viernes, 16 de diciembre de 2022

Citas: El tiempo de las moscas - Claudia Piñeiro

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 "Un pasillo la conduce a otro. Cada tanto, Inés escucha que alguien la saluda, pero ella no mira, no se da vuelta, sólo levanta la mano a la altura de su cabeza y luego la baja. Repite ese mínimo gesto cada vez que escucha su nombre, intentando ser amable".


"Y en el almuerzo volvieron a estar juntas, pero en silencio, porque todo lo que tenían para decirse lo habían dicho en privado, o no lo dirían, al menos por el momento:
Inés, porque para poder decir algo hay que atreverse a pensarlo".

"Siente que está a punto de nacer por tercera vez: la primera, cuando la parió su madre; la segunda, cuando mató a Charo o Tuya; la tercera, en cuanto se abra la puerta y esté libre. Una nace desnuda, así que para qué llevar nada, eso pensó cuando le dijeron que preparara sus cosas, cuando supo que se iba. Eso piensa ahora, una nace desnuda".

"Lo que hizo Ernesto con su plata, Inés lo desconoce y trata de que no le importe. Pero le importa. Ya no son marido y mujer, no se pudo, no siempre se puede. Estaban destinados a serlo, ella cree. O creyó. O cree con la misma intermitencia con la que tose su caño de escape. “A veces, las cosas no resultan como una quisiera, por mucha voluntad que se ponga”, repite de tanto en tanto cuando recuerda aquellos años. Aunque cada vez menos".

"La planilla no tiene fecha, el espacio entre barras inclinadas que separa día, mes y año está en blanco. Siempre lo completa, pero hoy es un aniversario que Inés no nombra, no escribe, no menciona, como si así evitara una desgracia que le atribuye al karma de ese día en el pasado. Si pudiera, hoy no trabajaría, se quedaría en la cama, debajo de las sábanas. Pero como no se puede dar ese lujo porque si no fumiga no cobra, entonces sigue adelante, aunque sin dejar registro de la fecha que la abruma".

"—¿Qué tan efectivos son esos productos que utilizás para fumigar?
—Muy buenos.
—¿Qué tanto?
—Los mejores del mercado.
—¿Y para otros usos?
—¿A qué se refiere?
—No sé, por ejemplo, si yo tuviera una mascota, ¿se vería afectada por tu veneno?
—Ah, no, de ninguna manera. Imagínese que fumigo en muchas casas donde hay perros y gatos, y le garantizo que no les pasa nada. ¿Está por adoptar una mascota?
—Nada más lejos de mis intenciones —dice la señora Bonar y se queda unos instantes en silencio, mirando el líquido bordó que hace mover en el fondo de su copa, antes de largar la siguiente pregunta—: ¿Y si yo quisiera que les pasara?
—No entiendo.
—Si yo quisiera, por ejemplo, matar un gato con tus productos, ¿podría?
Inés ya no sólo está incómoda sino que le preocupan las preguntas de su clienta. Teme que la señora Bonar esté pensando en matar a la mascota de algún vecino. Se toma un tiempo antes de contestar para dar una respuesta certera, pero que no le haga perder el abono full de fumigación que contrató la mujer. La señora Bonar no le concede ese tiempo e insiste:
—¿Podría?
—No si los ingiere de la manera en que los preparo.
—¿Si los ingiere de otra manera sí?
—¿Por qué me lo pregunta?
—¿De otra manera sí?
—Si usa alguno de los productos concentrados, sin diluir, y lo pone en el agua o en la comida de la mascota, tal vez termine muriendo. No lo probé nunca pero no creo que un animal de porte mediano resista.
—¿Moriría de inmediato o sufriría?
—Depende de la cantidad de producto que se utilice y si es veneno para plaga de sangre fría o sangre caliente.
—¿Cómo es eso?
—Si es veneno para plaga de sangre fría se cortan los canales de sodio o los de colinesterasa, fallan los sistemas, los órganos dejan de funcionar. El veneno para plaga de sangre caliente produce hemorragias internas, es muy cruento.
—¿Y a un perro?
Inés mira el reloj. ¿Le quedan cuatro minutos? ¿Tres? Se levanta y va hacia los pulverizadores. No está dispuesta a seguir hablando sobre el posible envenenamiento de una mascota.
—Se me hace tarde. Necesito llegar a mi próxima clienta a tiempo, disculpe.
—¿A un perro? —repite Bonar.
—También —responde ella sin detenerse.
—¿Y a una persona?
La pregunta no la sorprende, es más, Inés de alguna manera la estaba esperando. Preferiría haberse ido antes de que la señora Bonar lo preguntara, lo que habría cambiado totalmente el curso de los hechos. Mira a la señora Bonar, trata de descubrir si está hablando realmente en serio. La mujer lo percibe y se ocupa de que no le queden dudas.
—A una mujer, para ser más precisa.
Inés siente un mareo. Apoya los equipos otra vez en el piso, acaba de confirmar que este intercambio de preguntas y respuestas no es una conversación casual, ni un “qué pasa si”.
Como no son casuales ni la limonada, ni el pinot noir, ni el franco de la empleada. Muy por el contrario, la señora Bonar le está haciendo un interrogatorio estudiado, con una finalidad
específica, hace preguntas pensadas con anterioridad, en base a un plan que sólo ella conoce. A Inés no le gusta sentirse manipulada por su clienta. Menos aún le gusta sentirse involucrada o comprometida con lo que esa mujer pretenda hacer. En su condición de expresidiaria, con salida por buena conducta antes de la fecha original de la condena, se reprocha con preocupación por haber aceptado la limonada, teme que el solo hecho de estar manteniendo esa conversación pueda perjudicarla.
—Nos vemos la próxima —dice dando por terminada la charla y levanta sus elementos de trabajo para irse.
—Una mujer que me quiere quitar a mi marido del mismo modo que a vos te quitaron el tuyo.
Inés ahora siente una puntada, ya no es sólo un mareo. La revelación de que la señora Bonar sabe quién es ella la impacta. El dolor es real, como si la mujer le hubiese clavado un estilete invisible en el esternón. Y tenía que ser este día, se lamenta, el de la fecha innombrable que no se atreve a escribir en la planilla".

