martes, 21 de octubre de 2025

Citas: El legado del Ciervo Negro - Andry Milan Ferreiro

 

 "Escapar nunca había sido un problema. Estaba acostumbrado a huir de todo el mundo".


"Khalil se mordió el labio y se le aguaron los ojos. Su captura probablemente significaría la condena para decenas de niños. Una solitaria lágrima de impotencia se deslizó por su rostro. Quizás no hubiese otro amanecer para él ni para los suyos".

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"—¿Qué hacemos, entonces? —preguntó Ozen mientras caminaba con inquietud por la habitación—. ¿Nos quedamos esperando a ver qué ocurre? No podemos movernos de nuestra zona, marcharnos no es una opción.
—Una Columna no gana a un clan entero —dijo Doel tranquilizando a Ozen, aunque entendía su actitud. 
—No —replicó Ozen—, pero sin una Columna se rompe el equilibrio".

"—Me gustabas más con tu nariz original.
—¿Es muy grave? —le preguntó Peter. 
Namri se acercó para examinarlo con detenimiento. 
—Bueno —le tocó la nariz con suavidad, aunque esto no evitó que Peter sintiera una punzada de dolor—, no está rota, pero sí muy hinchada, y puede ser un problema. En fin, míralo por el lado bueno.
—¿El lado bueno? 
—Es la primera vez que no te veo lloriqueando en una pelea".

"—Eres muy listo para tu edad —continuó Peter mientras un latigazo de dolor le recorría la espalda al intentar cruzar los brazos—, pero no lo suficiente como para pillar una ironía. 
—En la calle la edad es solo un impedimento. Ser más joven no te hace menos listo, solo más débil".

"Doel se levantó y se estiró, sacando a Peter de sus pensamientos. 
—Deberíamos volver ya. 
Peter asintió, había perdido la noción del tiempo. Doel lo ayudó a ponerse en pie y sonrió. 
—Con tu paso aún tendremos para un rato. 
—Te lo compensaré —dijo Peter, girando la cara para impedir que Doel viera las pequeñas lágrimas que asomaban en sus ojos. 
—No hace falta —contestó Doel—. Para eso están los amigos".

"—¿Qué sabe un niño olvidado sobre lo que hace un guardia en su día a día? —le preguntó Távoc—. ¿Qué sabe sobre cómo se gestionan las ilegalidades que cometen los ricos? ¿Cómo puede afirmar si hay o no diferencia cuando lo único que ha hecho toda su vida es robar y vivir como una rata? Alguien que solo tiene un punto de vista aporta poco con su opinión. 
—Yo no tengo culpa de ser el pobre de la historia. 
Távoc asintió antes de hablar. 
—Eso también es cierto. El mundo no es justo y tú no tienes la culpa de tus orígenes, como un rico no tiene la culpa de los suyos".

"—El mundo no es justo —repitió Távoc—. Pero, a veces, dentro de tanta injusticia, hay momentos que merecen la pena. Momentos que incluso se pueden considerar puro milagro. Un golpe de suerte. El momento en el que te vi huyendo de los guardias fue uno de ellos. Un chico sin estudios, sin ningún mentor que lo guíe, dominando el Conocimiento y usándolo en su propio cuerpo… es algo increíble. 
Khalil prefirió omitir que todas las Columnas de Écer podían hacer aquello. Precisamente, por eso los nombraban Columnas.
—Por eso te ofrezco la posibilidad de salir de las calles y ser uno de mis subordinados. Puedes volver a empezar y hacer algo con tu vida que no sea solo luchar por sobrevivir".

"—Mi alojamiento está cerca de aquí —le dijo Sara mientras veían desaparecer a los Hermitas—. Acompáñame para asegurarnos de que conozcas el sitio exacto. 
Khalil seguía inmóvil, dudando todavía sobre lo que debía hacer.
Sara comenzó a andar. Al darse cuenta de que el chico no la seguía, se giró. Távoc ya había desaparecido.
Sara se acercó a Khalil, que aún permanecía inmóvil con la mirada perdida.
 —Has tomado una decisión. Sé consecuente con ella y no lo pienses más. Podrás ayudar a mucha más gente y de mejor forma si sales de las calles. No hay nada que pensar".

"—Una cosa…
 Khalil entornó los ojos cuando Sara lo sacó de sus pensamientos.
 —Es algo importante—insistió ella—. Además, creo que te vendrá bien escucharlo.
 —Dime. 
—Debes saber que Távoc nunca da explicaciones de sus decisiones. No justifica nada de lo que hace y nadie, salvo el rey Érlik, le pregunta el porqué. No insiste ni discute, solo ordena. Y si algo no funciona a la primera, funcionará igual. 
—¿Qué quieres decir? 
—He visto cómo reclutaba a otros aspirantes a Inmortales, y nunca había insistido si rechazaban su oferta. 
—¿Llamas insistir a lo que ha hecho conmigo? 
—Si Távoc te ha insistido es porque hay algo especial en ti —continuó ella haciendo caso omiso de su pregunta—, algo que vale la pena.
 Sara lo miró con curiosidad.
—Aunque los demás no veamos nada, puede que estemos delante de un futuro gran guerrero —le dijo sonriendo y levantando las cejas con cierta incredulidad—. Créeme y aprovecha esta oportunidad que la vida te brinda, porque parece que hay algo realmente único en ti".

