"Algunos países actúan como una droga". "La pretensión induce a escribir". "Mi madre siempre ha tenido el carácter más alegre del universo. La noche de nuestra llegada a Pekín, la fealdad la impactó de tal modo que se echó a llorar. Y se trata de una mujer que nunca llora". "Sólo venden té. «China es un país en el que se bebe té», pienso. Bien. Me acerco al viejecito que sirve este brebaje. Me ofrece un cuenco de té hirviendo. Me siento en el suelo con el enorme cuenco. El té es fuerte, fabuloso. Nunca había bebido uno así. En pocos segundos, me emborracha el cerebro. Experimento el primer delirio de mi vida. Me encanta. Voy a hacer grandes cosas en este país. Doy brincos por el aeropuerto y voy dando vueltas como una peonza. Y, bruscamente, me doy de narices contra el comunismo". "Sin enemigo, el ser humano no es nada. Su vida es un sufrimiento, un agobio de vacío y de aburrimiento". "Si te reconcilias con tu enemigo, deja de ser enemigo. Y si ya no hay enemigo, hay que encontrar uno nuevo: todo vuelve a comenzar. O sea que no resuelves nada en absoluto. Así pues, hay que amar al enemigo pero no decírselo. En ningún caso hay que pensar en una reconciliación". "Pero la auténtica belleza debe dejar lugar a dudas: debe dejar al alma una parte de su deseo". "Actualmente ya no vivo en Pekín ni tengo caballo. He sustituido Pekín por el papel y el caballo por la tinta. Mi heroísmo se ha vuelto subterráneo". "Un coche desconocido se detuvo delante del edificio contiguo. Unos vecinos nuevos: otros extranjeros a los que encerrar en el gueto para que no contaminaran a los chinos. El coche contenía enormes maletas y cuatro personas, entre las cuales figuraba el centro del mundo. El centro del mundo vivía a cuarenta metros de mi casa. El centro del mundo tenía nacionalidad italiana y se llamaba Elena. Elena se convirtió en el centro del mundo en el momento en que sus pies se posaron sobre el hormigonado suelo de San Li Tun". "Con una sola mirada, uno percibía que amar a Elena sería al sufrimiento lo que Grévisse es a la gramática francesa: un clásico abucheado e indispensable". "Aquel día llevaba un vestido de película en bordado inglés blanco. Yo me habría muerto de vergüenza si hubiera tenido que ponerme semejante atuendo. Pero Elena no pertenecía a nuestro sistema de valores y su vestido la convertía en un ángel en pleno proceso de floración". "Salió del coche y no me vio. Poco más o menos, aquélla fue la política que seguiría durante todo el año que íbamos a pasar juntas". "Necesité tiempo para darme cuenta de que a Elena sólo le importaba una cosa: ser mirada. Así, sin saberlo, la hice feliz: la devoraba con la mirada. Me resultaba imposible dejar de mirarla. Nunca había visto nada tan hermoso. Era la primera vez en mi vida que la belleza de alguien me impactaba". "Pero el misterio no acaba aquí. Comprendí que no podía limitarme a amarla: era necesario que ella también me amara. ¿Por qué? Porque sí". "Se lo comuniqué con toda sencillez. Me resultaba natural tener que informarla: —Tienes que amarme. Se dignó mirarme, pero se trataba de una mirada que habría podido ahorrarme. Emitió una pequeña risa despectiva. Estaba claro que acababa de decir una tontería". "—Tienes que amarme porque yo te amo. ¿Lo entiendes?". "—¿Fabrice está enamorado de ti? —Sí —respondió con indiferencia, como si resultase obvio. —¿Y tú le amas? —Soy su novia. —¡Su novia! Entonces debes de verle muy a menudo. —Todos los días, en la escuela. —Ah, no, todos los días, no. Ni el sábado ni el domingo. Silencio distante. —Y por la noche tampoco lo ves. Sin embargo, es sobre todo por la noche cuando los enamorados deben verse". "—¿Así que harías cualquier cosa por mí? —retomó en tono divertido. —¡Sí! —dije, esperando que me ordenase lo peor. —Pues quiero que des veinte vueltas al patio corriendo, sin detenerte. (...) —Ya está —dije. —¿Qué? —se dignó preguntarme—. Ah. Se me había olvidado. Vuelve a empezar, no te he visto. (...) —Aquí estoy otra vez. —Bien —dijo ella, sin dar la impresión de haberme visto—. Veinte vueltas más. Ni ella ni el ridículo parecían verme. (...) —Vuelve a empezar. —¿Recuerdas lo que te conté? —pregunté tímidamente. —¿Qué?