"No le puede devolver la vida a Charo, como Charo no le podría devolver a ella la suya por más que siguiera viva. Antes Inés era otra, alguien que creía que la amante de su marido le había quitado lo que tenía. Ahora es ésta, que cada tanto sospecha que aquello que creyó que le usurparon lo había perdido mucho antes".

"—Debés de haber visto mi camioneta estacionada frente a la casa de la señora Bonar. ¿La conocés?
—No, no sé quién vive en esa casa, soy nueva en la zona. Inés se decepciona. Hubiera preferido que la conociera, así ella le habría podido preguntar acerca de la extraña mujer que huele a pinot noir y ofrece limonada a cambio de una charla, dólares a cambio de pensar y fortunas a cambio de veneno".

"—Los mundos íntimos, a veces, son pantanos en los que nos hundimos. Vaya una a saber qué hay debajo de tanta elegancia y buen pasar. Las mejores apariencias pueden esconder mucha miseria.
Si sabrá ella de esconder y de miserias, piensa Inés y asiente otra vez".

“Creía que entre vos y yo sí había amor verdadero”, fue lo último que le escuchó decir a su padre antes de que desapareciera para siempre. Amor verdadero. Dos palabras equívocas: amor y verdad. Desde entonces Laura se pregunta qué es el amor, por qué una misma palabra significa cosas tan diferentes para quien la enuncia".

"¿Por qué, si ella es feliz con esa familia que formó, por momentos sueña con irse para estar sola? ¿Le pasará a alguna de sus amigas, a alguna de sus compañeras de trabajo? ¿A todas y no se atreven a confesarlo? Intuye que tantos años de estar sola a una edad muy temprana —diecisiete años, mientras vivía con sus padres en aquella otra casa— la entrenaron para valorar la soledad, la compañía de sí misma, disfrutar de sus propios pensamientos.
Reconoce que esta nueva vida tan mancomunada que la contuvo durante muchos años, en ocasiones la asfixia un poco. ¿A sus treinta y pico se está poniendo vieja? A veces la felicidad la asfixia, apenas un poco; incluso, aleatoriamente, la abruma. Quizás está entrenada para la soledad pero no para ser feliz".

"El parto no puede negarse, la maternidad sí".

"Actúan como si estuvieran convencidos de que, dejando pasar el tiempo suficiente, en los expedientes aparecerán larvas y gusanos que luego, algún día, explicarán quién mató y por qué (y un juez tiene mejor prensa y jubilación que una mosca, me indigna).
Por eso, cuando me llaman a fumigar, el único insecto al que yo respeto es a ellas: mis moscas. Las saludo, les digo que por mí no teman. Hasta las siento casi de la familia (si es que hoy perteneciera a una). Es más, yo tengo una mosca propia que me vuela dentro del ojo. ¿Qué mal le hacen las moscas a nadie? No comen las plantas como las hormigas o los pulgones, no pican como los mosquitos, no mastican la madera como el bicho taladro, no producen ronchas como las arañas o las pulgas, ni dejan heces en cualquier parte de la casa como las cucarachas, las ratas o los murciélagos.
Yo no mato moscas.
Si una mata, que tenga sentido, un motivo válido, la necesidad de evitar un mal mayor. O de suprimir un dolor.
Un dolor es el mayor mal".

"A pesar de que hasta ahora no tuvo éxito, la Manca no abandona la idea de persuadirla para que se ponga a tono con los tiempos y con el negocio de las dos: para fumigar no es tan grave estar desconectado; para investigar, sí. Y MMM se ocupa de las dos cosas. Acepta que los argumentos de Inés son razonables:
“Antes no se miraba la pantalla cada dos o tres minutos y el mundo seguía su curso”. Pero la palabra clave es justamente “antes”, un antes con un intervalo de dieciséis años. El mundo cambió e Inés, que logró tantos avances en otros aspectos, en ese punto no sólo no cambió, sino que parece haber retrocedido".

"Si la que tiene apuro por matar es la señora Bonar, se dice. Si para ella ese fuego ya no existe. Sin embargo, y por más esfuerzo que ponga para convencerse de que la urgencia la tiene la otra, de inmediato reconoce su engaño, porque aun sin fuego, Inés puede esperar apenas tanto como pueda esperar el cuerpo de la Manca, antes de que lo que le crece dentro expanda su poder letal y lo destruya.
Y esos plazos, nadie sabe quién los maneja.
Enciende el celular otra vez. No hay ningún mensaje nuevo.
Evidentemente, esa mujer la está manipulando y ella, por el momento, no tiene más alternativa que dejarse manipular".

"A mí, con sobrevivir no me alcanza.
Sobrevivir es todo, si no sobrevivís no hay chance de nada".

"Él arranca. Hablan poco en el camino y, para que el silencio no se haga pesado, Rody2 enciende la radio. Busca música.
—¿Esto les gusta?
—Una mierda, pa —contesta su falsa hija.
Rody2 la mira con reprobación, como diciendo “tampoco hace falta tanta verdad”, pero la chica no lo advierte porque ya está en la suya buscando otra emisora en el dial".

"—Si es por juzgar, no juzgamos a nadie.
—A nadie. ¿Ahora sí me puedo tomar otro fernet?
—El último".

