Sueños olvidados:
"Primero se encontraron sus ojos. Él recorrió con una rápida mirada la elegancia de la figura femenina, cuya sonrisa levemente irónica se encendió también en sus ojos".
"—No por ello menos bienvenido, porque tampoco yo podía recordar, en un primer momento, su existencia, a pesar de que una vez fue bastante importante para mí.
Ahora ambos sonrieron. El dulce y leve perfume del primer amor de juventud semisecreto había renacido en ellos con toda su dulzura embriagadora, como un sueño, que al despertar nos
provoca una mueca de desdén, aunque desearíamos soñarlo o vivirlo una vez más. El bello sueño de la insinuación, que sólo desea y no se atreve a exigir, que sólo promete y no da".
"Reina un completo silencio.
Sólo allá abajo el canto rítmico y monótono de las relucientes olas, que se arrojan contra los peldaños de la terraza como contra un pecho amado".
La estrella sobre el bosque:
"La realidad, sin embargo, es más fuerte y sólida que todos los sueños".
"Los pensamientos saltaban confusos. Y de pronto uno que permaneció, clavado como una dolorosa flecha en su corazón: que él moría por ella y que ella nunca lo sabría. Que ni la más pequeña ola de su vida encrespada había tocado la de ella. Que ella nunca sabría que una vida ajena había venerado la suya y se había destrozado contra ella".
Historia en la penumbra:
"Me pides que te cuente algo. Muy bien. Pero no de mí, porque nuestra vida en estas ciudades interminables es pobre en experiencias, o así nos parece, porque aún no sabemos lo que verdaderamente nos pertenece".
"Y ahora se da cuenta, asustado, de que la desconocida no ha dicho nada, ni siquiera su nombre; que él no conoce más que sus suspiros desbordantes y el desafío, el sollozo contenido de la voluptuosidad; que conoce el perfume de su cabello revuelto, la presión cálida de sus pechos, el esmalte liso de su piel; sabe que su figura, su aliento, toda su palpitante sensibilidad le han pertenecido y que, sin embargo, ignora quién es esa mujer que le ha asaltado en la oscuridad con su amor".
"—¿Quién eres, dime, quién eres? —pregunta.
Pero la boca suave y húmeda sólo tiene besos, no palabras".
"La soledad se cierne dolorosa sobre el febril corazón".
Stefan Zweig
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