sábado, 12 de marzo de 2022

Citas: Cuerpos rotos - Desireé Romay

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 "Sentía cómo el miedo ponía en marcha cada gota de adrenalina que había en su cuerpo, cómo sus músculos estaban haciendo un esfuerzo sobrehumano y cómo el latir de su corazón era un tambor que resonaba en sus sienes. Lo que le quedaba de vida podía empezar a contarse en segundos".


"Cuando entró en el despacho, su jefe se volvió hacía ella con gesto cansado. De repente, vio en su cara reflejados todos los años al frente de aquella comisaria. Sabía que, poco a poco, este departamento había ido minando su carácter ante los horrores del ser humano".

"Se sirvió un whisky doble, acercó el butacón de la esquina hasta colocarlo frente a su armario de los trofeos y allí lo degusto recreándose en los rostros que lo miraban sin vida desde las estanterías. Unos rostros que le recordaban que tenía el poder de decidir quién iba a morir".

"Al llegar vio a John tendido en el suelo abrazando a su hijo pequeño quien escondía el rostro en su pecho y a su hijo mayor sentado llorando sin parar y abrazado a sus rodillas mientras se mecía. Connie se arrodilló rápidamente frente a él y lo abrazó fuertemente a la vez que, con la mirada, buscaba a su marido desesperadamente para preguntarle sin palabras que tenía a sus hijos tan conmocionados. Este fijó la vista en un punto detrás de ella. Lentamente se volvió y al seguir su mirada vio un bulto marrón, semejante a un saco, pero seguía sin saber qué era lo que los aterrorizaba de aquella manera.
El hombre le hizo señas hacia el bulto, y soltando a su hijo por un momento, se elevó y entonces vio que era aquello: una cabeza humana a la que le faltaba toda la piel del rostro y a la que el agua había hinchado y descompuesto. Se volvió rápidamente hacia unos arbustos y vomitó toda la comida que con tanto cariño había preparado para su familia".

"Y por primera vez en mucho tiempo lloró dejando salir todo lo que le carcomía por dentro y así, por fin, pudo dormir sin el recuerdo de tantos ojos sin vida como llevaba a sus espaldas".

"Y en esas andaban cuando un carnicero loco se cruzó en sus vidas. Ese ser perturbado no solo dejaba a su paso trozos de cadáveres, sino que todo lo que se cruzaba con él terminaba roto en pedazos".

"A veces no entendía cómo alguien podía arriesgar tanto solo por sentir maltratado su ego".

"Sonó el timbre y, tras cerrar con llave la puerta que llevaba al sótano, se dirigió a ver quién llamaba.
—Hola, cariño, ¿me has echado de menos? —preguntó un joven teñido de rubio apoyándose en el marco de la puerta. 
—Pasa —le ordenó. Agarrándolo bruscamente del brazo tiró de él hasta meterlo en la casa y cerrar la puerta. 
—Te he dicho mil veces que seas más discreto. No quiero que nadie sepa a qué vienes aquí. Ahora verás que ocurre cuando no se cumplen mis normas.
—Claro castígame como quieras —dijo riéndose, pero dejó de hacerlo en cuanto se dio cuenta de la oscuridad de su mirada. Y por un instante no pudo ocultar el escalofrío que recorrió su espalda, lo que hizo que esta vez fuera el otro quien sonriera".

"—Perdona que haya cancelado la cena, pero una no elige cuando aparecen los cadáveres —dijo encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa".

"Matt pasó el día intentando recordar dónde había visto a ese hombre. Al final desistió en su empeño al ver que era imposible recordarlo. Cuando Emilia lo llamó para verse esa noche, el recuerdo de esa cara familiar quedó enterrado en su subconsciente. Tardaría varias semanas en recordar donde había visto a ese hombre antes y cuando lo hiciera, ya sería demasiado tarde para volver a construir todo su mundo".

"Mientras lo seguía por el pasillo se sorprendió a sí mismo con la rapidez de su elección. Pero a veces las cosas no son cómo nos gustaría que fueran y el destino tiene planes diferentes para nosotros. No contaba con la multitud de jugadores que participaban en la partida".