"—Triste, ¿no? Sobrevivir a un hijo debe ser muy difícil, a mí me mataría.
—No sabés, no sos madre, Manca.
—Pero me lo puedo imaginar.
—¿Se puede imaginar un dolor que jamás podríamos sentir?
—Todos sabemos lo que es el dolor.
—Sí, pero cada dolor es diferente. Hasta habría que inventarles distintos nombres. El dolor porque te dejan, el dolor porque te mienten, el dolor porque se muere un hijo, el dolor porque te quedaste sin trabajo, el dolor porque te dicen que vas a estar presa quince años. Una palabra no debería englobar a todos los dolores".

"—No nos creyó una palabra —dice la Manca.
—No nos creyó, no —confirma Inés.
—Lindo el pibe.
—Lindo, sí.
—…
—Se parece a Ernesto.
—Mierda".

"—¿Querías pruebas?, ahí las tenés —dice Javi.
—Pero esto inculpa a mi madre, podría volver a la cárcel —contesta Laura.
—¿Qué madre? ¿Qué cárcel? —pregunta Guillermina.
Javi mira a Laura, ella entiende, asiente, respira muy profundo.
—Vení, sentate, Guille. Tenemos que contarte una historia algo complicada —dice Laura.
—Todas las historias son complicadas, mamá —responde su hija".

"Está bastante de acuerdo con los subrayados que hizo cuando lo leyó, si no se equivoca, en el último año de la facultad. Eso le parece llamativo porque muchas veces le ha pasado encontrar marcas en distintos libros que se pregunta por qué hizo. Una tiene derecho a cambiar como lectora, también en lo que subraya, piensa".

"—¿Qué más podríamos pedir? —pregunta Inés.
—…
—…
—¿Un poco de amor? —dice la Manca.
—A mí el amor me hizo perder quince años.
—Quince años adentro, dieciséis años casada: treinta y uno, si las cuentas no me fallan.
—Cierto.
—…
—…
—¿Era amor, Inés?
—Vaya una a saber qué es el amor.
—Vaya una a saber.
—…
—…".






Claudia Piñeiro

lunes, 28 de noviembre de 2022

Citas: Breviario de la dignidad humana - Albert Camus

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 "En medio de la plenitud del aire y la fertilidad del cielo, parecía que la única tarea de los hombres era vivir y ser felices".
(La mort heureuse)

"El interés por la libertad y la independencia solo son concebibles en un ser que aún conserva la esperanza".
(La mort heureuse).

"Cuando observo mi vida y su secreto color […] descubro que es a un tiempo la lluvia y el sol, el mediodía y la medianoche".
(La mort heureuse)

"Siempre nos equivocamos dos veces con los seres queridos, primero a su favor y luego en su contra".
(La mort heureuse)

"El error […] consiste en creer […] que existen condiciones para la felicidad. Lo único que importa es la voluntad de ser feliz".
(La mort heureuse)

"¿Qué es un hombre? […] Es esa fuerza que siempre termina derrocando a los tiranos y a los dioses".
(Lettre à un ami allemand)

"Como artistas tal vez no tengamos necesidad de intervenir en los acontecimientos de nuestro siglo. Pero como hombres sí".
(L’artiste et son temps)

"Estamos en alta mar. El artista, como cualquiera, también debe remar, a ser posible sin desfallecer, es decir, viviendo y creando".
(Conférence du 14 décembre 1957)

"Los sueños varían con cada hombre, pero la realidad del mundo es nuestra patria común".
(Conférence du 14 décembre 1957)

"El arte, en cierto sentido, es una rebelión contra aquello que de fugaz e incompleto tiene el mundo".
(Conférence du 14 décembre 1957)

"Siempre he tenido la sensación de vivir en alta mar, amenazado en el corazón de una felicidad majestuosa".
(L’Été, La mer au plus près)

"Decidimos perdurar desde el instante en que no nos dejamos morir, y entonces le reconocemos a la vida un valor, al menos relativo".
(L’Été, L’Énigme)

"Algunas noches cuya placidez se prolonga, sí, ayuda a morir saber que volverán sobre la tierra y el mar cuando ya no estemos".
(L’Été, La mer au plus près)

"Quienes se aman y deben separarse pueden vivir sumidos en el dolor, pero no hay desesperación: saben que el amor existe".
(L’Été, La mer au plus près)

"No existe amor a la vida sin desesperación de vivir".
(L’envers et l’endroit, Amour de vivre)

"La guerra no es buena, porque vencer a un hombre es tan amargo como ser vencido".
(Le premier homme)

"El auténtico amor no es una decisión ni es libre. El corazón, sobre todo el corazón, no es libre. El amor es inevitable, es el reconocimiento de lo inevitable".
(Le premier homme)

"Pero ¿qué es la felicidad sino el simple acuerdo entre un ser y la existencia que lleva?".
(Noces, Le désert)

"Arder es mi reposo. Pero no solo nos hace arder la dicha, sino también el trabajo incesante, el matrimonio incesante o el deseo incesante".
(Carnets)

"Me di cuenta de que realmente había personas más grandes y auténticas que otras. Y que sin duda conformaban en todo el mundo una sociedad invisible que justificaba la existencia".
(Carnets)

"Poe y las cuatro condiciones de la felicidad:
1) la vida al aire libre
2) el amor de una persona
3) la renuncia a cualquier ambición
4) la creación".
(Carnets)

"Nietzsche, por monótona que fuera su vida exterior, prueba que el pensamiento por sí solo, profesado en soledad, constituye una aventura tremenda.
(Carnets)

"Es necesario amar la vida antes de amar su sentido, dijo Dostoievski. Sí, y cuando el amor a la vida desaparece ningún sentido nos consuela".
(Carnets)

"No es cierto que el corazón se gaste (sino el cuerpo, que nos engaña)".
(Carnets)

"No lamentarse. No hacer valer lo que somos, ni lo que hacemos. Y, al dar, considerar que hemos recibido".
(Carnets)

"La belleza, que ayuda a vivir, también ayuda a morir".
(Carnets)

"¿Qué añade el amor al deseo? Algo inestimable: la amistad".
(Carnets)

"Quien no da nada no tiene nada. La mayor desgracia no consiste en no ser amado, sino tan solo en no amar".
(Carnets)






Albert Camus

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Citas: El malentendido - Albert Camus

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 "MARTA
No es usted tan vieja como para llegar a ese extremo, madre. Le quedan cosas mejores que hacer.