—El asma. —¿Acaso crees que te pediría que corrieras si no me acordara? —respondió con absoluta indiferencia". "—Elena, te he mentido. Hace meses que te miento. Dos ojos se levantaron. Me sorprendió su ausencia de sorpresa: estaban solamente al acecho. Ya era demasiado tarde. —Te quiero. Nunca he dejado de quererte.No te miraba por culpa de la consigna. Pero te miraba de todos modos, a escondidas, porque no puedo dejar de mirarte, porque eres la más hermosa y porque te quiero".
"Tendría que pasarme toda la noche escribiendo, tantas son las cosas que se me echan encima, pero sólo son cosas impuras". "Voy detrás de dos muchachas que continuamente se vuelven, intranquilas y curiosas, para mirarme; intranquilo y curioso, pero encima indeciso, me dejo guiar por ellas a lo largo del monte, por un puente, un prado, bajo un terraplén del ferrocarril, hacia una sorprendente rotonda formada por la pendiente del bosque y el terraplén del ferrocarril y, mucho más arriba hacia un bosque que aparentemente se prolonga hasta bastante lejos". "Tan abandonada me parecía aquella librería, tan abandonados los libros. Aquél era el único sitio en el que se notaba que Friedland estaba conectada con el mundo, pero aquella conexión era tan tenue". "La campesina heroica (sibila délfica). Una ríe y otra que duerme recostada en su regazo se despierta y saluda con la mano. Describir el saludo de Max habría significado introducir en la descripción un elemento de hostilidad sólo aparente". "La gran catedral: ¿vieja o nueva? Los hombres deben situarse en los lados. El sacristán nos recomienda unos lugares mejores. Le seguimos porque va en la misma dirección que nosotros, es decir, hacia la salida. Cuando llegamos a la puerta, parece creer que no encontramos los sitios que nos ha indicado, y se lanza hacia nosotros cruzando la iglesia. Nos empujamos afuera el uno al otro. Muchas risas". "Me miró muchas veces, con la curiosidad de ver si dejaba de una vez de ponerme pesado mirándola". "La chica que, al sentarse, dejaba ver bajo el vestido traslúcido su vientre indudablemente informe por encima de las piernas separadas y entre ellas, pero cuando se levantó el vientre se encogió como un decorado teatral detrás de un velo, lo que daba como resultado final un cuerpo femenino soportable". "Es irresponsable viajar sin tomar notas, incluso vivir". "Sensación agradable cuando el médico auscultaba una y otra vez mi corazón, pidiéndome que pusiera el cuerpo cada vez en una posición diferente, sin llegar a ninguna conclusión. Se detuvo especialmente palpando la zona del corazón, la cosa duró tanto que casi parecía que lo hiciera sin motivo alguno". "Al parecer se ha puesto de acuerdo con su madre, con la que habla por la ventana desde la calle. Vestido rosa, mi corazoncito. Nerviosa por el gran baile de esa noche". "Me despido para siempre. Ella no lo sabe, pero si lo supiera le daría lo mismo". "Después de despedirme de ti estuve bastante tiempo sin sentirme solo. Y luego otra vez me he vuelto a ensombrecer tanto, que aquello no llegaba ni siquiera a soledad". "La sola idea de que no vas a leer estas cosas enseguida, sino dentro de un tiempo, me hace sentirme inseguro".
"Mi pensamiento sigue solo esa línea: la golondrina". "Deja que los pollitos también conversen, lluvia de ocaso". "Cielos y tierra en uno se han fundido: niebla primera". "Anda el patito del todo enamorado, naturalmente". "Montes en primavera; por mi nombre me llaman, no sé de dónde". "Y desde mi almohada se ven marchar estrellas. Va abriendo el alba". "Mosca de otoño: la atrapé; para, luego… dejarla libre". "Señor gorrión: me cumple presentaros a un tal «Espantapájaros»". "Yendo va…, yéndose…; y entre brumas, su flauta de despedida". "Al dios de los ciruelos le pediré un amor, sin saber cuál". "La despedida: al hilo de mis sueños, con la Vía Láctea". "Sueño de la libélula: una vez, y otra, y otra… la punta de una estaca".
