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"Antes de que fuese una bebida, el té fue una medicina. Sólo en el octavo siglo hizo su entrada en China, en el reino de la poesía, como una de las más elegantes distracciones de aquel tiempo".
"En el siglo quince, el Japón le dio patente de nobleza e hizo de él una religión estética: el teísmo.
El teísmo es un culto basado en la adoración de la belleza, tan difícil de hallar entre las vulgaridades de la trivial existencia cotidiana. Lleva a sus fieles a la inspiración de la pureza y la armonía, el sentido romántico del orden social y el misterio de la mutua misericordia. Es esencialmente el culto de lo Imperfecto, puesto que todo su esfuerzo tiende a realizar algo posible en esta cosa imposible que todos sabemos que es la vida".
"Quién sea incapaz de discernir en sí mismo la insignificancia de las grandes cosas, estará mal preparado para apreciar la grandeza de las pequeñas cosas en los demás. Cualquier occidental, en su frivolidad superficial, no verá en la ceremonia del té más que una de las mil rarezas pueriles que constituyen el encanto y el misterio del Extremo Oriente".
"¡Cuántos comentarios no ha suscitado el código de los samuráis, este Arte de la Muerte, al que con tanto júbilo hacen nuestros soldados ofrenda de sus vidas! Pero nadie presta atención al teísmo, que no obstante representa tan bien nuestro Arte de la Vida".
"Muchas veces, nosotros, asiáticos, quedamos horrorizados de la extraña red de hechos e invenciones en que se nos envuelve. Se nos representa viviendo del perfume del loto, cuando no de ratas y cucarachas. En nosotros no hay más que fanatismo impotente o sensualidad abyecta. El espiritualismo indio no es más que ignorancia; la sobriedad china, estupidez; el patriotismo japonés, una consecuencia del fatalismo; y se ha llegado a decir, que si somos menos sensibles al dolor y a las heridas, es debido a una menor sensibilidad de nuestro sistema nervioso".
"¿No parece raro, por otra parte, que desde hace tanto tiempo la humanidad se reúna siempre alrededor de una taza de té? He aquí el único ceremonial asiático que merece la estima universal".
"El sabor del té posee un encanto sutil que lo hace irresistible y muy particularmente susceptible a la idealización; lo cual ha inducido a humoristas occidentales a mezclar su aroma al perfume de su propio pensamiento. El té no tiene la arrogancia del vino, el individualismo consciente del café ni la inocencia sonriente del cacao".
"Charles Lamb, adepto declarado del té, ha dado la verdadera definición del teísmo al decir que el mayor placer que conocía consistía en realizar una buena acción involuntaria y en darse cuenta de ello por azar. Porque el teísmo es el arte de ocultar la belleza que se es capaz de descubrir, y sugerir la que no se osa revelar. En esto consiste el noble secreto de sonreírse a sí mismo, con calma y enteramente, y es también el humor verdadero, la sonrisa de la filosofía".
"Todos los humoristas verdaderamente originales pueden ser considerados como filósofos del té. Thackeray, por ejemplo, y Shakespeare. Los poetas de la decadencia —¿cuándo no estará el mundo en decadencia?— han abierto, hasta un cierto punto, con sus protestas contra el materialismo, el camino del teísmo; y acaso hoy sea debido a nuestra facultad de contemplar seriamente lo Imperfecto, que Oriente y Occidente pueden encontrarse en una especie de mutuo consuelo".
"Entretanto, saboreemos una taza de té; la luz de la tarde ilumina los bambúes, las fuentes cantan deliciosamente, el suspiro de los pinos murmura en nuestra tetera. Soñemos en lo efímero y entreguémonos errantes a la bella locura de las cosas".
"Lichihlai, un poeta Song, ha hecho notar, con gran melancolía, que las tres cosas más deplorables del mundo, son: ver una juventud destrozada por una mala educación, contemplar admirables pinturas mancilladas por la admiración del vulgo y ver derrochar tanto buen té por causa de una manipulación imperfecta".
"Porque la vida es una expresión y nuestras acciones inconscientes revelan siempre nuestro íntimo pensamiento".
"Confucio decía que el hombre no sabe ocultar nada.
Acaso revelamos nuestros pequeños secretos porque tenemos tan pocos grandes que esconder. Los hechos insignificantes de la rutina cotidiana, forman tanta parte de los ideales de una raza, como los más altos vuelos de la filosofía y de la poesía".
