Ahora era demasiado enjuta y jamás sonreía".
"—¿No irá usted conmigo? —suplicó la niña, que había empezado a considerar a la ancianita como su única amiga.
—No puedo hacer tal cosa; pero te daré un beso, y nadie se atreverá a hacer daño a una persona a quien ha besado la Bruja del Norte".
"—¿Dónde está la Ciudad Esmeralda? —inquirió él—. ¿Y quién es Oz?
—¿Cómo? ¿No lo sabes?
—De veras que no. No sé nada. Como ves, estoy relleno de paja, de modo que no tengo sesos —manifestó él en tono apenado".
"—¡Ah!, ya entiendo. Pero, al fin y al cabo, un cerebro no es lo mejor que hay en el mundo.
—¿Tú lo tienes?
—No, mi cabeza está enteramente vacía —contestó el Leñador—. Pero en un tiempo tuve cerebro, y también corazón, y, como he tenido ambos, prefiero el corazón".
"Mientras estaba enamorado fui el hombre más feliz de la tierra; pero el que no tiene corazón no puede amar".
"—Sin embargo —dijo el Espantapájaros—, yo pediré un cerebro en vez de un corazón, pues un tonto sin sesos no sabría qué hacer con su corazón si lo tuviera.
—Yo prefiero el corazón —replicó el Leñador—, porque el cerebro no lo hace a uno feliz, y la felicidad es lo mejor que hay en el mundo".
"—Pero eso no está bien —objetó el Espantapájaros—. El Rey de las Bestias no debería ser un cobarde.
—Ya lo sé. —El León se enjugó una lágrima con su zarpa—. Es mi pena más grande, y lo que me produce mi mayor desdicha. Pero cuando quiera que hay algún peligro, se me aceleran los latidos del corazón.
—Puede ser que lo tengas enfermo
—aventuró el Leñador.
—Podría ser —asintió el León.
—Si es así, deberías alegrarte, pues ello prueba que tienes corazón — manifestó el hombre de hojalata—".
"—Ustedes los que poseen corazón tienen algo que los guía y no necesitan equivocarse —manifestó—; pero yo no lo tengo y por eso debo cuidarme mucho".
"—Bueno —suspiró aliviado el León Cobarde—. Veo que vamos a vivir un poco más, y me alegro de ello, porque debe ser muy incómodo eso de no estar vivo".
"—¡Cómo! —exclamó sorprendido—. ¿Están de regreso?
—¿Acaso no nos ves? —preguntó el Espantapájaros.
—Pero es que creí que habían ido a visitar a la Maligna Bruja de Occidente.
—Y la visitamos —afirmó el Espantapájaros.
—¿Y ella les dejó libres de nuevo? —se maravilló el guardián.
—No pudo evitarlo, pues se derritió —explicó el hombre de paja".
"—¿No puedes darme un cerebro? —preguntó el Espantapájaros.
—No lo necesitas; día a día vas aprendiendo algo nuevo. Los bebés tienen cerebro, pero no saben mucho. La experiencia es lo único que trae consigo el conocimiento, y cuanto más tiempo estés en la tierra tanta más experiencia has de adquirir".
"—¿Y mi valor? —intervino el León en tono ansioso.
—Estoy seguro de que te sobra valor —respondió Oz—. Lo único que necesitas es tener confianza en ti mismo. No hay ser viviente que no sienta miedo cuando se enfrenta al peligro. El verdadero valor reside en enfrentarse al peligro aun cuando uno está asustado asustado, y esa clase de valor la tienes de sobra".
"—¿Y mi corazón? —preguntó el Leñador.
—Bueno, en cuanto a eso, creo que te equivocas al querer tener corazón. Lo hace a uno muy desdichado. Te aseguro que eres afortunado al no tenerlo".
Lyman Frank Baum
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