su amigo, de un conde;
él era judío, su amigo ario.
Vivían en la Alemania nazi.
Pensaron que nada de eso
podía separarlos
y se equivocaron".
"Ingresó en mi vida en Febrero de 1932 y ya no ha salido de ella".
"Desde entonces ha transcurrido más de un cuarto de siglo, han pasado más de nueve mil días, inconexos y tediosos, vacíos, por la sensación del esfuerzo o el trabajo inútil... días y años, muchos de ellos tan muertos como las hojas mustias de un árbol seco".
"Recuerdo el día y la hora en que me fijé los ojos por primera vez en este muchacho que habría de ser la causa de mi mayor dicha y de mi mayor desesperación".
"Le despreciábamos porque era afable y bondadoso, y porque olía a pobreza (...)".
"Le trataba con desdén y ocasionalmente con crueldad, esa crueldad de que tantos jóvenes sanos hacen gala en su trato con los débiles, los viejos y los indefensos".
"También eran hermosas las colinas blancas que circundaban mi ciudad, con las cuales parecía terminar el mundo para dejar paso al misterio".
"—Hola, Hans —murmuró, y de pronto comprendí, con júbilo, alivio y asombro, que era tan tímido como yo y que necesitaba un amigo con la misma intensidad que yo".
"No recuerdo mucho de lo que Konradin me dijo ese día, ni de lo que yo le dije a él. Lo único que sé es que caminamos de un lado a otro durante una hora, como dos jóvenes amantes, todavía con miedo recíproco, si bien yo sabía de alguna manera que ése no era más que el comienzo y que a partir de ese instante mi vida ya no sería hueca ni tediosa, sino que estaría llena de esperanzas y satisfacciones para ambos".
"Todos los días experimentaba la misma tortura de separación y exclusión, todos los días en esa casa encerraba la clave de nuestra amistad se tornaba más importante y misteriosa".
"Ambos sabíamos que ya nada sería como antes y que ése era el comienzo del fin de nuestra amistad y de nuestra infancia".
"Incluso los antiguos profesores parecía haberme olvidado. Estaba bastante complacido por ello. Había comenzado el largo y cruel proceso de desarraigo, y las luces que me habían guiado ya se habían amortiguado".
"La Alemania de mañana será distinta de la que nosotros conocimos. Será una Alemania nueva, bajo el liderazgo del hombre que va a determinar nuestro destino y el destino del mundo por muchos siglos".
"Pero yo no me engaño. Nunca he hecho lo que verdaderamente quería hacer: escribir un buen libro y una buena poesía. Al principio me falto valor para dedicarme a eso porque no tenía dinero, pero ahora que tengo dinero me falta valor porque no tengo confianza. Aunque esto no importa mucho".
"Mis heridas no han cicatrizado, y quienes me traen el recuerdo de Alemania no hacen más que frotarlas con sal".
"Y estos eran jóvenes que tal vez había conocido durante años, que en otra época habían estado vivos y llenos de esperanzas, que habían reído y vivido como yo".
Fred Uhlman
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