"Lo que la inspectora Larsson no sabía es que dicen que las desgracias nunca vienen solas y que tienen la mala costumbre de venir de tres en tres".

"—Emilia, abre por favor. Soy Matt. Déjame abrazarte al menos, no pases por esto tu sola.
 Cuando la puerta se abrió diez minutos después, no sucedió la escena que Matt había desarrollado en su cabeza. Emilia se había recompuesto, ya no lloraba, aunque detrás se veía el rastro del estallido de furia y dolor que había sufrido.
—Gracias por venir, Matt. Estoy bien no te preocupes por mí. Saldré de esto —dijo Emilia a modo de saludo y, sin darle sin tiempo a decir nada más, volvió a cerrar la puerta. Matt no pudo evitarlo y dio un puñetazo a la puerta y mientras se giraba le gritó:
—¡Vete al infierno, Emilia Larsson!".

“Tranquilo jefe. Errar es humano, pero rectificar es divino. 

                                                                                               Emilia".

"Un escalofrío recorrió su espalda cuando notó cómo algo de metal frío se deslizaba por uno de sus brazos. Solo la incertidumbre de no saber cuándo recibiría el primer aguijonazo de dolor hizo que su corazón se pusiera a mil. 
—Acaba ya con esto, capullo —protestó Travis con los dientes apretados. 
—¿Acabar, detective? —comenzó a reírse—. Esto no ha hecho más que empezar".

"—A veces en la vida uno promete cosas que no puede cumplir. No digo que este sea el caso claro, pero en determinadas ocasiones uno intenta no tener en cuenta su naturaleza y esta se rebela dando al traste con todas nuestras buenas intenciones. Debemos ser conscientes de quienes somos realmente, de cuáles son nuestros anhelos y deseos y perdonarnos si no somos capaces de mantener nuestros principios morales sobre nuestros deseos más ardientes".

"Cuando lo vio aparecer por el final del pasillo, no esperó a que se acercará. Se dirigió a él y le dio un puñetazo con todas sus fuerzas en la mandíbula. Cayó al suelo con una expresión de sorpresa. 
—¡Maldito cabrón! ¡Voy a matarte!—gritó Emilia invitándolo con un gesto a que se levantase. 
—Buenos días a usted también, inspectora Larsson".

"La nota iba dirigida a la inspectora Emilia Larsson. Había dudado qué escribir en la nota, pero al final se decidió por un mensaje sencillo y directo.
“Su vida es un regalo para usted inspectora Larsson, pero no abuse de mi clemencia, sobre todo porque no tengo”.

"Cuando se despidieron y volvió de nuevo a la clínica, iba tan absorto en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que alguien había sido testigo de su encuentro con Matt y de que ahora iba justo detrás de él.
—Martin, ¿qué tal? —dijo una voz a sus espaldas que hizo que un escalofrío subiera por su espalda. 
—Hola, Ronan —respondió nervioso—. He salido a pasear un rato. 
—Vaya que casualidad, yo también vengo de pasear un rato. —Notó la ironía en su voz. 
Ambos hombres se miraron y supieron al instante que los dos estaban mintiendo. Por mucho que lo intentó, las manos de Martin no dejaron de temblar hasta que cerró la puerta de su habitación".


"—Gracias —dijo desde atrás Travis acercándose a ella y dejándose caer a su lado.
—Justicia poética creo que lo llaman —dijo sin mirarlo. 
Sacó su placa y la puso en la mesa frente a ella a sabiendas de que quizás nunca más volviera a su lugar. Y pese a todo no pudo evitar que le saliera una sonrisa cuando lo pensó. Apoyó su cabeza en el hombro de Travis, quien había colocado su placa y su arma junto a la de Emilia, y cerró los ojos. Aquel horror había terminado por fin y ellos seguían vivos, aunque sus cuerpos, y sobre todo sus almas, estuvieran un poco más rotos".







Desireé Romay

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