"si en el crepúsculo el sol era memoria ya no me acuerdo". "los pies de lluvia nos devuelven el frío de la desdicha". "después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida". "a nuestra muerte no conviene olvidarla ni recordarla". "la mariposa recordará por siempre que fue gusano". "los hombres odian presumen sueñan pero las aves vuelan". "óyeme oye muchacha transeúnte bésame el alma". "si no se esfuman hay que tener cuidado con los fantasmas". "me gustaría mirar todo de lejos pero contigo". "no sé tu nombre sólo sé la mirada con que lo dices". "si hubiera dios nadie le rezaría por no aburrirle". "dame cobijo con toda la ternura que te he prestado". "en cada historia el perdón y la inquina son estaciones". "el exiliado se fue adaptando al tedio de la nostalgia". "la golondrina de vuelta a su pasado no encuentra el nido". "no quiero verte por el resto del año o sea hasta el martes". "desde la biblia el cielo y el desnudo pecaron juntos". "si me mareo puede que esté borracho de tu mirada". "quién lo diría los débiles de veras nunca se rinden". "pasa que al trébol si tiene cuatro hojas no hay quién lo aguante". "en todo idilio una boca hay que besa y otra es besada". "mientras revivo acuden primaveras a mi memoria". "quisiera verte en vigilia o en sueños o dondequiera". "si el corazón se aburre de querer para qué sirve". "en la razón sólo entrarán las dudas que tengan llave". "si cae un rayo los valientes se abrazan a los cobardes". "allí en tu alma allí en tu corazón allí no hay nadie". "se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida". "cuando me entierren por favor no se olviden de mi bolígrafo". "pasan las horas y ya nos queda un poco menos de vida". "somos tristeza por eso la alegría es una hazaña". "con la tristeza se puede llegar lejos si uno va solo". "en foto sepia estabas vos y el tiempo se fue contigo". "cuando reuní mis insomnios completos quedé dormido". "no más rodeos prefiere que la besen a quemarropa". "resucitar es tan difícil como morir con ganas". "cada mujer puede ser dos mujeres déjenme una". "si me torturan no diré nada nunca dijo el cadáver". "el amor núbil puede nacer a veces de un parpadeo". "vuelva señora / tras la aduana del beso vendrá el tuteo". "en el amor es virtuoso ser fiel mas no fanático". "hace unos años me asustaba el otoño ya soy invierno". "no eras nadie hoy sos el personaje de tu velorio". "una mirada puede tener la fuerza de un esperpento". "follar coger fornicar aparearse cuántos sinónimos". "¿romperse el alma? ojo / para las almas no hay accesorios". "y aquí termino sin hacer sombra a nadie ni descuidarme".
"Fui a buscar una lapicera y como no encontraba ninguna, abrí su maletín y ahí estaba: un corazón dibujado con rouge, cruzado por un «te quiero», y firmado «tuya». Una reverenda grasada, pero la verdad es que en ese momento me dolió". "Porque mi primera reacción de preguntarle «¿qué es esto?», ya la había descartado. ¿Qué me iba a contestar? Un papel, con un corazón, un te quiero, una firma. No, ésa era una pregunta estúpida. Lo importante era saber si ese papel significaba algo importante para él, o no. Porque en definitiva, y por más que a una le pese, a toda mujer, en algún momento, le meten los cuernos. Es como la menopausia, puede tardar más o menos, pero ninguna se salva". "Yo no soy de manejar, y menos de noche, pero era un caso de fuerza mayor. No iba a llamar a un taxi y decirle: «¡Siga a ese auto!», como en las series". "Ernesto se puso como loco, la zamarreaba, le tomó el pulso, hasta trató de hacerle respiración boca a boca. Pero nada, una