LA MADRE
Si ya sabes que bromeo. Pero, en fin, cuando se llega al final de la vida, bien puede una tomarse un respiro. No puedes pasarte la vida siendo tan rígida, tan dura".

"LA MADRE
(...) Sólo quería decirte que a veces me gustaría verte sonreír.
MARTA
Alguna vez sonrío, se lo juro.
LA MADRE
Yo no te he visto nunca.
MARTA
Es que sonrío en la habitación, cuando estoy sola".

"MARTA (Agitada.)
¡Ah, madre! Cuando hayamos juntado mucho dinero y podamos abandonar esta tierra sin horizontes, cuando dejemos atrás esta posada y esta ciudad lluviosa, y cuando hayamos olvidado este país lóbrego, el día en que por fin estemos frente al mar, con el que tanto he soñado, ese día me verá usted sonreír. Pero hace falta mucho dinero para vivir libre ante el mar. Por eso no deben darnos miedo las palabras".

"LA MADRE
Desgraciadamente, antes tenemos mucho que hacer. Si todo va bien, iré contigo, claro. Pero yo no tendré la sensación de dirigirme a mi morada. Al llegar a cierta edad, no existe morada donde sea posible descansar, y ya es mucho haber podido levantar esta mísera casa de ladrillo, repleta de recuerdos, donde a veces logras dormirte. Pero, por supuesto, tampoco estaría mal poder alcanzar a la vez el sueño y el olvido. (Se levanta y se encamina hacia la puerta.) Prepáralo todo, Marta. (Pausa.) Si es que de verdad merece la pena".

"JAN
(...) En definitiva, se trata de encontrar las palabras adecuadas.
MARÍA
Modo sólo hay uno: hacer lo que haría cualquiera en tu caso, decir: «Aquí estoy», y dejar que hable tu corazón.
JAN
El corazón no es tan sencillo".

"MARTA
(...) ¿De modo que regresa usted al país de donde viene?
JAN
Quizá sí.
MARTA
Es un país hermoso, ¿no?
JAN (Mira por la ventana.)
Sí, es un país hermoso.
MARTA
Dicen que, en esas tierras, hay playas totalmente desiertas.
JAN
Es cierto. No hay nada que recuerde la presencia del hombre. Al amanecer encuentra uno en la arena las huellas que han dejado las patas de las aves marinas. Son las únicas señales de vida. Y los atardeceres…
(Se interrumpe.)
MARTA (Con voz queda.)
¿Y los atardeceres?
JAN
Son impresionantes. Sí, es un país hermoso.
MARTA (Cambiando completamente de tono.)
La de veces que lo he pensado. Algunos viajeros me han hablado de él, y he leído lo que he podido encontrar. Muchas veces, hoy sin ir más lejos, en medio de la desapacible primavera de este país, pienso en el mar y en las flores de allá.
(Pausa; luego con voz sorda.) Y el imaginarlo me deja como ciega ante todo lo que me rodea.
(JAN la mira con atención y se sienta suavemente ante ella.)
JAN
Lo entiendo. Allí la primavera se apodera de uno, las flores brotan a millares sobre los muros blancos. Si se pasea usted durante una hora por las colinas que rodean mi ciudad, regresa con la ropa impregnada de olor a miel y a rosas amarillas.
(MARTA se sienta también.)
MARTA
Es maravilloso. Lo que aquí llamamos primavera es una rosa y dos capullos que acaban de crecer en el jardín del claustro. (Con desprecio.) Eso basta para emocionar a los hombres de mi país. Pero el corazón de esos hombres se parece a esa rosa avara. Un soplo más poderoso los marchitaría; tienen la primavera que se merecen.
JAN
No es usted muy justa. Porque también tienen ustedes el otoño.
MARTA
¿Qué es el otoño?
JAN
Una segunda primavera en la que todas las hojas son como flores. (La mira con insistencia.) Puede que ocurra lo mismo con las personas; quizá sólo con que fuera más paciente con ellas, las vería usted florecer".

"LA MADRE
Cuando las cosas arrancan mal, ya no hay nada que hacer".

"LA MADRE
(...) Lo sé ahora, que hablo con el corazón; vuelvo a vivir en el momento en que ya no soporto vivir".

"MARÍA (Retrocede.)
No, no…, soy yo la que está loca y la que oye palabras que nunca se habían pronunciado en la faz de la Tierra. Sabía que nada bueno me esperaba aquí, pero no estoy dispuesta a participar en esta demencia. No entiendo, no la entiendo…
MARTA
Mi papel no es convencerla, sino simplemente informarla. Usted misma se rendirá a la evidencia.
MARÍA (Como distraída.)
¿Por qué han hecho ustedes eso?
MARTA
¿En nombre de qué me hace esa pregunta?
MARÍA (Gritando.)
¡En nombre de mi amor!
MARTA
¿Qué quiere decir esa palabra?
MARÍA
Quiere decir todo lo que, ahora, me desgarra y me muerde, este delirio que abre mis manos impulsándome a matar. Si no fuera por la obcecada incredulidad que perdura en mi corazón, sabría usted, loca, lo que quiere decir esa palabra al sentir que le desgarro la cara con las uñas.
MARTA
La verdad es que utiliza usted un lenguaje que no entiendo. Amor, alegría, dolor, son palabras que no me caben en la cabeza".