"De esta bebida hablaba Lotung, el poeta Tang, cuando decía: «La primera taza humedece mi boca y mi garganta, la segunda rompe mi soledad, la tercera penetra en mis entrañas y remueve millares de ideografías extrañas, la cuarta me produce un ligero sudor y todo lo malo de mi vida se evapora por mis poros; a la quinta taza, estoy purificado, la sexta me lleva al reino de los inmortales. La séptima…, ¡ah!, la séptima…, ¡pero no puedo beber más! Sólo siento el viento frío hinchar mis mangas. ¿Dónde está Horaisan, el Paraíso chino?
Dejadme subir a esta dulce brisa y que ella me transporte a él»".
"El cuarto del té fue un oasis en el desierto de la vida, en el que los viajeros, cansados, podían encontrarse para beber en el manantial común del amor y del arte. La ceremonia fue un drama improvisado cuyo argumento fue tramado alrededor de la mesa del té, de las flores y de las sedas pintadas. Ningún color alteraba la tranquilidad del recinto, ningún ruido turbaba el ritmo de las cosas, ningún gesto rompía la armonía, ninguna palabra destruía la unidad de los alrededores, todos los movimientos se ejecutaban simple y naturalmente, éstos eran los designios de la ceremonia del té. Parece algo raro que el éxito la haya coronado; una sutil filosofía la habita. El Teísmo era el taoísmo disfrazado".
"Laotsé lo prueba con su metáfora favorita del vacío. Es sólo en el vacío, dice, donde se halla lo que es verdaderamente esencial. Una habitación existe por el espacio vacío comprendido entre las paredes y el techo, no por el techo y las paredes mismas. La utilidad de una jarra de agua consiste en el espacio vacío en que se puede poner el agua, no en la forma o en la materia de la jarra. El vacío es omnipotente, porque puede contenerlo todo. Sólo en el vacío es posible el movimiento. Quién pueda hacer de sí mismo un vacío en el que los demás puedan penetrar libremente, será el dueño de todas las situaciones; el todo puede siempre dominar la parte".
"Estas conversaciones recuerdan también las del taoísta Soshi. Un día éste se paseaba por el borde del río, conversando con un amigo.
—¡Cuán felices son los peces en el agua! —Observó Soshi.
Su amigo le respondió:
—Vos no sois pez; ¿cómo sabéis que los peces son felices en el agua?
—Vos no sois yo; ¿cómo sabéis que yo no sé que los peces son felices en el agua?".
"El espíritu habla al espíritu; oímos lo que nos ha sido dicho, contemplamos lo invisible; el maestro arranca notas sin que sepamos de dónde. Recuerdos de largo tiempo olvidados vuelven a nosotros llenos de un nuevo significado. Esperanzas ahogadas por el temor, impulsos de ternura que no nos atrevemos a reconocer, se nos ofrecen rodeados de un nuevo esplendor. Nuestro espíritu es la tela sobre la que el artista pone los colores, los matices son nuestras emociones y el claroscuro está formado por la luz de nuestras alegrías y lo sombrío en nosotros y nosotros estamos en la obra maestra".
"No debemos olvidar, no obstante, que el arte no tiene valor más que en cuanto habla de nuestra sensibilidad. Puede llegar a ser una lengua universal, si nosotros mismos somos capaces de ser universales en nuestros sentimientos".
"El arte es hoy el que nos pertenece realmente; es nuestro propio reflejo; condenarlo es condenarnos a nosotros mismos".
"El pasado puede mirar con desdén la pobreza de nuestra civilización; el porvenir se mofará de la esterilidad de nuestro arte. Destrozamos la belleza al destruir el arte de nuestra vida".
"¡La única flor que tiene alas es la mariposa! Todas las demás quedan inmóviles y desarmadas ante sus verdugos".
"¿Por qué no destrozar las flores, si de ellas podemos sacar nuevas formas para ennoblecer el mundo? No les pedimos sino juntarse a nosotros en nuestro sacrificio a la belleza. Rescataremos nuestras malas acciones consagrándonos a la pureza y a la simplicidad. Así razonaban los Maestros del Té, cuando fundaron el culto de las flores".
"Los que, de entre nosotros, ignoran el secreto de adaptar convenientemente nuestra propia existencia sobre este mar tumultuoso de emociones insensatas que llamamos vida, viven en un estado de continuo sufrimiento, tratando en vano parecer felices y satisfechos".
"Nos debilitamos con nuestros esfuerzos para conservar nuestro equilibrio moral y vemos un precursor de la tormenta en cada nubecilla que flota en el horizonte. Y hay, no obstante, una alegría y una belleza en las tempestades de las olas que barren la eternidad. ¿Por qué no penetrar en su espíritu, o, como Liehtsé, cabalgar sobre el huracán mismo?".
"Sólo quién ha vivido en la belleza morirá en la belleza".
Okakura Kakuzō
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