Citas: Las memorias de John Edward: Sombra recurrente - P.A.A. Noguera

x

 

"Allí, en el Castillo del Battana o más bien conocido como “Castillo Rojo”, habitaba el rey Ancore, a quien todos conocíamos por su enorme ego, orgullo y despotismo como el rey Nansori. Hombre guerrero, inquebrantable en batalla y líder del ejército. Alguien a quien la vida le había cambiado de golpe, ofreciéndole una oportunidad de esas que pasan una sola vez en la existencia de los vivientes. Una puerta en el destino, de la cual pocos tienen la dicha de disfrutar"

"Así fue creciendo en fama y autoridad; pero no solo crecía algo en el exterior que todos podían ver, sino que en lo más íntimo de su ser se estaba desatando una extraña enfermedad. La enfermedad que padecen todos aquellos que con ansias de poder, llegan a poseer la autoridad para dominar a otros; sin haber muerto previamente al lado más oscuro del corazón".

"Aquel día algo había cambiado, lo sentía, pero no lo entendía. Una profunda sensación de fortaleza, seguridad y confianza me había invadido. Y aquellas palabras, empezaban a retumbar en mi mente: «El creador tiene un destino de gloria para ti». ¿De qué se trataba y qué significaban esas palabras? No lo sabía. Sin embargo, creo que mi padre y mi madre también percibieron que algo había pasado, pero se quedaron callados y no dijeron nada esa noche. Se mantuvieron como si no supiesen nada al respecto. La visita del viejo Samof había sido más que una simple visita, había traído un cambio a la atmósfera de nuestra casa".

“Si persigues la libertad, deberás persistir más de una vez, al pretender alcanzarla”. 

                                                                                                                                                       Samof".

“Una victoria del pasado puede inspirar el nacimiento de una victoria en el futuro”. 

                                                                                                                                                       Samof".

"Las condiciones de aquella batalla nos habían encerrado en medio de aquel campo, en el que por momentos solo se escuchaban los gritos de guerra, el galopar de los caballos y el rechinar de las espadas".

"—¡No es fácil estar lejos de casa! —agregó el forastero.

—La verdad, que no es nada fácil estar fuera de casa — asentí, mientras aquel hombre miraba hacia el cielo, perdiendo su mirada en el infinito.

Pero como se quedó callado, pregunté:

—Kerk, ¿y dónde está tu casa?

Más el extraño amigo de Aristarco se mantuvo callado, y como continuaba sin hablar, volví a preguntar:

—¿Acaso tu casa está muy lejos?

Entonces dejó escapar una pequeña sonrisa, sin decir nada. Por lo cual callé, observé el cielo y también di una mirada a nuestro alrededor. Pero no habiendo nada por lo cual debiéramos preocuparnos, volví a contemplar aquella noche llena de estrellas. Y cuando menos lo esperaba, Kerk, se animó para hablar:

—¡Tú no conoces el lugar de dónde yo vengo! —comentó Kerk, con su mirada perdida entre las estrellas".

"Y con gran nostalgia, volvió a mirar hacia el cielo, contemplando las estrellas. Así que puse mi mano en su hombro y comenté:

—¡Aquí todos hemos perdido algo! Incluso hay quienes lo han perdido todo.

Y casi al instante que hice ese comentario, Kerk respondió:

—Hay quienes han perdido mucho, otros creen que lo han perdido todo, y están los que en realidad lo han perdido todo. Dejando atrás literalmente todo cuanto conocían, todo lo que tenían: amigos, familia e incluso el lugar en el cuál vivían; sin poder volver nunca más al lugar y tiempo que un día abandonaron.

Y aunque yo no podía comprender específicamente a lo qué se refería, podía identificarme plenamente con sus palabras. Quería hacer otras preguntas, por conocer más al forastero, amigo de Aristarco. Pero con cada cosa que decía, mi alma se acallaba y en silencio meditaba".

"—Después que fueron avisados para salir fuera y les encomendaron rescatar Malgwma, pensé en todas las cosas que podrían pasar siendo una misión de alto riesgo. Esto me dio la fuerza y valentía necesaria para buscarle y hablar con él. Así que caminé rápidamente para alcanzarle; quería hacer todo lo posible para explicarme. Y entonces, aquella noche a media luz de la luna, estando tan cerca, con sentimientos tan profundos y esas sensaciones de vacío justo en el estómago... Edward, me estrechó entre sus brazos… y, me besó.

Entonces Melba, la interrumpió:

—¿Te besó?

—Sí, me besó…

—¿Y después qué pasó?

—Por un instante subí hasta los cielos y me sentí como en una nube, pensé que algo nuevo estaba naciendo entre nosotros; pero algo pasó y Edward cambió de parecer. «Reiteró que me amaba y que lo nuestro no podía ser». ¡Y así, sin dar más explicaciones… se marchó! Por eso, es que he estado tan triste y desmotivada".

"Carolyn deseaba conversar con Melba de todos los detalles, cuando ésta volviese. Más estando a solas, aprovechó para sentarse junto al espejo y quitarse la manta que le había colocado Edward. Entonces vio que el vestido que llevaba puesto, no era el más acorde para la ocasión, que se traslucía toda su figura dejando ver su desnudez. Así recordó, que una extraña sombra pasó cuando se estaba vistiendo; pero de ahí en adelante no llegaba a recordar nada más; hasta el momento en que se halló entre los brazos de Edward, cubriéndola con la manta.

Entonces vino a su memoria la horrible pesadilla que había tenido con el hombre de la máscara, él cuál su rostro se envolvía en llamas, por lo que tuvo la sensación de que había estado atravesando por un encantamiento. De modo que experimentó vergüenza y una gran tristeza se anidó en su corazón".

"No siempre se puede proteger todo lo que se quiere, ni torcer el destino de un golpe".

"Era una paradoja de día, donde la muerte y la vida, el fracaso y la victoria, la tristeza y la celebración, se habían conjugado a través de todo el territorio nansoriano y doulmunense; sin llegar a cambiar un ápice el destino de las cosas".

P.A.A. Noguera