"Sin embargo, aunque en su época algunos le adulan, el escritor también sufre la injuria de aquellos que le consideran inmoral. Tras este hombre respetable se esconde un paria que las conciencias puritanas tachan de libertino y de perverso, antes de condenarle a dos años de cárcel y al olvido. ¿Su crimen? Ser homosexual".
"Pero aunque saborea el éxito, al dandi no le va tan bien en el plano personal.
En 1895, Wilde, que ya reconoce sus relaciones homosexuales, es denunciado por el padre de su joven amante Lord Alfred Douglas (1870-1945) por comportamiento indecente. En la Inglaterra victoriana, la homosexualidad es ilegal y se reprime con fuerza. A la denuncia le siguen tres juicios, tras los que se le impone la pena máxima: dos años de trabajos forzosos".
"Wilde maneja con brío el arte de la paradoja y de la síntesis, y salpica sus conversaciones de aforismos, máximas, epigramas y oxímoron con los que se divierte regresando a los valores del pensamiento tradicional. Así, para él: no hay libros morales o inmorales. Un libro está bien o mal escrito, eso es todo. Es decir, que la estética prima sobre la ética; el verdadero arte debe ser inútil; una mentira piadosa vale más que una verdad aburrida; la naturaleza imita al arte mucho más de lo que el arte imita a la vida".
"Wilde despierta la admiración de todo Londres, pero no por ello se deja de sentir un paria. No solo su defensa del buen gusto en una Inglaterra cuyos tópicos no duda en criticar le hacen tomar conciencia de la soledad".
"Caído del cielo como Ícaro y habiendo perdido todo (su nombre ha sido mancillado, sus bienes vendidos, ya no puede ver a sus hijos), Wilde finalmente saca a relucir su sinceridad. Se acabaron los malabarismos y la búsqueda de palabras: es en su corazón donde ahora se sumerge su pluma, para entregarnos un vibrante grito del alma con tintes de libelo".
"En primer lugar, con los otros prisioneros, porque el «yo» a menudo se alterna con el «nosotros»: al evocar la suerte del condenado a muerte (sin perdonar su crimen, ya que esta no es la cuestión), el autor habla del sufrimiento de todos los prisioneros. Pero también está hermanado con todos nosotros, puesto que todos compartimos una parte de la culpabilidad humana, que Wilde resume afirmando que matamos a quienes amamos. A lo que quisiéramos añadir: y los hombres matan a los que aman. Porque Wilde fue condenado por culpa de su amor a los hombres".
Hervé Romain
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