundo era un gran laboratorio. Hay que dejarles investigar y curiosear".

"Todd le sonrió. Y, sorprendentemente (y, desde luego, no porque deseara hacerlo), Dussander se sorprendió devolviéndole la sonrisa".

"—Será mejor que baje las persianas —dijo confidencialmente.
El recelo se pintó de inmediato en el rostro de Dussander.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Bueno… nunca se sabe quién puede estar mirando —dijo Todd, sonriendo—. ¿No es así como se las arregló usted todos estos años? ¿Viendo a quienes podían verle antes de que ellos le vieran a usted?".

"El anciano que vivía en decorosa pobreza había desaparecido. Aquél era Dussander. Pero en seguida el temor dejó paso a una hormigueante sensación de poder".

"—Está bajo control, maldita sea — murmuró Todd, y luego tensó el muslo lo suficiente para formar un nudo muscular.
No estaba bien lo de hablar solo… los locos hablaban solos. Había cogido la costumbre de hacerlo en las últimas seis semanas o así y parecía incapaz de evitarlo. Se había dado cuenta de que algunas personas le miraban de forma extraña por ello".

"Hablar solo estaba mal, sí, de acuerdo, pero…
—Los sueños tampoco están bien — susurró. Esta vez ni siquiera se oyó".

"Estaba sometido a una gran tensión y la gente que está bajo tensión suele hacer cosas raras. Se palpan los testículos a través de los bolsillos de los pantalones, castañetean los dientes…".

"Siguió pensando, en silencio. Había estado tan solo… nadie sabría nunca hasta qué punto había estado solo.
Algunas veces, había llegado a considerar seriamente el suicidio".

"Suponía que él y el chico eran repugnantes, alimentándose el uno del otro de aquella forma, devorándose mutuamente".

"—¿Cree que le enviarían a uno de los campos? —preguntó Dick—. ¿A su amigo Hessler?
—Hassler —corrigió amablemente Dussander. Adoptó una expresión grave
—. A muchos los mandaban a los campos. Los campos… serán la vergüenza del pueblo alemán durante mil años. Son el verdadero legado de Hitler".

"—Perfectamente. Pero recuerda que ya he oído muchas de esas historias antes.
¡Todd! —dijo Monica—. ¡Eso no es…!
El chico sólo dice la verdad —dijo Dussander—. Un privilegio de los chicos al que los adultos a menudo han de renunciar".

"Lloviznaba y él mantenía el paraguas sobre ambos. Y aun así, su artritis seguía tranquila, dormitando. Era asombroso.
—Eres como mi artritis —dijo.
—¿Qué? —dijo Todd, alzando la cabeza.
—Ni tú ni ella tenéis mucho que decir esta noche".

"Dussander pensó que ahora sabía lo que estaba esperando su artritis: estaba esperando que volviera a estar solo. Entonces aparecería de nuevo".

"Era cierto que antes de la inesperada llegada del chico el verano pasado hacía mucho tiempo que no tenía pesadillas, pero ahora creía que había llegado a un acuerdo de cobarde con su pasado. Se había obligado a renunciar a una parte de sí mismo. Ahora lo había recuperado".

"—Gatito, gatito —llamaba Dussander, y una sonrisa invadió su rostro, una sonrisa agradable, una sonrisa tranquila, la sonrisa de todos los viejos que de una u otra forma han recorrido los crueles caminos de la vida y han llegado hasta un lugar seguro, relativamente ilesos y con cierta cordura al menos".

"El gato dejó de aullar y empezó a gritar.
Parecía… sí, parecían los gritos de un niñito. Un niñito que soportara dolores fortísimos".

"—Querido chico —dijo Dussander, adoptando un aire de paciencia infinita—. Llevo los últimos cinco minutos oyéndote lloriquear y gimotear, y todos tus gimoteos y lamentaciones llevan a la conclusión de que tienes problemas.
Pueden descubrirte. Puedes verte en una situación realmente difícil. —Viendo que al fin el chico estaba pendiente de sus palabras, tomó pensativamente un sorbo de bourbon—".

