miércoles, 15 de mayo de 2019

Citas: Abandonarse a la pasión: Ocho relatos de amor y desamor - Hiromi Kawakami


Lluvia fina

"—¿Al lado de la playa? Entonces el mar no puede estar muy lejos. Pero  no huele a agua salada. —Mezaki me apretó la mano con más fuerza, quizá por miedo.
Levanté la vista, pero estaba muy oscuro y no le vi la cara. Me parece  curioso que un hombre coja la mano de una mujer cuando tiene miedo. O quizá me coge la mano precisamente porque soy una mujer".

"El avión de antes ya se había ido. A pesar de lo inmenso que parecía el cielo nocturno, había desaparecido enseguida. Si un avión puede desaparecer tan deprisa, quizá el cielo no es tan grande como parece, sino pequeño y estrecho. O tal vez más allá del cielo que vemos hay otro cielo infinito por el que vuelan los aviones".

"Mezaki me sujetó la cara con ambas manos y me dio un beso.
—¡Mezaki…! —exclamé justo después, mientras me apartaba. Pero él me sujetó la cara de nuevo y me besó otra vez. Me mordía los labios apasionadamente.
Apestaba a alcohol. Todo su cuerpo rezumaba alcohol.
—Te quiero, Sakura —me dijo con seriedad".

"—Oye, Mezaki. ¿Te acuerdas de lo que ha pasado antes?
Habíamos empezado a caminar de nuevo.
—Vamos a dar un paseo, que hace frío —había dicho Mezaki levantándose. 
Los cantos de las ranas, que parecía que nos llovieran encima, habían disminuido un poco. El camino seguía siendo igual de ancho. De vez en cuando, siempre al mismo lado, aparecía un poste de luz—. ¿He hecho algo? —me preguntó Mezaki restregándose los ojos.
—¿No te acuerdas? —insistí.
—No me acuerdo de nada —repuso él.
—Sí, ya lo veo.
Desvié la mirada. Mezaki seguía frotándose los ojos, medio adormilado.
—Lo siento, no me acuerdo.
Después de haberse disculpado, se detuvo, se inclinó hacia mí y me dio un suave beso.
—Veo que sí te acuerdas.
Acto seguido, se apartó de mí.
—Antes te he besado, ¿verdad? —me preguntó, pero no volvió a hacerlo.
Tampoco me tomó la mano. En el camino oscuro y silencioso sólo se oían nuestros pasos".

"—¿Mezaki? —dije con un hilo de voz. Me pareció que no me había oído. 
La lluvia me caía en la cara, en el cuello, en los hombros y en las nalgas. Intenté orinar, pero no podía.
—¿Te encuentras bien, Sakura? —me preguntó Mezaki.
—¿Sigues ahí? —Era su voz.
—Sí, estoy aquí. Sigo aquí. —En cuanto la orina empezó a salir, salió toda de golpe. El chorro caía encima de las hojas y las mojaba como la lluvia. 
Cerré los ojos y vacié la vejiga.
—Te echo de menos —dijo la voz de Mezaki.
—Yo también te echo de menos, incluso ahora.
El azul oscuro del cielo se había aclarado un poco más. La lluvia seguía cayendo. Ni más rápida, ni más lenta".

Abandonarse a la pasión

"—Es el tópico de los amantes fugitivos de la época de Chikuden —dijo Mori, acariciándome la mejilla—. Supongo que esto es lo que hacemos.
—Los amantes fugitivos… —reflexioné, de nuevo con la boca entreabierta, mientras Mori seguía acariciándome.
—Es cuando dos amantes se escapan cogidos de la mano.
—Ah".

"—Somos dos amantes fugitivos. Deberíamos abrazarnos con fuerza y dejarnos arrastrar por la pasión susurrando que queremos morir juntos, ¿no crees?
—No me apetece mucho dejarme arrastrar por la pasión —repuse mientras empujaba a Mori, que se me había acercado por detrás para acariciarme la espalda y el vientre. Él soltó una risita traviesa.
—¿Qué tiene de malo la pasión? —objetó, y me hizo volver hacia él. 
Siguió haciéndome cosas apasionadas, pero a mí no me lo parecían. Pensé que  Mori sabía que aquello no era pasión y que sólo se esforzaba en fingirlo".

"Mori se me acercó de repente y me dijo:
—Quiero hundirme en un mar de pasión. Ahora mismo. Dejémonos llevar por la pasión.
—Ya es casi mediodía —protesté.
—Es que estoy loco por ti, Komaki —repuso él a punto de llorar, y me cubrió el pecho y el cuello de besos. Luego nos hundimos rápidamente en un mar de pasión".

"—¿Me quieres? —le pregunté, precisamente porque sabía que no me respondería. De lo contrario, no se lo habría preguntado.
Los dos estudiantes habían empezado a hablar. No parecía que hablaran del cómic, sino de la hermana de alguien que vivía cerca de su casa, según me pareció entender. Al cabo de un rato, Mori bajó de su mundo y me miró fijamente.
—Siempre te digo que te quiero, no paro de decírtelo. ¿Por qué no lo entiendes?".