"MARÍA (Gritando.)
¡Oh, Dios mío! ¡No puedo vivir en este desierto! Hablaré contigo y sabré dar con las palabras. (Cae de rodillas.) Sí, a ti me encomiendo. ¡Compadécete de mí, vuélvete hacia mí! ¡Óyeme, dame tu mano! ¡Ten piedad, Señor, de los que se aman y están separados!

(Se abre la puerta y aparece EL CRIADO ANCIANO.)

EL ANCIANO (Con voz clara y firme.)
¿Me ha llamado usted?
MARÍA (Volviéndose hacia él.)
¡Oh, no lo sé! Pero ayúdeme, porque necesito ayuda. ¡Tenga piedad y consienta
en ayudarme!
EL ANCIANO (Con la misma voz.)
¡No!".












Albert Camus

sábado, 19 de noviembre de 2022

Citas: Consecuencias de decir te quiero - Manu Erena

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 "Dañarse, porque alguna vez sentirás que todo se desmorona, sentirás que te estrellas y quien pensabas que nunca te iba a fallar lo ha hecho. Pero recuerda siempre lo que te ha dicho tu madre, llorar es sano. A veces, un adiós a tiempo puede salvarte del caos".


"Me tocaría ser fuerte
y afrontar que la vida
puede abandonarte en tu propio desastre
en cualquier momento,
y a nadie le va a importar.

Y sí, es muy bonito
pensar que nunca te dejarán
por otros atardeceres
llenos de constelaciones,
cuando tú eres una simple estrella".

(A quién vamos a engañar)

"¿Podrías luchar,
sabiendo que Troya
sigue ardiendo?

Después,
lo único que quedará
serán cenizas".

(Lucha)

"Hace poco me fijé
en la herida que tienes
como sonrisa, rota.

Llevas meses
soportando el viento
que intenta desgarrarte
por completo".

(Segundas oportunidades)

"Ya la única salida que queda
es terminar con todo esto,
y con las lágrimas más puras que he derramado
te confieso que sé
que me vas a echar de menos.
Pero yo llevo sin verme una vida entera".

(Las razones)

"Mi piel empezó a ser de cristal,
y comenzó a rasgar
todo lo que se cruzaba a mi paso.

Sentía que todo
era sumamente frágil
y que era incapaz de impedir
que cortara cada sentimiento
que quedaba dentro de mí".

(Cristal)


"Me hace feliz pensar
en todas las veces que has sonreído
al verme al llegar a tu casa un domingo,
o después del colegio,
cuando solo con darme la mano
mi desastre se convertía en armonía".

(Siempre)

"He intentado aparentar
que lo tengo todo bajo control,
cuando en realidad
voy cuesta abajo y sin frenos.

Lo he intentado, y he fallado".

(Lo he intentado)

"Euforia, ¿no crees?
Sabes que la caída
puede ser jodida
pero aun así quieres intentarlo.
Sabes que debes de hacerlo.

Quieres saber
lo que realmente se siente
cuando estás a punto de quemarte.
Porque te gusta el caos,
y por eso crees que vale la pena
intentarlo una vez más".

(Querer quemarse)

"Ahora,
todos los recuerdos
están obsesionados por buscar
una simple salida
para poder escapar de mi cuerpo,
aludiéndome una y otra vez
cuando me intentabas
acariciar el alma
sin querer romperme en mil pedazos".

(Aprendimos demasiado tarde)

"La vida sigue.
Cambias.
La gente también cambia.
Los miedos crecen.
Pero tienes que ser fuerte.

Porque la vida sigue,
y hoy en día,
quien se queda parado,
pierde".

(Game over)




Manu Erena

martes, 15 de noviembre de 2022

Citas: Aforismos, visiones y sueños - Franz Kafka

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 "Todos los errores humanos provienen de la impaciencia, de una ruptura precipitada del método, de la aparente aprehensión de una cuestión aparente".


"Si se llega a un punto determinado, ya no hay regreso posible. Hay que alcanzar ese punto".

"El instante decisivo del desarrollo humano es continuo. Por ello los movimientos revolucionarios que declaran la nulidad de todo lo acaecido con anterioridad tienen razón, pues todavía no ha ocurrido nada".

"El primer signo del conocimiento incipiente es el deseo de morir. Esta vida parece insoportable, cualquier otra, inalcanzable. Ya no se siente vergüenza de querer morir; se solicita que nos lleven desde la antigua y odiada celda a una nueva que, a partir de ese momento, aprenderemos a odiar. Un resto de fe contribuirá a ello.
Durante el transporte pasará casualmente el Señor por el corredor, verá al prisionero y dirá: «A éste no debéis encerrarle de nuevo, viene conmigo»".

"Como un camino en otoño: tan pronto como se barre, vuelve a cubrirse de hojas secas".

"No dejes que el Mal te confunda y creas que puedes tener secretos para él".

"Con la misma firmeza con que la mano sostiene la piedra. Pero la mano la sostiene con tanta firmeza para lanzarla más lejos. No obstante, el camino conduce también por esa distancia".

"Tú eres la obra, ningún discípulo hasta donde la vista alcanza".

"El verdadero enemigo te transmite un valor sin límites".

"¿Cómo puede alguien alegrarse por el mundo excepto cuando se huye hacia él?".

"Hay una meta, pero ningún camino. Lo que llamamos «camino» es duda".