"—Supongo que le colgarían —susurró Todd, apretando los puños y bajando la vista hacia ellos—. Fui un loco por mezclarme con usted, en primer lugar.
 —Sin duda —dijo Dussander, y sonrió; una sonrisa casi imperceptible—. Pero ya lo has hecho. Tenemos que vivir en el presente, chico, no en el pasado…".

"Al principio, el chico habría podido hacerse creer; pero ahora el chico estaba destrozado, estaba realmente hecho trizas como una chaqueta que ha llegado realmente al límite de su utilidad".

"Y lo peor de todo es el dolor. Dolor, querido chico. No tienes ni la menor idea del infierno por el que están pasando tus padres".

"Cuando Todd le miró (sólo un instante antes de bajar la vista y sacar el texto de álgebra de la cartera) Dussander vio el asesinato pintado en los ojos del chico. No asesinato imaginario; asesinato literal.
Hacía muchos años que no veía aquella mirada turbia y ardiente, pero era algo que no se olvida nunca".

"Tengo que protegerme, pensó, un tanto desconcertado. Uno subestima el propio riesgo".

"No era una sonrisa luminosa; era una sonrisa sombría. No era una sonrisa alegre, ni confiada. Era una sonrisa que decía sencillamente: Ya veis lo que pasa, chicos".

"—Y si no les encuentran ustedes un hogar adecuado en esos sesenta días, ¿los matan?
—Los ponemos a dormir, sí.
—Los ponen a… Perdone usted, mi inglés…
—Es una ordenanza municipal —dijo Dave—.No podemos dejar que haya jaurías de perros corriendo por las calles.
—Les pegan un tiro.
—No, les damos gas. Es muy humano. No sienten nada.
—Claro —dijo el señor Denker—. Estoy seguro de que no sienten nada".

"—Dick, además, tiene pesadillas.
—¿Pesadillas? —murmuró él.
—Sí, le he oído gemir en sueños dos o tres veces cuando bajo al cuarto de baño por la noche. No quise despertarle. Es una tontería, pero mi abuela solía decir que si despiertas a una persona cuando tiene una pesadilla, puede volverse loca".

"—Tu abuela la polaca, ¿no?
—Sí, la polaca, la polaca. ¡Vaya un modo de hablar!".

"Y, en su caso concreto, seguramente también de mi padre. «No te toques de noche, Todd, o te saldrá pelo en las manos y te quedarás ciego y perderás la memoria y si insistes se te secará y se te caerá. Ten cuidado, Todd…»".

"—¿Qué? —preguntó, un poco irritado.
—¿No crees que…?, oh, bueno, es igual. Duérmete.
—No, venga. Acaba. Me he despertado otra vez. ¿Si no creo qué?
—Ese anciano. El señor Denker. ¿No te parece que Todd le está dedicando demasiado tiempo? Tal vez él… oh, no sé… tal vez se dedique a contarle a Todd demasiadas historias.
—Los auténticos y terribles horrores —dijo Dick—. El día en que la fábrica de automóviles de Essen quebró —soltó una risilla".

"—¿Sabes lo que me dijo? ¿Mi viejo? Que siempre había tenido miedo de envejecer: de asustarse, sufrir y estar solo. De tener que ir al hospital y no ser capaz de valerse por sí mismo. De morir. Me dijo que después del ataque no había vuelto a estar asustado. Dijo que creía que podía morir bien.
«¿Quieres decir morir feliz, papá?», «No —me dijo—, no creo que nadie muera feliz, Dickie.» Siempre me llamaba Dickie, aún me llama Dickie, y ésa es otra de las cosas que creo que nunca me gustará. Me dijo que no creía que nadie pueda morir feliz, pero que uno puede morir bien. Y eso me impresionó".