"—Eres idiota, Komaki —me reprochó, con la voz ahogada—. No has aprendido nada, ¿verdad? No te acuerdas de nada.
Aquel comentario inesperado me sorprendió. Me sentí de nuevo como si estuviera flotando, con más intensidad que nunca.
—A lo mejor soy idiota, pero te quiero mucho.
—Eres idiota —repitió él.
—¿Por qué lo dices?
—Sabes que somos amantes fugitivos. Nuestro único objetivo es hundirnos en un mar de pasión, por eso huimos juntos. Esto va en serio".

El canto de la tortuga

"Seguro que lo recuerda absolutamente todo, como el nombre del pájaro que cantaba desde la rama de un árbol, la posición en la que estaban las manecillas del reloj y las palabras que escogí como respuesta. Sin embargo, sería un error pensar que se acuerda de todo porque me quiere. Su prodigiosa memoria no tiene nada que ver con sus sentimientos hacia mí".

"—No podemos estar juntos —dijo, desviando la mirada.
—¿Por qué no?
—Porque no.
—Pero ¿por qué no?
—Porque no podemos estar juntos".

"—He conocido a una mujer muy interesante —dijo de repente—. Me abordó de repente.
—¿Te abordó?
—Sí, y me hizo sentir incómodo.
—¿Y qué tiene eso de interesante? —debí de responderle.
—Había algo en ella fuera de lo corriente.
—Debía de dar miedo —dije, pero Yukio sacudió la cabeza.
—No me dio miedo, fue excitante. El otro día me acosté con ella —añadió.
—¿Cómo?
—Estuvo muy bien".

"—Si estás conmigo, te acabarás hundiendo —le dije.
—Lo sé —me respondió".

Pobrecita

"—¿Hacemos el amor aquí?
—No —le digo yo.
—¿Por qué no?
—Porque la hierba pica y duele.
—Pobrecita, qué pena".

"—Entonces ¿por qué me haces daño?
—No lo sé.
—Me gusta que me hagas daño.
—¿En serio?
—Sí. ¿Quieres que yo también te lo haga?
—A lo mejor algún día me gustaría.
—Pues te haré daño. Cuando tú quieras".

"—¿Por qué te compadeces de mí?
—Todos somos dignos de compasión".

"—No sabía que te gustaran los parques de atracciones, Nakazawa.
—Me parecen lugares llenos de felicidad.
—Hay gente que dice que son tristes.
—¿Por qué a alguien puede parecerle triste un parque de atracciones?
—Quizá porque hay mucha gente, porque se oye música de feria y porque cuando oscurece encienden las lucecitas.
—Eso no es triste".

El pavo real

"—¿Cómo vas a morir bebiendo sake? —exclamé.
—Es que tú te lo tomas todo demasiado en serio, Tokiko —me reprochó.
—No pensabais suicidaros, sólo os emborrachasteis —insistí, molesta por aquel comentario.
—No te creas, la vida es más compleja. No te lo tomes todo tan a pecho y vamos a beber".

"—¿Estás llorando? —me preguntó.
—No —mentí, mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Apenas me salía la voz, sólo un llanto incontenible.
—No llores.
—Quiero llorar.
—Las lágrimas no te hacen muy atractiva.
—A ti nunca te he parecido atractiva.
—No es verdad, en cierto modo lo eres.
—¿Qué significa en cierto modo?
—Pues eso, en cierto modo".

Cien años

"—He tenido una pesadilla —dijo.
—¿En qué has soñado?
—No me acuerdo, pero daba miedo.
—Ah. Ya veo.
—Tienes que ayudarme.
—¿A hacer qué?
—No lo sé. Pero tienes que ayudarme.
—Oye, ¿qué te parece si, en vez de suicidarnos, nos vamos de aquí y desaparecemos?".

"—No importa adonde vayamos, nada cambiará".

"—Morir es demasiado complicado.
—Quizá tengas razón".

Avidya

"—Parece que el aroma de los ciruelos nos llueva encima.
—¿Que nos llueva encima?
—Sí, como si cayera del cielo.
—Qué poético.
—Gracias".

"—Cuántos recuerdos —suspiró Tota, señalando un pequeño cuenco.
—¿Por qué lo dices?
—Antes utilizábamos esos platos abombados, ¿verdad?
—Ahora que lo dices…
—Todos estos objetos parecen muy antiguos.
—Sí, se nota que tienen un montón de años.
—Por eso son tan interesantes.
—Su vida es tan larga como la nuestra.
—Sí, pero ellos tienen más valor.
—¿Por qué?
—Porque nosotros no cambiamos nunca.
—Sí que lo hacemos.
—Casi nada".

"El cuenco estaba agrietado, pero lo habían restaurado con laca y oro. Tenía un chorlito dibujado.
—Qué bonito.
—Sí, mucho.
—Y pensar que eso lo hizo alguien…
—Pues claro.
—Creamos y morimos".





Hiromi Kawakami

No hay comentarios.:

Publicar un comentario