desgracia. Yo no sabía qué hacer, no me iba a presentar así como así, y decirle «Ernesto, ¿te doy una mano?»". "En los accidentes no hay culpables sino víctimas". "—Hola… —… —¡Hola! —¿Está Iván? —¿Quién le habla? —Una amiga. —Las amigas de mi hijo tienen nombre". "Eso fue cosa del destino que quiso que esa mujer terminara así. O de Dios. Y yo en esas cosas creo. Y las respeto. Y busco el mensaje. Porque ¿por qué esa mujer terminó desnucada en los bosques de Palermo y no paseando con mi marido por la Recoleta? Las cosas son como son por algo". "La puerta del cuarto de Lali estaba entreabierta y me acerqué. Espié sin entrar. Ernesto lloraba sentado en el piso, junto a la cama de Lali. La acariciaba. Había tantas cosas por hacer y él se tomaba sus tiempos para sensiblerías". "Porque por más que una quiera a un hombre, una tiene sus límites, y hay momentos en que, francamente, le pegaría un tiro". "«Su marido todavía no llega, señora», dijo. «No, ya sé, justamente me pidió que avisara que hasta el mediodía no va a estar por acá, subo a decirle a su secretaria.» «Ella tampoco llegó», dijo. «Ni va a llegar», pensé para mis adentros; y reconozco que sentí un poco de culpa por un pensamiento tan poco apropiado. Pero bueno, una no puede controlar hasta los pensamientos". "Antes de entrar, me coloqué unos guantes de goma que compré en el camino. A esa altura de mi vida llevaba vistas demasiadas series policiales como para andar dejando mis huellas por cualquier lado". "«No se puede andar poniendo la foto del amante entre la bisabuela y la prima, como si todos fueran la misma cosa», pensé". "Mi mamá me hubiera dicho: «Con los hombres es más peligroso un ramo de flores que una cachetada»". "Los días siguientes fueron un infierno. No pasó nada. ¿Cómo una puede sentirle el gusto a lavar los platos, a barrer o a planchar, cuando tiene entre manos algo tan importante como el encubrimiento de un asesinato? ¿Cómo concentrarse en el punto del caramelo, en bajar la comida del freezer, o limpiar un inodoro? ¿Cómo soportar la eterna cara de culo de una hija adolescente?". "—Mamá va a rezar por vos para que salga todo bien. —¿Y vos desde cuándo rezás? —…". "—Cuidate, por favor, hijita. Y mucho juicio. —¿Qué querés decir con «mucho juicio», papá? —Que te portes bien… —A vos no te pregunté. —Nada, hija, que no hagas locuras, que no corras riesgos, no sé, no sé qué quise decir. —Entonces la próxima vez no digas nada —…". "—¡Qué amarga es, por Dios! —Está nerviosa, Inés, es eso. —Es una amarga. No sé cómo me puede haber salido así. —Saludá, haceme el favor, y cambiá esa cara que está mirando por la ventanilla. —Chau, querida, que lo pases lindo. —Chau, hijita, cuidate". "El dolor te va curtiendo, te va dando calle, te enseña". "Una no se puede pasar toda la vida golpeándose el pecho y recitando «por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa»". "Como si tuviera una tara. Mamá me vio mal y me dijo: «Nena, no te preocupes, que en la vida si hay algo que no te va a servir absolutamente para nada, es saber lo que es un triángulo isósceles»". "Descarté esta alternativa por un motivo muy simple: yo no creo en las casualidades. Y uno tiene que ser fiel a uno mismo. «Casualmente» podés ir por la calle y que de un balcón se caiga una maceta y te parta la cabeza. Pero pensar que dos personas pueden besarse «casualmente» mientras se embarcan para un vuelo, es, como mínimo, infantil". "Una está preparada para que un hombre la cague, eso es un clásico. Y si nunca te cagaron vivís toda la vida con la espada de Damocles sobre la cabeza