"«Le mataré y todo terminará», susurró en la oscuridad; la lluvia canturreaba en el árbol de su ventana y el semen se iba secando sobre su vientre. El susurro hizo que todo cobrara realidad".

"—¿Por qué no se va a la mierda de una vez? —estalló Todd.
—Querido chico —dijo Dussander, sirviéndose más bourbon y empezando otra vez a reírse—. Estamos los dos hasta el cuello de mierda, ¿o es que acaso no te das cuenta?".

"Dussander tenía la boca abierta. Tenía la cara amarillenta. Sus grandes manos colgaban fláccidas sobre los brazos de la mecedora. Parecía muerto.
Sintió una oleada de alivio cuando el viejo se estremeció, parpadeó y, por último, se irguió".

"No puedo impedirte que te vayas, como no puedo impedir el ser un poco más viejo cada día".

"—En el fondo no me agradas. Y nada en el mundo podría hacer que te tuviera simpatía. Impusiste tu presencia.
Eres un invitado de piedra en mi casa. Me has hecho abrir criptas que mejor hubieran quedado cerradas porque he descubierto que algunos de los cadáveres estaban enterrados vivos, y que algunos de ellos aún respiran".

"Podía sentir la piel cada vez más caliente. Pensó: No lloraré".

"Recordaba el ardor y la desesperación de las lágrimas".

"Tuvo la impresión de que el mundo se oscurecía. No gritaré. No me desmayaré. Se obligó a recobrarse".

"»Pero arruinaría tu vida. Hay archivos… y la gente habla. Oh, sí, la gente siempre habla. Un escándalo tan jugoso no se dejaría marchitar; se le embotella, como el vino. Y, con los años, tu culpabilidad crecería contigo. Y tu silencio se iría haciendo cada vez más grave".

"Todd sintió que su cerebro era de cristal transparente y que todas las cosas brillaban en su interior con grandes letras".

"—Te he observado muchas veces y he calculado las posibilidades. Te conozco y conozco bastante bien tu carácter (no, no del todo, porque un ser humano nunca puede saber todo lo que hay en el corazón de otro ser humano), pero sé muy poco de lo que haces y a quién ves fuera de esta casa".

"Me resulta muy extraño, ¿sabes?… cuanto más viejo se hace uno, menos tiene que perder en cuestiones de vida y muerte… y, sin embargo, uno se vuelve más moderado con la edad".

"Dussander se encogió de hombros.
—Habrá agua, si ésa es la voluntad de Dios, y la encontraremos, si ésa es la voluntad de Dios, y la beberemos, si ésa es la voluntad de Dios. No está en nuestras manos cambiar los acontecimientos".

"Estaba a salvo. Se acabó.
Pero no se había acabado".

"Uno tenía que abrirse paso en el mundo; y para salir adelante, para triunfar, tenías que conseguirlo por tus propios medios".

"En la hora punta, cuando los ocho carriles de la autopista estaban atestados, podría elegir un lugar en aquella pendiente y… bueno… fácilmente podría…
¿Qué?
¿Suicidarse?
¿Destruir todo aquello por lo que había trabajado durante los últimos cuatro años?
Vamos, ¿qué?
No, señor; no, señora; de eso, nada.
Digamos que era una broma.
Claro que lo era… pero el impulso persistía".

"Un poco de ejercicio le sentaba bien a un anciano. Un poco de ejercicio hacía que uno se sintiera joven".

"Estaba asustado casi hasta el punto de ponerse a gimotear. La muerte le había rozado con el borde de su manto. Todavía podría volver a buscarle. Pero no estaba dispuesto a morirse allí abajo. No si podía evitarlo".

"—.¡Creí que me había dicho que le había dado un ataque al corazón!
—¡La sangre no es mía! —susurró Dussander".

"—¡Dussander! —gritó Todd. Sentía un intenso sabor picante en la boca: sabor de adrenalina, sangre ardiente latiendo y miedo—. ¡No se atreva a morírseme ahora, cabrón de mierda!".

