"La gente suele deshacerse de lo que no entiende".
"La gente trata de encasillar lo que no comprende para poder olvidarlo y seguir con su vida ordenada".
"Antes de que la directora diera por concluida la sesión me fijé en las piernas de Iris: las movía compulsivamente, como si estuvieran presas de un tic nervioso. Debía de ser miedo. Puro miedo".
"Ah, hola.
Buenos días he contestado, intentando no reírme.
Buenos días.
¿No te gusta tu nombre?, le he preguntado.
No. No es que esté mal, es que está ligado al pasado y, no sé, me gustaría cambiar. Y quizá la mejor forma de empezar es cambiarme el nombre".
"Encantada de conocerte, Greco le he dicho al tiempo que le tendía la mano.
Él me la ha estrechado con firmeza y eso me ha encantado. No soporto a los tíos que te saludan con la mano floja como si tuvieran miedo de que fueras a romperte por el simple hecho de ser chica".
"Nos hemos quedado unos segundos callados, sin saber qué decir. Los primeros rayos del sol empezaban a colarse por entre los árboles.
Es extraño: aquí no se escucha nada, ni siquiera los pájaros. Lo ha dicho sin mirarme, como si se lo dijera a sí mismo.
Tiene razón. Dentro de estos muros el silencio es como si estuviera vivo. Se siente tan presente, tan pesado, como si fuera un manto que cubriera todo este lugar perdido en mitad de la nada".
"Estamos al menos cinco minutos de silencio, inmóviles, temerosos de que aquella criatura vuelva a hacer aparición. Finalmente, me incorporo y me atrevo a decir lo que estoy segura que mis dos amigos piensan:
Tenemos que escapar de este lugar cueste lo que cueste".
"En todo aquel miedo había una dosis de aventura que en realidad era lo que nos hacía sentirnos activos. Aunque sabíamos que si nos pillaban se acababa nuestra historia, el secreto nos hacía sentirnos fuertes".
"Greco sale al exterior y nosotras lo seguimos. A lo lejos, la luz de la luna dibuja el lateral del edificio del comedor y, un poco más allá, el edificio de la directora y los monitores. Y, justo después, recortada en la noche, la torre gris, como una pieza gigante de ajedrez. Encima, como si de un faro se tratara, una potente luz barre la oscuridad.
Parece que estamos prisioneros en un campo de concentración digo".
"Piénsalo: ¿no te gustaría olvidar los errores del pasado y empezar de nuevo libre de cargas?
No. No hay que olvidarse de los errores le he contestado y, al hacerlo, he sentido que estaba hablando más para mí misma que para ella. Los errores forman parte de nosotros, sirven para ayudarnos a crecer".
"Los celos son como una llama que me arde dentro".
"¿Yo?
¿Tienes algún chico especial?
Al escucharle decir «especial» casi me da la risa: sí, sin duda Greco está tan nervioso como yo.
¿Aparte de ti?, le digo con toda la coquetería de la que soy capaz, que, teniendo en cuenta que llevo puesto un triste chándal gris, no es mucha.
Greco calla. Estoy tan cerca de él que puedo escuchar cómo traga saliva. Me pregunto si habré metido la pata. Típico de mí: «eres demasiado lanzada, Iris, asustas a los chicos», me parece escuchar la voz de Ivette.
Tú también eres muy especial para mí me dice.
Levanto la cara y tropiezo con sus ojos intensos y oscuros, pendientes de mí. Creo que me va a besar. Estoy convencida. Deseo que me bese.
Su cara se acerca a la mía, lentamente, y, justo un segundo antes de que sus labios alcancen los míos, se me arruga el corazón: escuchamos un grito".
"Todavía miro debajo de la cama antes de irme a dormir. Porque yo sé que los monstruos existen. Y también sé que, tarde o temprano, volverán a por mí".
Josan Hatero
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