porque sabés que un día, más tarde o más temprano, te van a cagar". "—Che, nena, te encanta hablar a vos, ¿no? —… —¿Qué pasa? —… —Pará, pará, no me pongás esa cara que yo no te hice nada malo. —…. —Ah, no, lo único que me falta es que me hagás una pobrecita y te pongás a llorar. ¿Si yo qué te hice? Te hablé nomás. —… —No, pará, ahora no te rajés. ¿Te falté el respeto, yo, te hice algo? —…. —Cortala, nena, no llorés que me hacés quedar como la mona, ¿la gente qué va a pensar? —… —Nena, estás jodida vos, ¿no? ¿Se puede saber qué te pasa? —… —Con esa carita y a tu edad, ¡qué te puede pasar! ¡Dejate de joder! —Estoy embarazada, mi novio se borró, mi viejo y mi vieja no saben nada, mi viejo le mete los cuernos a mi vieja y se fue de viaje con la mina, mi vieja sabe todo lo de mi viejo pero se hace la boluda… —¡A la pelota!". "Le serví el pollo. Ernesto se veía mal, preocupado. No era para menos, pero si uno no pone un poco de onda, la realidad te mata". "Cuando dos personas se conectan como lo habíamos hecho nosotros, la cosa puede durar toda la vida. En cambio, hasta la mejor atracción sexual se termina cuando llega el orgasmo. Y después te quiero ver remontando el barrilete de nuevo". "No me gusta manejar, menos cuando estoy nerviosa. Y para qué negarlo, estaba nerviosa. Parecía que algo dentro de mi cuerpo se iba a salir por mis orejas. Algo caliente, algo en ebullición. ¿Las tripas?". "Bajé del colectivo por la puerta trasera. Como corresponde. El timbre no andaba. Grité. El chofer también. No lo puteé porque no es mi estilo, pero lo habría puteado". "No, yo nunca antes había alquilado un auto, ¿y qué? «Son las normas», me dijo y agregó: «Yo no puedo hacer nada». «Sí, podrías irte a la mismísima mierda», le dije, ya no estaba para sutilezas. Tenía ganas de matarlo. Podría haberlo hecho". "Caminé hasta el hotel. Pasé caminando frente a la puerta y me metí. El empleado me dijo que no aceptaban mujeres solas. Le contesté que quería masturbarme. «No, lo lamento», me respondió un señor con granos. Salí. Miré a un lado y a otro como buscando alguien con quién entrar. Era una locura". "El día de nuestro juicio, Ernesto y yo nos podremos quejar de que no cometimos el crimen que se nos imputa, pero no vamos a poder decir que somos inocentes. En el fondo, nadie es inocente".
"Nuestra profesora nos dijo que la obra estaba maldita, pero no la creímos; nos lo tomamos a broma. Claro, que cuando vi al fantasma con mis propios ojos supe que de broma, nada". "—¡Zeke! ¿Dónde estás? —pregunté—. Venga, sube la plataforma o échame una mano. No puedo subir sola. Pasó otro minuto que me pareció una hora. De pronto me di cuenta de lo que pasaba. ¡El muy imbécil quería darme un susto! —¡Oye, ya está bien! —grité. Ya estaba más que harta de Zeke Matthews. —¡Zeke! —grité—. ¡Basta ya! ¡Súbeme! Por fin aparecieron sus manos en el agujero. —¡Ya era hora! —exclamé, enfadada. Le cogí las manos y me subió al escenario. Me aparté el pelo de la cara mientras se me acostumbraban los ojos a la luz. —¡No ha tenido ninguna gracia! ¿Cómo se te ocurre dejarme ahí abajo esper…? De pronto me quedé callada y tragué saliva. No era Zeke el que me había sacado del escotillón. Unos ojos furiosos y oscuros me miraban a la cara". "—Es increíble que la señorita Walker no nos creyera —comentó Zeke, irritado. —¿Tú te creerías una historia tan demencial? —pregunté". "—Esto no me gusta nada —murmuró Brian al doblar una esquina—. La verdad es que tengo mucho miedo. —Tú imagínate que estás en una película de terror —le dije—. Imagínate que no es más que una película".