"Cuatro minutos.
Cuatro minutos para hacer lo que quedara por hacer. 
Cuatro minutos para recordar lo que había olvidado".

"—Lydia —le dijo, y volvió a humedecerse los labios.
—¿Qué, cariño?
—Durante muchos años, he sospechado algo. Ahora ya estoy seguro.
—¡Pobrecito mío, Morris! ¿Qué?
—Dios no existe, Lydia, Dios no existe —dijo Morris, y se desmayó".

"Cosas peores, sí, cosas peores que caer de una escalera y romperse la espalda y que te lleven a un
hospital metropolitano limpio y aséptico y te den un valium que borra todos los problemas".

"También los crematorios eran peores; los hornos crematorios, que impregnaban el aire del constante olor dulzón de los judíos ardiendo como antorchas invisibles. Los rostros sobrecogidos por el terror de viejos amigos y parientes, caras que se fundían igual que velas goteantes, rostros que parecían desaparecer delante de tus propios ojos: delgados, más delgados, delgadísimos. Y luego, un día no estaban ya, ya se habían ido. ¿Adónde? ¿Adónde se va la llama de la antorcha cuando la apaga el viento frío? ¿Al cielo? ¿Al infierno? Luces en la oscuridad. Candelas al viento".

"—Perdona —le dijo, como excusándose. Tenía el cuerpo escayolado y estaba atado a un sistema de cables y poleas—. Me llamo Morris Heisel. Me he roto la columna.
—Eso es bastante malo —dijo Todd con seriedad.
—¡Huy, bastante malo, dice! Este chico tiene el don de quitar importancia a las cosas".

"—No es necesario —dijo Morris—. No hay por qué contestar un comentario descortés. No me conoces de nada. No tiene ningún sentido que te agobie con mis problemas.
—«Ningún hombre es una isla completa en sí» —empezó a decir Todd, y Morris se echó a reír".

"Recorrió su vientre un dolor intenso; se quedó un rato en el suelo hecho un ovillo, los labios abiertos y tensos en un grito silencioso.
El dolor era espantoso, pero borró al fin el incesante desfile de sus pensamientos.
Por el momento, al menos".

"—Los problemas siempre tienen solución —replicó vagamente Denker, y puso a continuación la televisión con el mando de control remoto".

"Las lágrimas empezaron a fluir ahora más abundantes… lágrimas de cólera y espanto, lágrimas cálidas, abrasadoras.
Tembló y esperó ansiosamente que llegara la mañana; y la mañana tardó siglos en llegar".

"Su padre acabó de cocinar, apagó el gas y se acercó a la mesa.
—Poco apetito hoy, ¿eh, Toddito?
Vuelve a llamarme así otra vez y te clavo el cuchillo en medio de esa maldita cara… «papito».
—No mucho, desde luego".

"Todd no había sentido nada de lo que se decía que había que sentir en un momento como aquél. Besarla en los labios era como besar hígado tibio, pero crudo. Sentir la lengua de ella en su boca le hacía pensar sólo en qué tipo de gérmenes le estaría transmitiendo, y hubo momentos en que creyó que podía oler sus empastes: un olor desagradable como a cromo. Y sus pechos eran bolsas de carne. Nada más".

"Suponía que aquello era lo que acaba haciendo siempre la gente que se aburre en todos los hoteles de la cadena Holiday de todo el mundo: buscar a algún amigo o pariente olvidado para llamarle por teléfono".

"—¿Me recuerda usted?
—¿Tendría que recordarle? —La voz de Bowden tenía un tono cauto y Ed sonrió".

"Qué forma de hablar, pensó Dussander, ya soñoliento. Los americanos tenían una habilidad especial para el lenguaje: hacían juegos maravillosos con el idioma".

"Nunca se es demasiado cuidadoso, chico, como diría el propio Dussander".




Stephen King

No hay comentarios.:

Publicar un comentario