"No tengo alma de colaborador. Carezco de espíritu de equipo. No tengo nada en contra de la especie humana, siento inclinaciones por la amistad y el amor, pero sólo concibo la acción en solitario ¿Cómo vas a lograr grandes cosas con alguien entrometiéndose constantemente? Hay ocasiones en las que sólo debes contar contigo mismo".
"Yo, que hasta los cuarenta había logrado no caer en la deshonra de la escritura, ahora descubro que la actividad criminal lleva implícita la necesidad de escribir. No es grave porque, en el momento en que se produzca la explosión aérea, mis garabatos estallarán conmigo".
"«Sé consciente de la inmensidad de lo que estás viviendo»".
"A los quince años, existe un ardor de la inteligencia que es importante retener: como algunos cometas, no vuelve a pasar nunca más".
"A los cuarenta años, son tan pocos los supervivientes que te sientes atormentado por un sentimiento trágico. A los cuarenta, uno está forzosamente de luto".
"—¿Por qué lo juzgas?
—No lo juzgo. Sólo lamento que haya abandonado la música. Tenía tanto talento.
—Las facturas no se pagan creyéndote un genio".
"Ignoro en qué consiste que una historia de amor salga bien, pero hay algo que sí sé: no existe fracaso amoroso. Es una contradicción en los términos.
Experimentar el amor ya supone un triunfo, tanto que podríamos llegar a preguntarnos por qué queremos más".
"La escritora fue al lavabo, volvió, fue otra vez, volvió, etc. Era un caso interesante de movimiento perpetuo.
Cada vez que desaparecía, yo aprovechaba para abonar el terreno:
—Me gustaría mucho volver a verla.
O:
—No dejó de pensar en usted.
O:
—Incluso con tres parcas superpuestas, es usted hermosa y agradable.
O directamente cogerle la mano".
"Enamorarse en invierno no es una buena idea. Los síntomas son más sublimes y más dolorosos. La perfecta luz del frío estimula el deleite sombrío de la espera. Los escalofríos realzan el desasosiego".
"Cualquiera que esté esperando una carta de la persona amada conoce el poder de vida o de muerte de las palabras".
"A finales de enero se produjo el milagro: un sobre manuscrito se escurrió bajo mi puerta. Mis manos temblaron con tanta fuerza que me corté con el abrecartas.
Durante la primera lectura, me resultó imposible respirar y, al finalizar semejante descubrimiento, sentí la tentación de prolongar la apnea. No es que el contenido me disgustara: la mitad de las frases me daban motivos para morir de alegría, mientras que la otra mitad me decapitaba".
"Por el camino, me preguntaba cómo podía no sospechar que aquella chica, de la que no sabía casi nada, era la mujer de mi vida. Nunca había considerado a nadie como tal.
La quería más allá de lo que era capaz de expresarle".
"—¿Por qué dejamos de ver al crecer?
—Precisamente porque crecemos. Aprendemos las duras leyes de la supervivencia, que nos obligan a concentrarnos en lo útil. Nuestros ojos desaprenden la belleza".
"Al mismo tiempo, haber vuelto a copiar esa nota tiene sus consecuencias. Volver a copiar es activar el poder de las palabras. Una partitura conmueve más cuando se interpreta que cuando se lee".
"Me gusta mi ciudad natal: la querré más que nunca. Es un fenómeno al que he asistido a menudo: para amar un lugar, hay que haberlo contemplado desde arriba.
Quizá por eso a Dios lo imaginamos por encima de la Tierra; de otro modo, ¿cómo se las apañaría para amarnos?".
"Nunca había tenido una percepción tan intensa de mi esqueleto. Quizá el amor sea eso".
Amelie Nothomb
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