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"—Claudia, tendrás un alumno nuevo en enero. Me han llamado de Inspección para que lo acojamos, pero no tiene papeles ni nada.
Y es que mi madre es maestra, y justo en aquel año le tocó de tutora en mi clase, la de quinto.
—¿Qué quiere decir que no tiene papeles? —preguntó, un poco asombrada—. La cartilla de la última escuela, el certificado de vacunas, el de nacimiento… Algo tendrá, digo yo.
—No tiene nada.
—¿Nada de nada?
—Un papel amarillento en el que pone que se llama Beniche y que nació en Nadie.
—¿Dónde está eso?
—Ahora, en ninguna parte. El pueblo de Nadie fue abandonado hace diez años".
"Los primeros días, Beniche no jugaba con nadie a la hora del recreo. Nadie, tampoco, iba a llevarlo o a buscarlo a la escuela. Siempre iba solo.
—Diego —me dijo mi madre un día—, ayúdale un poco, ¿quieres?
Ahora, cuando han pasado ya más de diez años de todo aquello, recuerdo a Beniche y me pregunto qué pensaría al principio de todos nosotros aquel chaval larguirucho cuya historia, cuando fuimos conociéndola a pedazos, nos llegó muy dentro. A pesar de su aspecto solitario y taciturno, emanaba ternura, muy especialmente de su mirada, de un azul intenso, como de cielo de marzo".
"—También hablaba no sé qué de una niña —siguió contando la mujer.
—¿Una niña? —preguntó mamá, llena de interés—. ¿No se confunde usted, no sería un niño?
La mujer la miró un poco disgustada.
—Señora, quien está mal de la cabeza es el cabrero, no yo".
"—¿Con qué derecho vienen aquí a meterse en mis asuntos, a recordarme cosas de mi vida que ya tenía olvidadas?
Mamá y yo nos miramos sin saber qué decir.
—Las personas, un día, cogen el camino que más les conviene, ¿no es cierto? —prosiguió—. Pues yo, una vez, decidí dejar todo aquello porque me ahogaba, a pesar de saber que nunca más podría volver".
"—¿Cómo es que tienes ese pelo tan azul?
Ella, entonces, se acarició suavemente el pelo.
—¿Te gusta? —me preguntó.
Me sobresalté. Era la primera vez que oia su voz, y sonaba dulce, melodiosa.
—Cuando nací, no era así —dijo con nostalgia.
—¿Cómo era?
—Rubio como el sol.
—¿Cuántos años tienes?
—No lo sé. Muchos.
—Pero no eres vieja.
—No quiero serlo".
Dolors Garcia i Cornellà
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