"El tiempo es una invención del movimiento. Aquel que no se mueve no ve pasar el tiempo".
"Entonces la madre lo levantó por las axilas para ponerlo en pie: el padre le ayudó a que, con sus pequeñas manos, se sujetara a los barrotes de la cama-jaula para que tuviera una idea de cómo mantenerse por sí mismo. Luego, dejaron que aquel edificio se desmoronase: Dios cayó de espaldas y, en absoluto afectado, prosiguió su meditación.
—Necesita música —dijo la madre —. A los niños les gusta la música".
"La mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y, por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual. Ésa es la razón por la cual la mirada, que constituye la esencia de la vida, es, en primera instancia, un rechazo".
"La única mala elección es la ausencia de elección".
"Fue, sin embargo, el día más importante de su historia. Como tal, no se conserva ningún rastro. De igual modo, tampoco se conservan documentos referidos al primer día en que el primer hombre se puso de pie por primera vez, ni del día en que el hombre comprendió por fin la muerte. Los acontecimientos más fundamentales de la humanidad han pasado casi desapercibidos".
"Prefirieron recurrir a una especie de sentido común popular:
—Es para compensar los dos años precedentes. Vuestro bebé acabará por calmarse.
«Si antes no lo he tirado por la ventana», pensaba la madre, exasperada".
"Con gran delicadeza, me dijo:
—Tu padre ha perdido a su madre. Tu abuela ha muerto.
Adopté una expresión terrible.
—Por supuesto —prosiguió—, tú no sabes lo que significa la muerte. Sólo tienes dos años y medio.
—¡Muerte! —afirmé con el tono de una aserción sin réplica, antes de dar media vuelta".
"La verdad es que Nishio-san tenía hermosas historias que contar: los cuerpos siempre terminaban destrozados".
"—Papá, ¿dónde estás?
—Estoy aquí —respondió con calma.
—¿Dónde?
—No te muevas. Sobre todo no avances hacia donde estaba yo.
—¿Dónde estabas tú?
—A un metro de ti, a tu derecha.
—¿Qué te ha ocurrido?
—Estoy debajo de ti. Había una alcantarilla abierta, me he caído dentro".
"Mis padres, siempre sobrados de buenas ideas, me dijeron:
—Tu hermano, tu hermana y tú sois tres, igual que las carpas. Podrías llamar André a la tercera, Juliette a la verde, y la plateada llevaría tu nombre.
Encontré un amable pretexto para evitar aquel desastre onomástico.
—No. Hugo se pondría triste.
—Es cierto. ¿Podríamos comprar una cuarta carpa?
Rápido, inventar algo, lo que sea.
—No. Ya las he bautizado.
—Ah. ¿Y cómo las has llamado?
«¿Qué es lo que se agrupa en forma de a tres, por cierto?», me pregunté a la velocidad del rayo. Respondí:
—Jesús, María y José.
—¿Jesús, María y José? ¿No te parecen unos nombres muy curiosos para unos peces?
—No —afirmé".
"Diez años más tarde, estudiando latín, me tropecé con la siguiente frase: Carpe diem.
Antes de que mi cerebro pudiera analizarla, un viejo instinto interior ya había traducido: «Una carpa al día». Repugnante adagio donde los haya, que resumía mi calvario de antaño".
Amelie Nothomb
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