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"—Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo".
"Pierre Anthon dejó la escuela el día que descubrió que no merecía la pena hacer nada puesto que nada tenía sentido.
Los demás nos quedamos.
Y a pesar de que el profesor se apresuró a borrar toda huella de él, tanto en la clase como en nuestras mentes, algo suyo permaneció en nosotros. Quizá por eso pasó lo que pasó".
"Y nos vociferaba.
—Todo da igual —dijo un día—. Porque todo empieza sólo para acabar. En el mismo instante en que nacéis empezáis ya a morir. Y así ocurre con todo.
»¡La Tierra tiene cuatro mil seiscientos millones de años, pero vosotros llegaréis como máximo a los cien! —chilló otro día—. Existir no merece la pena en absoluto.
Y continuó:
—Todo es un gran teatro que consiste sólo en fingir y en ser el mejor en ello".
"Hasta entonces no había nada que nos hubiera hecho pensar que Pierre Anthon fuera el más inteligente de nosotros, pero de repente nos lo pareció a todos. Porque era él el que había dado con algo revelador. Aunque no nos atreviéramos a reconocerlo. Ni ante nuestros padres ni ante nuestros profesores ni tampoco entre nosotros. Ni tan siquiera en nuestro fuero interno lo reconocíamos. No queríamos vivir en ese mundo que Pierre Anthon nos presentaba. Nosotros íbamos a ser algo, íbamos a ser alguien".
"—Te pasas las horas muertas aquí pasmado mirando el aire. ¿Acaso sea eso mejor que lo nuestro? —le gritó ella.
—Ni al aire ni pasmado —respondió Pierre Anthon—. Miro al cielo y me ejercito en no hacer nada.
—¡Mierda haces, eso haces! —gritó Sofie enfadada y lanzó un palo hacia arriba, en dirección al árbol y a Pierre Anthon. Pero aterrizó en el seto lejos de él.
Pierre Anthon se rió y chilló tan fuerte que se le pudo oír desde la escuela.
—Si valiera la pena enfadarse por algo, también existiría algo por lo que alegrarse. Si mereciera la pena alegrarse por algo, existiría algo que importara. ¡Y no es así!".
"—Podemos presentar una queja —propuso la pequeña Ingrid, tan pequeña que no siempre recordábamos que estaba con nosotros.
Pero hoy lo recordamos y respondimos a coro:
—¿A quién?
—A Eskildsen.
La pequeña Ingrid se percató de la incredulidad en nuestras miradas. Eskildsen era nuestro tutor, llevaba gabardina negra, reloj de oro y no se inmutaba ante los problemas, fueran éstos pequeños o grandes.
—Al subdirector entonces —continuó diciendo.
—El subdirector —gruñó Ole, y le hubiera pegado si Jan-Johan no se hubiera interpuesto rápidamente entre los dos.
—No podemos quejarnos ni a Eskildsen ni al subdirector ni a ningún adulto, porque si nos quejamos de Pierre Anthon subido al ciruelo, tendremos que explicar lo que dice. Y eso es imposible, porque los adultos no querrán oír que sabemos que en realidad nada tiene sentido y que todos simplemente fingimos".
"—Primero te enamoras, después te echas novio y luego el enamoramiento se esfuma y te separas".
"—Significado. —Asintió como para sí misma—. Vosotros no nos habéis enseñado nada. Así que lo hemos aprendido solos".
"Mucho peor fue, sin embargo, que eso sembrara en mí una sombra de duda acerca de si Pierre Anthon había dado con algo importante: que el significado es relativo y por tanto vacío de significado".
"Ganamos la batalla sobre el significado en la prensa local y mundial.
Lo raro fue que esa victoria acabara por sentirse como derrota".
"A Pierre Anthon le divertía.
—El significado es significado. Por tanto, si en verdad lo hubierais hallado, seguiríais teniéndolo. Y la prensa de todo el mundo seguiría estando aquí para intentar descubrir en qué consiste. Pero la prensa no está aquí, ¡por tanto sea lo que sea lo que habéis hallado no es significado porque éste, por supuesto, no existe!
Intentamos hacer como si tal cosa andando con la cabeza bien alta y sintiéndonos importantes, algo y alguien.
Al principio nos resultó tan bien que casi nosotros mismos llegamos a creerlo.
Ayudó un poco la relectura de muchos de los recortes de prensa pegados en una libreta apropiada para el caso y volver a ver las filmaciones de los vídeos. Después fue como si los recortes palidecieran y las entrevistas se convirtieran en comedias gastadas; entonces Pierre Anthon tuvo la jugada más y más fácil.