"No teníamos otro motivo más que la curiosidad. Apeonarse algunas mujeres, que desaparecieron en seguida; pero una de ellas, muy joven, se quedó sola en el patio, mientras un hombre de edad avanzada, que parecía acompañarla, cuidase de que sacaran su equipaje de las cestas. Me pareció la joven tan encantadora, que yo, que nunca había pensado en la diferencia de los sexos, ni había mirado a una muchacha con atención; yo, cuya formalidad y continencia admiraba todo el mundo, me sentí inflamado de repente hasta la locura. Tenía yo el defecto de ser tímido con exceso y fácil de desconcertar; pero entonces, lejos de verme detenido por esta flaqueza, me adelanté hacia la dueña de mi corazón". "El amor, que desde un momento antes adueñase de mi corazón, me iluminó de tal forma, que consideré aquel propósito como un golpe mortal para mis deseos". "Habíase quedado paseando en el patio mientras yo hablaba de amor a mi bella amante. Como temía su cordura, me deshice de él rogándole que me hiciera un encargo. De este modo, al llegar a la posada, tuve el placer de encontrarme a solas con la soberana de mi corazón". "Pronto comprendí que era menos niño de lo que yo suponía. Mi corazón se abrió a mil sentimientos de placer, de que nunca me formara idea. Un calor dulce se difundía por mis venas. Estaba en una especie de transporte, que por algún tiempo quitó la libertad de mi voz y sólo se expresaba por mis ojos". "Por muy apasionado que yo estuviese por Manon, ella supo convencerme de que no lo estaba menos por mí. Eramos tan poco reservados en nuestras caricias, que no teníamos paciencia para esperar a encontrarnos solos. Los postillones y los hoteleros mirábannos con admiración, y yo observaba que se sorprendían al ver dos niños de nuestra edad que parecían amarse hasta el furor". "Cuanto más la conocía, más cualidades amables descubría en ella. Su talento, su corazón, su dulzura y su belleza formaban una cadena tan fuerte y tan encantadora, que yo hubiera cifrado toda mi dicha en no soltarme de ella. ¡Terrible mudanza! Lo mismo que hoy constituye mi desesperación pudo hacer mi felicidad. Soy el más desgraciado de los hombres, por esta misma constancia que me daba derecho a esperar la suerte más dulce y las mejores recompensas del amor". "La adoraba, esto era cierto, nunca le había dado más pruebas de amor de las que había recibido de ella. ¿Por qué acusarla de ser menos sincera y constante que yo? ¿Qué razón la habría inducido a engañarme? No hacía tres horas que me había colmado de caricias y había recibido las mías con transporte; yo no conocía mejor mi corazón que el suyo". "Cierto que ya no la quería. ¿Cómo querer a la más voluble y pérfida de las criaturas? Pero su imagen, los rasgos deliciosos, que yo llevaba grabados en el fondo de mi alma, subsistían aún". "Que las resoluciones humanas cambien, es cosa que nunca me ha sorprendido; una pasión las engendra, otra pasión puede destruirlas". "Un momento después de mi vuelta me avisaron que una señora quería verme. Fui al locutorio inmediatamente. ¡Oh, Dios, qué admirable aparición! Encontré allí a Manon. Era ella; pero más adorable, más bella que la viera nunca. Tenía entonces dieciocho años. Sus encantos sobrepujaban a todo encarecimiento; su aire era tan fino, tan dulce, tan atrayente: era el Amor mismo. Toda ella me pareció un encanto". "—¿Qué pretendes, pues? —exclamé yo. —Pretendo morir —respondió ella— si no me devuelves tu corazón, sin el cual no puedo vivir. —Pídeme la vida, ¡infiel! —repuse, dando salida a mis lágrimas, que en vano me esforzaba por contener—; pídeme la vida, que es lo único que no te he sacrificado, pues mi corazón nunca ha dejado de ser tuyo". "Apenas pronuncié estas palabras, levantóse ella con ímpetu para arrojarse en mis brazos. Me colmó de mil caricias apasionadas. Me llamó con todos los nombres que el amor inventa para expresar la más viva ternura". "Mis quejas fueron interrumpidas por una visita que no esperaba: la de Lescaut. —¡Verdugo! —dije, echando mano a la espada. ¿Dónde está Manon? ¿Qué has hecho de ella? Mi movimiento le asustó. Me respondió que si así lo recibía cuando venía a darme cuenta del favor más importante que podía hacerme, se iría y no pondría jamás los pies en mi casa". "—¿Entonces, me amas mucho? —le pregunté. —Mil veces más de lo que puedo expresar —respondió. —¿Entonces, ya no me volverás a abandonar? —añadí. —¡No, nunca! —repuso ella". "Mi alma no siguió a la suya. El Cielo no me consideró, sin duda, bastante castigado, y ha querido que arrastre después una vida lánguida y miserable. Renuncio voluntariamente a que nunca más sea feliz".
"«El tiempo, el tiempo… —se dijo la anciana—. ¡Ay, Dios mío! No te das cuenta de cómo pasa, y un día ves que los niños son más altos que tú…". "Los tiempos han cambiado. Y los hombres también". "«Deberías beber, Tatiana —le decía—. El vino quita todas las penas". "Fue la última vez que pronunció el nombre de Yuri. Sus viejos labios parecían haberse cerrado para él de manera definitiva. Cuando los demás lo mencionaban, no respondía; muda y hierática, miraba el vacío con una especie de glacial desesperación". "—A veces, todo vuelve a surgir del fondo del alma…".