"—¿Todo bien? —preguntó Ozen sentándose a su lado.
 —Como siempre —contestó Nánkert con ironía—. Amanece, que no es poco. 
—Hay gente para la que no. 
—Por eso mismo debemos ser agradecidos —Nánkert sonrió con tristeza—, aunque todo sea una mierda".

"Los niños olvidados no tenían nada en lo que distraerse cuando se sentían mal. El cariño y el amor era lo único que les permitía seguir siendo humanos en medio de una constante vorágine de supervivencia".

"Una risa juguetona escapó de los labios de Namri al verlo. 
—Podemos hacer una cosa —le dijo el niño, y se paró delante de Peter—. A partir de ahora seremos hermanos. 
La sorpresa apareció en la cara de Peter. 
—Seremos hermanos, y así nunca volveremos a estar solos —Namri se cruzó de brazos mientras terminaba la frase y una sonrisa se apoderaba de su rostro".

"—Ya me lo dijiste el otro día —le comentó Ozen—. Además de llorar un poquito por quiénes somos y bla, bla, bla... 
Nánkert esbozó una sonrisa. 
—¿Y no estás de acuerdo con eso? —le preguntó. 
—Claro que sí, pero quejarse no nos dará nada. Además, aquí el raro eres tú —contestó Ozen—. Parece que te estás dando cuenta de quién eres ahora. 
Nánkert asintió con suavidad, con la mirada clavada en las calles. 
—¿Se puede saber qué te pasa últimamente? —se quejó Ozen.
 Nánkert se levantó, se estiró un momento y miró a su amigo. 
—Si queremos un cambio en nuestras vidas, debemos dejar de hacer lo mismo de siempre".

"—Tú no tienes la culpa de la pobreza de los otros —continuó Ozen—. Si te mueres aquí mismo, los demás seguirán igual. No solucionarás nada ni con irte ni con quedarte. Pero sí puedes cambiar lo que te ocurra a ti".

"—Llevo pensándolo desde antes de que consiguieras ese dinero… desde hace años. Y ahora por fin podré luchar por hacer mi sueño realidad.
 Ambos amigos se quedaron en silencio unos minutos, perdidos en sus fantasías de un futuro prometedor.
 —Parece mentira todo esto —pensó en voz alta Nánkert. 
—Nuestra vida empieza ahora —le aseguró Ozen—. Nuestra vida como personas de verdad".

"—Acepto tu oferta, por ahora.
 Lionel abrió los brazos al escuchar aquello. 
—Claro que sí, muchacho. Aquí no tendrás problemas. Seremos como una gran familia. Yo seré tu tío y tú mi querido sobrino.
 —Mi tío me está obligando a quedarme con él, poniéndome contra la espada y la pared".

"—Entiendo —contestó Nánkert, observando a un padre comprar unas manzanas y darle una a su hijo—. Sentiría algo más de lástima si no fuera porque he vivido peor. 
—Totalmente comprensible —aceptó Lionel. 
Nánkert asintió para sí mismo, sintiendo una leve sensación de culpabilidad recorrer su mente. El ambiente de aquel sitio le recordaba a Karina y a los demás miembros de su clan. 
—De todas formas —continuó hablando Lionel— nunca está de más intentar empatizar con la realidad de otras personas.
—Suena a broma viniendo de ti. 
—Bueno —Lionel sonrió—. Esto es Pérmyga y en Pérmyga todo son negocios, pero eso no significa que vaya a tratarte como a un perro o a un delincuente solo por tu origen. Ahora estás en una posición distinta. Aprovéchala tanto como te sea posible y no olvides de dónde vienes, porque siempre puedes volver a allí".

"—En lo referente a la pareja de antes —dijo Lionel volviendo al tema mientras se colocaban al final de la fila—, desde lejos es complicado saberlo al cien por cien, pero me apostaría una mano a que hasta la piel de la muchacha es falsa.
—¿Su piel? —preguntó sorprendido—. ¿Te refieres a toda su piel?
—Bueno, su piel, y estoy seguro de que casi el cien por cien de su cuerpo; por lo menos lo que les suele interesar a los hombres —especificó Lionel—. Las mejoras estéticas son asquerosamente caras. En Pérmyga, lo que se haya podido hacer esa chica valdrá más que contratar a un sicario para matar a varias personas. Lo raro de esa pareja es que, pese a ser ella el centro de atención, era él quien hablaba con todo el mundo. Imagínate cuánto dinero debe tener ese joven para que una mujer así esté con él. 
Nánkert meditó un instante y sonrió al darse cuenta de que olvidaban un factor importante.
 —El amor lo descartamos, ¿no? —preguntó con cierta ironía. 
Lionel se limitó a soltar una carcajada tan fuerte que algunas personas se voltearon para mirarlos. 
—Recuerda, muchacho: el dinero abunda en Pérmyga y vale más que una vida".