La duda se apoderó, uno a uno, de nosotros.
Era traición. No lo comentamos entre nosotros. Sólo se notó en la forma en que desapareció la sonrisa de nuestras caras y fue reemplazada por una máscara parecida a la de los adultos. Eso nos revelaba, tal vez con demasiada claridad, que quizá no hubiera mucho que importara.
Sofie era la única que resistía. Y al final su rostro pálido y sus ojos encendidos eran lo único que nos impedía darnos por vencidos.
Y darle la razón a Pierre Anthon".
"¿Qué significado tenía la primavera si pronto llegaría el otoño y todo lo que brotaba se marchitaría? ¿Cómo podíamos sentirnos dichosos ante el renacer de las hayas y el regreso de los estorninos, o ante la creciente altura del sol en el cielo por cada día que pasaba? Pronto daría todo la vuelta y seguiría el rumbo opuesto hasta la oscuridad de los días y el frío, sin una flor ni hojas en los árboles. La primavera sólo nos recordaba que pronto desapareceríamos nosotros también".
"Resistir. Persistir. Todas las cosas, ninguna, nada.
Andábamos por ahí como si no existiéramos.
Los días se parecían. Y aunque durante toda la semana esperábamos el fin de semana, éste siempre nos decepcionaba y ya era lunes de nuevo; y todo volvía a empezar; y eso era la vida y nada más. Empezamos a entender lo que Pierre Anthon intentaba decirnos. Y también por qué los adultos tenían ese aspecto. Aunque hubiéramos jurado que nunca nos pareceríamos a ellos, había ocurrido. Y ni siquiera habíamos cumplido los quince.
Trece. Catorce. Adultos. Muertos".
"—¡Esto es el futuro! —gritó Pierre Anthon de nuevo y manoteó como si nos mostrara que todo estaba ya hecho y no quedaba nada para nosotros que no fuera Tæring y la falta de sentido.
Los demás agachábamos la cabeza. Sofie no.
—El futuro es aquello en lo que lo convertimos —gritó como respuesta".
"Era el día antes de que la gente del museo viniera a empaquetar el montón de significado y llevárselo, y el significado —o lo que quedara de él— abandonaría Tæring para siempre.
—¡No es suyo, es nuestro significado! —chilló Sofie y entonces caímos en la cuenta de que era la primera vez en seis días que Sofie hablaba.
—¡Se lo hemos vendido!
—¡El significado no se vende! —Sofie aporreó con los puños a Ole en el pecho y en la barriga, y pude ver que le hacía daño. Luego el gran Hans le agarró el brazo y se lo retorció hacia la espalda, y en ese momento fue Sofie quien sintió dolor.
Yo sabía que Sofie tenía razón.
El significado no se vende. O lo tienes o no lo tienes. El haber vendido el montón de significado hizo que éste perdiera su significado. Si es que lo había tenido alguna vez. Pero sobre eso no me interrogué en ese momento porque si nunca lo había tenido, no era Sofie la que tenía razón sino Pierre Anthon".
"—Nada —chilló—. ¡Nada! ¡Nada! ¡Nada! ¡Nada! ¡Nada!…
Sofie chilló y chilló. Tan fuerte y agudo que nos pitaban los oídos y nos dolía en lo profundo de los huesecillos. Pero lo peor de todo fue que con el grito pareció que se desmoronaba todo. Como si el montón de significado verdaderamente dejara de tener significado y con ello también lo perdiera todo lo demás.
Primavera, verano, otoño, invierno, gozo, pena, amor, odio, nacimiento, vida, muerte.
Todo podía ya irse a hacer puñetas.
Igual. Uno. Nada.
No sólo yo lo percibía así.
Tras esa revelación fue como si el Demonio se apoderara de todos nosotros".
"Cuando nos fuimos reinaba un silencio total y no dijimos adiós.
Ni los unos a los otros ni a Pierre Anthon".
"Lloramos porque habíamos perdido algo y alcanzado otra cosa. Y porque hacía daño el perder tanto como el ganar y todavía no podíamos poner en palabras lo que habíamos ganado".
"—Si es tan fácil morir, es porque la muerte no tiene ningún sentido —chillaba—. Y si la muerte no tiene ningún sentido, es porque la vida tampoco lo tiene. ¡Pero que os divirtáis!".
Janne Teller