"La universidad era eso: creer que ibas a abrirte al universo y no encontrar a nadie".
"Una semana más tarde, sus ojos se posaron en mí.
Creí que iban a desviarse enseguida. Pero no: permanecieron allí y me analizaron.
No me atreví a mirar aquella mirada: el suelo se hundía bajo mis
pies, me costaba respirar".
"Tenía dieciséis años. No tenía nada, ni bienes materiales, ni bienestar espiritual.
No tenía amiga, ni amor, no había vivido nada. No tenía idea de nada, no estaba segura de tener alma. Mi único patrimonio era mi cuerpo".
"A los seis años, desnudarse no significa nada. A los veintiséis años, desnudarse ya se ha convertido en una vieja costumbre.
A los dieciséis años, desnudarse es un acto de una inusitada violencia".
"Dieciséis años de soledad, de odio a uno mismo, de miedos no formulados, de deseos nunca alcanzados, de dolores inútiles, de enfados que no conducen a nada y de energía por explotar estaban contenidos en aquel cuerpo".
"En los ojos de los demás, nunca había visto encenderse la llama que, por sí sola, consuela de vivir".
"Hasta conocer a Christa, uno de los placeres de mi vida de adolescente había consistido en leer: me tumbaba en mi cama con un libro y me convertía en el texto. Si la novela era buena, el libro hacía que yo me convirtiera en él. Si era mediocre, no por ello dejaba de compartir horas maravillosas, deleitándome en lo que no me gustaba, sonriendo por las ocasiones fallidas".
"—¿Por qué me besas?
Respondió encogiéndose de hombros:
—Porque no eres más fea que otras".
"—¡Cuando uno quiere a alguien, confía en él hasta el final! —exclamó ella".
Amelie Nothomb
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