"Nos ha sido impuesto hacer lo negativo, hacer lo positivo ya nos ha sido dado".

"No hay un «tener», sólo hay un «ser», sólo un «ser» anhelante del último suspiro, de la asfixia".

"Antes no entendía por qué no recibía ninguna respuesta a mi pregunta, hoy no comprendo cómo pude creer que podía preguntar. Pero antes no creía en absoluto, sólo preguntaba".

"La palabra «sein» significa en alemán ambas cosas: «existir» y «pertenecerle a él»".

"Hay preguntas que no podríamos olvidar, si no fuéramos liberados de ellas por naturaleza".

"Se intenta mentir lo menos posible sólo cuando se miente lo menos posible y no cuando se tiene la menor oportunidad posible de mentir".

"Quien ama en el mundo a su prójimo no comete una injusticia mayor ni menor que el que se ama a sí mismo en el mundo. Sólo queda la cuestión de si lo primero es posible".

"Desde un aspecto teórico existe una posibilidad de alcanzar la felicidad completa: creer en lo indestructible en sí y no aspirar a ello".

"La verdad es indivisible, es decir no puede reconocerse a sí misma; quien quiera reconocerla, debe ser mentira".

"Depende de nuestros actos oscurecer todavía la imagen en esta vida o hacerla desaparecer del todo".

"Para evitar un error de palabras: lo que tiene que ser eficazmente destruido debe ser antes completamente afianzado; lo qué se desmorona, se desmorona, pero no puede ser destruido".

"A veces el Mal se encuentra en la mano como una herramienta. Lo hayas reconocido o no, permite que le dejes a un lado sin resistencia, si posees la voluntad para hacerlo".

"Las alegrías de esta vida no son las suyas, sino nuestro miedo ante el ascenso a una vida superior; los tormentos de esta vida no son los suyos, sino nuestra propia mortificación por causa de aquel miedo".

"¿Qué significan hoy las comprobaciones de ayer? Significan lo mismo que ayer, son verdad, sólo que la sangre discurre por entre las grandes piedras de la ley.

(Diarios)".

"Aquí estaba mi instituto; en aquel edificio del lado opuesto, mi universidad. Un poco más hacia la izquierda se encuentra mi oficina. En este pequeño círculo —y trazó con su dedo un par de pequeños círculos— queda encerrada toda mi vida.

(Kafka a su profesor de hebreo Friedrich Thieberger)".

"Quizá no pueda permanecer mucho tiempo en el mismo lugar. Hay hombres que sólo pueden adquirir un sentimiento de apego a la patria cuando viajan.

(A Tila Rössler)".

"Estoy aquí, en la ciudad, desde hace ya más de veinte años. ¿Puedes imaginarte lo que eso representa? Veinte veces he pasado aquí cada estación del año (…). Los árboles han crecido durante veinte años, qué pequeños deberíamos volvernos entre ellos. Y todas esas noches, ya sabes, en todas las casas. Una vez nos apoyamos en esta pared, otras en aquélla, así la ventana gira a nuestro alrededor.

(Diarios)".

"La semana pasada me adaptaba perfectamente a la calle en la que vivo y a la que he denominado: «calle para que los suicidas tomen impulso».

(A Hedwig Weiler)".

"Praga no te suelta. No a nosotros dos. Esta madrecita tiene garras. Hay que adaptarse o incendiarla desde dos puntos distintos, desde Vysehrad y desde Hradschin, entonces sería posible escapar.

(A Oscar Pollak)".

"Vivo con mi familia, entre seres excelentes y dignos de ser amados, como un extraño entre extraños.

(A Felice Bauer)".

"Soy un enfermo mental, la enfermedad pulmonar es sólo un desbordamiento de la enfermedad mental.

(A Milena)".

"Estamos abandonados como niños extraviados en el bosque. Cuando permaneces ante mí y me miras, qué sabes tú de los dolores que hay en mí y qué sé yo de los que hay en ti. Y si yo me arrojara a tus pies y llorara y te contara, qué sabrías más de mí que del infierno, si alguien te hubiese dicho que allí hace calor y es un lugar espantoso. Sólo por eso los seres humanos deberíamos mostrarnos entre nosotros tan respetuosos, tan pensativos y amantes como si estuviéramos ante las puertas del infierno.

(A Oskar Pollak)".

"No es miedo al Georgental, donde, tan pronto llegara, la misma noche, seguro que me habituaría. No es tampoco una voluntad débil, que exige que la decisión sólo se produzca cuando la razón lo ha calculado todo, lo que es, la mayor parte de las veces, imposible. Aquí se trata de un caso límite, en el que la razón puede realmente calcular y siempre llega al mismo resultado: que debo viajar. Más bien es miedo ante el cambio, miedo de dirigir la atención de los dioses hacia mí al realizar una acción demasiado grande para mis circunstancias.

(A Max Brod)".

"¿Te asusta pensar en la muerte? Yo sólo tengo un miedo horrible al dolor… Por lo demás, uno se puede aventurar a la muerte.

(A Milena)".

"No me he redimido con la escritura. He muerto durante toda mi vida y ahora moriré realmente. Mi vida fue más dulce que la de otros, tanto más horrible será mi muerte.

(A Max Brod)".

"El escritor que hay en mí morirá, naturalmente, enseguida, pues una figura semejante carece de suelo, de consistencia, no es ni siquiera de polvo; sólo es posible en la vida terrenal más absurda, sólo es una construcción de la sensualidad. Éste es el escritor. Yo mismo, sin embargo, no puedo seguir viviendo, puesto que no he vivido.
He permanecido siempre barro, no he logrado que la chispa se convirtiese en fuego, sólo la he utilizado para iluminar al cadáver. Será un entierro peculiar: el escritor, algo, por consiguiente, inconsistente, entregará al viejo cadáver, al cadáver de siempre, a la tumba.