"—Lionel me habló de tus orígenes. Es una pena que no tuvieras una vida adecuada con la que poder exprimir todo tu potencial desde un principio. —Supongo que la vida no es tan fácil como nos gustaría —le contestó Nánkert mientras un destello de recuerdos pasaba por su mente. Recuerdos que intentaba olvidar. La gente de su clan, Ozen y, sobre todo, Karina".

"—Los niños olvidados no somos más que violencia y dolor —continuó Ozen—. Siempre lo supe. Somos basura; y ahora que ya no pertenezco a este mundo, lo veo aún más claro. Solo somos ratas".






Andry Milan Ferreiro

viernes, 17 de octubre de 2025

Citas: 10 e 10 - Deborah Cappagli

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 "Tengo ganas de cambiar, de raíz.

Todo me queda estrecho—hasta el tiempo,
últimamente demasiado veloz e implacable.
O quizás soy yo quien ya no encaja en el traje que me
he cosido a medida".

"Un trueno repentino me recuerda que estoy
despierta.
Que debo, una vez más, inventarme algo que
empezar (y nunca terminar),
para no desperdiciar ni un solo instante.
Siempre comienzo muchas cosas, y termino muy
pocas.
Ahora entiendo por qué: necesito más tiempo.
Las guardo con la excusa de no poder marcharme,
porque tendré mil cosas por acabar".

"No estoy hecha para vivir la vida de todos.
Quiero una vida mía, solo mía.
Para compartir con pocos y transformar con casi
nada: algo que me haga sentir encendida,
lista para iluminar ese rincón oscuro que se forma
con la rutina".

"La primera habitación es amplia, vacía. Las paredes
son de un blanco que parece desvaído por el tiempo.
El suelo de terrazo veneciano brilla en puntos
irregulares, como si quisiera mostrarme fragmentos
de una historia olvidada.

Atravesamos un pasillo estrecho. En la segunda
habitación hay un sofá, viejo y desgastado. Parece
ser el único objeto presente, como si alguien lo
hubiera dejado allí sin intención de volver".

"Mi hijo y sus amigos están sentados. Fuman,
escuchan música. Las ventanas están cerradas. El
humo me molesta. Me entra en los ojos, me raspa los
pensamientos. Me siento intrusa en su calma
ruidosa".

"Hoy tengo que ir a ver a mi madre.
La idea de hablar con ella me pesaba como un
equipaje nunca abierto.
Aún no le he dicho nada sobre la mudanza a
Londres con Luca.
No lo sabe, y quizás no lo entendería.

Lo nuestro es un vínculo hecho más de deberes que
de impulsos, una conciencia amable que se sostiene
en el respeto por la distancia".

"El teléfono vibra.
“Luca.” El nombre en la pantalla me hace dudar.
Una fracción de segundo antes de contestar, el
corazón se encoge.

— “Hola…” digo, intentando sonar normal.
Su voz al otro lado es más lenta de lo habitual, como
si hubiera pensado demasiado antes de llamar.

— “¿Podemos hablar un momento?”

Me siento en el sofá, activo el altavoz.
— “Dime…”
— “He pensado mucho en Londres. En nosotros. Y…
no es que no quiera que vengas. Es que no estoy
seguro de quererlo por las razones correctas.”

Un silencio se cuela entre nosotros.
No está vacío—está lleno de todo lo que nunca nos
dijimos.

— “¿Qué quieres decir?” mi voz es firme, pero por
dentro tiemblo.
— “Tú estás lista. Tú tienes una visión, tienes coraje.

Yo… solo he seguido la corriente. Y me he dado cuenta de que no lo estoy 

haciendo por amor, sino
por miedo a perderte".

"No lloro. No aún.
Pero una parte de mí se desprende lentamente, como
la rama que sabe que llegará el invierno".

"Delante de mí, la hierba se ondula con movimientos
lentos, como si siguiera el latido de un corazón
invisible.
La luz es irreal, difusa y lechosa.

Es como si el sol estuviera escondido detrás de una
cortina de vidrio esmerilado.
No logro entender si es mañana, tarde, o un tiempo
fuera del tiempo".

"Me giro, buscando desesperadamente un escondite,
una vía de escape.
Pero allí, frente a mí… me detengo.