(A Max Brod)".

"La muerte tuvo que sacarle de la vida del mismo modo en que se saca a un inválido de una silla de ruedas. Estaba aferrado a la vida con la misma fuerza y peso con los que el inválido se sentaba en la silla de ruedas.

(En: Fragmentos póstumos)".

"La amo y no puedo hablar con ella. La espío para no encontrármela.

(En: Fragmentos póstumos)".

"Querido Max: acerca de tu asunto sólo te digo, mientras no tenga tu respuesta, que yo también creo en un liderazgo de la mujer, del mismo modo que tuvo lugar por ejemplo en el pecado original, donde, como quizá en la mayoría de los casos, no le mereció la pena. También tu mujer es en ese sentido una líder al llevarte en cierta manera sobre su propio cuerpo hacia otra; que ella, después de haberte llevado, te contenga, pertenece a una categoría distinta. Sí, quizá te dirija algo más. Tienes razón cuando dices que la profundidad de la vida sexual propiamente dicha sigue siendo inaccesible para mí. Así lo creo yo también. Por eso evito también juzgar esta parte de tu caso o me limito sólo a la afirmación de que ese fuego, que para ti es sagrado, no posee la fuerza necesaria para quemar las resistencias para mí ya inteligibles. No sé por qué hay que interpretar el caso de Dante como tú lo haces. Se trata de un caso diferente al tuyo, al menos como se ha desarrollado hasta ahora: a él se le murió; tú, sin embargo, la dejas morir para ti al sentirte obligado a renunciar a ella. Por lo demás, también renunció Dante, aunque a su manera, y se casó por propia voluntad con otra, lo que no habla en favor de tu interpretación.

(A Max Brod)".

"La fundamentación de la necesidad de volverse sano es bella pero utópica. Lo que me propones como tarea podría haberlo realizado quizá un ángel sobre la cama de matrimonio de mis padres o, todavía mejor: sobre la cama matrimonial de mi pueblo, presuponiendo que tenga uno.

(A Max Brod)".

"Yo soy la novela. Yo soy mis historias.

(A Felice Bauer)".

"… Escribo de un modo diferente al que hablo, hablo de un modo diferente al que debiera pensar y así sucesivamente hasta la más profunda oscuridad.

(A Ottla y la familia)".

"Cuando no escribo, sobre todo desde que en los últimos años se ha convertido en una ley, obedece a motivos estratégicos. No confío ni en las palabras ni en las cartas, tampoco en mis palabras ni en mis cartas. Quiero compartir mi corazón con seres humanos y no con fantasmas que juegan con las palabras y leen las cartas con la lengua colgando.

(A Max Brod)".

"Entre tanto, después de haber sido azotado por momentos de demencia, he comenzado a escribir y esta actividad se ha convertido para mí, de la manera más cruel (de una crueldad inaudita, de ello no hablo) para todo el que me rodea, en lo más importante del mundo, casi como para el loco lo es su demencia (si la perdiera «erraría su sentido») o para una mujer su embarazo. Esto no tiene nada que ver, como lo repito aquí, con el valor de lo escrito, el valor lo reconozco con precisión extrema, pero también el valor que tiene para mí… Por eso mantengo la actividad de escribir con el temblor de la angustia ante toda molestia, y no sólo la actividad de escribir, sino también la soledad que por esencia le pertenece. Y si ayer dije que usted no debería venir el domingo por la noche, sino el lunes, y usted preguntó dos veces: «¿entonces no por la noche?», y yo al menos tuve que responder a la segunda pregunta: «descanse por una vez», la respuesta no era más que una mentira, pues lo que realmente opinaba era que quería mi soledad.

(A Robert Klopstock)".

"Quizá sea posible, no lo sé, que comience a escribir un hombre que domine el caos. Serían libros sagrados. O que ame, eso será amor, no miedo del caos (…). El poeta sólo es posible en el mundo ordenado.

(A Max Brod)".

"Se habría conformado con una cárcel. Terminar como un preso, ésa era una meta en la vida. Pero era una jaula. El ruido del mundo penetraba señorial e indiferente, como en su casa, a través de las rejas. El preso estaba realmente libre, podía participar en todo, nada de lo que ocurría fuera se le escapaba. Podría haber abandonado la jaula, las barras mantenían entre sí una distancia de un metro. Ni siquiera estaba preso.

(Diarios)".

"Mi celda — mi fortaleza.

(En: Fragmentos póstumos)".

"El Mal es lo que distrae.
El Mal sabe del Bien, pero el Bien no sabe del Mal.
Sólo el Mal posee conocimiento de sí mismo.
Uno de los recursos del Mal lo constituye la conversación.

(En: Cuadernos en octavo)".

"Soy sucio, Milena, infinitamente sucio, por eso armo tanto ruido con la pureza.
Nadie canta de un modo tan puro como los que se encuentran en lo más profundo del
infierno; lo que tenemos por el cántico de los ángeles, es su cántico.

(A Milena)".






Franz Kafka

viernes, 11 de noviembre de 2022

Citas: Una alma valerosa - Fred Uhlman

 

"Recuerdo como si fuera hoy el momento en que te vi por primera vez, un gélido día de invierno de enero de 1932, poco después de ingresar en el Gymnasium Karl Alexander. Nunca había estado en una escuela, pues me había educado con tutores, y me sentí sencillamente aterrorizado cuando el viejo Klett, nuestro director, me puso en manos del desgraciado profesor Zimmermann, a quien la mayoría de nosotros tratamos tan abominablemente. ¡Pobre diablo! Era demasiado apacible, demasiado débil, demasiado bueno, y los muchachos detestan a los débiles y a los buenos. Lo que exigen y respetan es la autoridad, la disciplina y el miedo".


"Lo más extraordinario sucedió en ese momento: me miraste fijamente a los ojos. No creo equivocarme. Me miraste fijamente a los ojos y yo miré a los tuyos y quise rezar por ti, y te amé".

"Por lo que a mí se refería, no me importaba lo más mínimo que fueras judío o hindú, negro, verde o blanco; todo lo que quería era hablar contigo y ser tu amigo".

"Cuando volví a casa, fui directamente a mi habitación.
No podía ver a mis padres.
Tenía que estar solo.
¿Cómo decirles que, por fin, había encontrado un amigo, pero que mi amigo era judío?".

"No recuerdo quién dijo: «Algunas personas se enfrentan a la muerte con indiferencia no porque tengan más valor, sino porque tienen menos imaginación». Por desgracia, yo tengo demasiada. No quiero ser ahorcado. ¡A las cinco de la tarde!".

"—¿Qué hay de malo en ser judío? Nuestro Señor era judío.
—Mira, no pienso discutir sobre eso. Sabes que odio a los judíos. Los he odiado desde que era niña. Soy polaca, y los he visto vivir en sus guetos apestosos: sucios tratantes de ganado y usureros estafando a los confiados cristianos, conspirando, ¿es que no has oído hablar de Los protocolos de los sabios de Sión? A Dios gracias que tenemos a Hitler, el único hombre que puede salvarnos. ¿Me prometes que no volverás a ver nunca más a ese judío?
—No —repliqué—. No te lo prometo. Tengo casi diecisiete años, y tengo derecho a elegir a mis amigos".

"—Dime —dije—, ¿tú te interpondrías si quisiese casarme con una judía?
—En términos generales, haría todo lo posible para disuadirte de ello.
Después de todo eres un Hohenfels.
—¿Y en términos no tan generales?
—Haría una excepción si tuviese unos cuantos millones. Entonces podríamos restaurar el Burg. Bueno, saluda de mi parte al Pequeño Moisés y a Von Waldeslust.
Y se marchó".

"—Padre —dije un día—, ¿te puedo pedir un favor?
Esto, obviamente, lo sorprendió, pues nunca le había pedido nada.
—¿Y de qué se trata? —preguntó, esperando quizá que le iba a pedir dinero.
—¿Te importaría dejar de llamar a mi amigo «Pequeño Moisés»? Me ofende profundamente. Por favor, entiende que es mi amigo. Judío, o no, es mi amigo, y como yo tengo casi diecisiete años, debes permitirme escoger a mis propios amigos, del mismo modo que yo nunca me atrevería a burlarme de aquellos de tus amigos a los que considerara por debajo de mí. Hans es, con mucho, el chico más inteligente de mi clase, el único al que respeto y admiro. Su padre fue oficial, lo hirieron en Verdún y obtuvo la Cruz de Hierro de Primera Clase. Quizá no tenga un título, pero vale tanto como tus Cassel, tus Rothschild y todos esos a los que llamas «judíos prominentes».
¡Considero que los Schwarz son mis judíos prominentes, y tú no tienes derecho a ofenderlos y, de paso, ofenderme a mí!
Mi padre me miró atónito. Era la primera vez que me había atrevido a criticarlo y a hablarle de hombre a hombre.
Pero entonces sucedió algo inesperado.
En lugar de mostrarse furioso, sonrió:
—De acuerdo, muchacho, juro que no volveré a hacerlo. Fue una tontería por mi parte, y una falta de consideración. De saber que te afectaba tanto, no lo habría hecho. ¿De acuerdo, hijo?
Me sentí verdaderamente conmovido. Era la primera vez que establecía contacto con él, y me sentía agradecido".

"—Transmite mis más humildes saludos a tu pequeño... —se detuvo— amigo mosaico, cuya astucia admiro muchísimo. Es un —(pausa)— hombrecito muy, pero que muy listo. Será mejor que tengas cuidado, hijo mío. Aunque no seas kosher, quizá te engulla. Por cierto, ¿no tienes que hacer deberes?".

"He vuelto a leer lo que escribí ayer sobre mis padres. Estoy desesperadamente preocupado por ellos, en especial por mi madre. ¿Qué sucederá cuando sepa que he muerto a manos de sus amigos nazis, y se dé cuenta de que la guerra está perdida, y Alemania en ruinas? ¿Cómo afrontará el hundimiento de su mundo? ¿Querrá afrontarlo, o le parecerá que no merece la pena vivir? La última vez que la vi, después del desastre de Stalingrado, no había cambiado lo más mínimo. La guerra estaba casi ganada, dijo, y Alemania sería el amo de Europa.
Recuerdo lo mucho que intenté entonces establecer contacto con ella y descubrir qué clase de mujer era. ¿Tenía alma? ¿Tenía sentimientos? Eso es lo que quería saber entonces, como siempre he querido saberlo. Y una y otra vez no pude hallar respuesta".

"Ignoro si esta carta llegará a tus manos. La he redactado para ti con la esperanza de que, mal escrita como está, pueda ayudarte a entender mis actos, que nunca fueron deshonrosos.
He podido mostrarme débil y desorientado, pero jamás he faltado al honor. Perdóname, mi querido y viejo amigo..., si puedes. Me diste los mejores meses de toda mi vida. A ti te debo mi amor por la poesía, por el saber.
Ahora debo acabar.
La muerte me llama.
Reza por mí. Por mi alma. Aunque no creas en Dios, ¡reza, reza por mí!
Por siempre, por toda la eternidad, tuyo,



Konradin von Hohenfels".





Fred Uhlman