Cien personas.
Todas vestidas con traje negro y camisa blanca.
Dispuestas como piezas en un tablero de ajedrez
perfecto.
Inmóviles.
Silenciosas.
Sin rostro.

Y sin embargo, me miran".

"Me senté. El cuerpo buscaba descanso, pero la mente
no
lo concedía. Respiré hondo. Intenté vaciarme.
Cerré los ojos.

Y lo volví a ver.
El hombre. Su rostro formándose lentamente. Los
cien relojes, todos iguales. Todos detenidos. Todos
parlantes.
Y luego esa voz. Aún nítida. Aún
inexplicablemente verdadera:
“Solo queríamos ayudarte.”
La frase vibraba en mí, como si fuera mía desde
siempre.
Un eco amable, pero también inquietante. ¿Qué era
esa ayuda? ¿Y quién la ofrecía realmente?
Pasé horas en el sofá. El mundo afuera podía
desaparecer tranquilamente. Pensaba en Luca. En su
voz, en
su rostro, en sus promesas. Cuántas veces había
dicho que me amaba. Cuántas veces sus palabras
habían
encendido esperanzas que ahora parecían solo
faroles apagados".

"El amor, a veces, es
ciego
porque quiere ser ciego. Elige no ver,
porque ver dolería".

"Me preguntaba quién era. Quién
había
sido realmente. A quién había amado.
Mis sentimientos se habían alejado de él. En
silencio, sin escenas. Como un barco que se separa
del puerto sin hacer ruido".

"Tomo un volumen. Lo abro.
Las páginas están en blanco.
Solo la última
tiene una frase:
“Lo encuentras solo cuando dejas de buscarlo.”
Cierro el libro".

"El cuerpo parecía descansado, pero el alma… en
espera.
Había dormido demasiado. O quizás muy poco para
entender".

"— “La noche te está contando quién eres.” me
responde.
— “¿Quién eres tú?” pregunto intentando contener la
emoción.
— “Yo soy el latido entre dos elecciones (...)".

"Sus manos temblaban ligeramente.
Pero no era duda.
Era emoción buscando el punto exacto donde
encarnarse.

Sus labios se posaron sobre los míos.

El beso fue como tocar la primera nota jamás
tocada".

"En la pared frente a mi escritorio, donde ayer solo
había blanco, noto una inscripción:
"Tiempo no lineal."
Es diminuta, casi grabada con lápiz".

"Mi escritorio.
El PC encendido, esperando.
Y justo allí al lado… hay una nota blanca.

Lisa. Inmaculada.
No sé cómo llegó allí.
La tomo entre los dedos.

Por un momento permanece vacía.
Luego, lentamente, las letras emergen — no escritas,
sino reveladas.

Como si vinieran desde dentro de mí.
O de alguien que conoce mi corazón.

"Te amo desde siempre."

La frase es simple. Sin firma.
Pero yo sé.
Sé quién es.

Siento que todo lo que ha ocurrido — sueños,
objetos, silencios — ha sido una preparación.
Porque lo que acaba de emerger no es solo una frase.

Es una verdad.
Antigua.
Mía.
Suya".

"Sentada en la cama, sostengo un diario entre las
manos.
Las lágrimas me recorren el rostro.
Una ruptura, quizás el primer amor terminado… no
lo recuerdo.
En el borde de la foto, algo está grabado: un pequeño
símbolo, un reloj de arena apenas visible.

“No todo lo que termina está perdido.”

Kairos no era una voz. Era un pensamiento que me
rozó aquel día, haciéndome escribir una frase que no
sabía de dónde venía".

"Tercera página

Corro entre los árboles.
Río.

Pero detrás de mí — oculto entre las ramas — hay un
resplandor azulado.
No se nota de inmediato, pero está en cada toma: un
punto constante, como si la cámara registrara no solo
la materia… sino también el tiempo que me amaba".

"Yo (en voz baja):
«¿Por qué no me dijiste antes quién eras?
¿Por qué me dejaste vivir sin saberlo?»

Kairos:
«Porque el amor, para existir, necesita ser elegido.
Y tú… ahora me estás eligiendo.
No con el pensamiento. Sino con el corazón que ha
recordado.»".

"Las horas pasan.
Cada tic del péndulo parece burlón.
Cada rayo de luna que se filtra me dice que no es él.

El cielo empieza a desteñirse.
El día llega despacio, como un intruso.
No lo quiero.
Pero no puedo detenerlo".

"Todo a nuestro alrededor…
se fragmenta en relojes suspendidos.
Algunos explotan en silencio.
Otros se abren como puertas.

Yo elijo uno.
El agrietado, con las agujas invertidas.
No porque lo entienda.
Sino porque se parece a mí".

"En el reverso,
una frase escrita a mano:

“Algunos amores son tan precisos
que no pertenecen al tiempo.”




Deborah Cappagli