"Nací el 4 de enero de 1951. Es decir: la primera semana del primer mes del primer año de la segunda mitad del siglo XX". "No sólo no manifestaba su disgusto con palabras, sino que tampoco lo dejaba traslucir en su expresión. Aunque algo le desagradara, sonreía siempre; cuanto más le desagradaba, más sonreía. Y la suya era una sonrisa maravillosa. A mí a veces me confortaba, a veces me alentaba". "Entrecerraba los ojos, incluso contenía el aliento. Yo siempre contemplaba ese ritual sentado en el sofá. Cuando el disco se encontraba de nuevo en el estante, Shimamoto se volvía hacia mí y me dedicaba una pequeña sonrisa. Y yo cada vez pensaba lo mismo. Que no era un simple disco lo que Shimamoto tenía entre las manos, sino un frasco de cristal que encerraba una frágil alma humana". "Así que yo siempre estaba en mi habitación pegado a una pequeña radio AM de plástico escuchando música. Rock and roll y cosas así. Sin embargo, no tardó en gustarme también la música clásica ligera que oía en casa de Shimamoto. Aquellas melodías me hablaban de «otro mundo», y lo que me atraía de aquel «otro mundo» era, quizá, que Shimamoto pertenecía a él". "Yo conocía un mundo que los demás ignoraban. Sólo a mí me estaba permitido el acceso a un jardín secreto". "Para expresarme con propiedad hubiera necesitado un lenguaje muy distinto, desconocido. Y ni siquiera sabía si lo que sentía era digno de ser expresado con palabras". "Yo, claro está, no entendía ni una palabra de la canción en inglés. A mis oídos sonaba como un conjuro. Pero a nosotros nos gustaba y, como la habíamos escuchado tantas veces, nos habíamos aprendido de memoria los primeros versos. Pretend you’re happy when you’re blue It isn’t very hard to do. Ahora sí entiendo lo que significa. «Cuando estés triste, finge que eres feliz. No es tan difícil»: igual que la sonrisa que ella esbozaba siempre. Ésa es, desde luego, una manera de ver las cosas. Pero a veces cuesta". "Ella se me quedó mirando fijamente. En su expresión había algo que atraía a los demás. Algo lleno de sensualidad, como si —esto, por supuesto, lo pensé más tarde— fuera pelando con dulzura, capa a capa, el corazón de las personas. Aún hoy recuerdo muy bien el sutil movimiento en el dibujo de sus finos labios que acompañaba a sus cambios de expresión y la tenue luz que se le encendía y apagaba chispeante en el fondo de las pupilas. Esa luz me recordaba la llama de una pequeña vela temblando en un rincón de una habitación oscura, larga y estrecha". "—Me parece que te entiendo, más o menos —comentó con un tono maduro y tranquilo. —Ah, ¿sí? —Sí —dijo Shimamoto—. En este mundo hay cosas que son recuperables y otras que no. Y el paso del tiempo es algo definitivo. Una vez has llegado hasta aquí, ya no puedes retroceder. ¿No crees?". "—Yo, ¿sabes?, a veces imagino cosas —añadió por fin—. Pienso en cuando sea mayor y me case. En qué casa viviré, qué cosas haré. También pienso en cuántos hijos quiero tener. —¡Caramba! —exclamé. —¿Tú no lo piensas? Hice un gesto negativo con la cabeza. A un niño de doce años no se le ocurren esas cosas". "No cabía duda de que era una niña precoz y de que se sentía atraída por mí como representante del sexo opuesto. Y yo, por mi parte, también me sentía atraído por ella, pero no sabía qué hacer con mis sentimientos". "Me tomó de la mano una sola vez. Fue un día que me llevaba a algún sitio, y el gesto decía: «Rápido, es por aquí». Nuestras manos permanecieron unidas como mucho diez segundos, pero a mí me parecieron treinta minutos. Y cuando me soltó, deseé que el contacto no se hubiera interrumpido. Yo lo sabía, sabía que ella me había tomado la mano de una manera espontánea, pero que, en realidad, lo había hecho porque deseaba hacerlo. Aún hoy recuerdo el tacto de su mano aquel día. Es un tacto diferente a cualquier otro que haya experimentado después. Era simplemente la mano pequeña y cálida de una niña de doce años. Pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber. Y ella, al tomarme de la mano, me las enseñó. Me enseñó que en el mundo real existía un lugar como aquél". "Al regresar a casa, me senté ante la mesa de mi habitación y mantuve largo rato los ojos clavados en la mano que Shimamoto había sostenido. Me sentía lleno de felicidad. Aquel dulce tacto me caldeó el corazón durante muchos días. Pero, al mismo tiempo, me turbó, me confundió, me angustió. ¿Qué diablos tenía que hacer con aquella felicidad? ¿Hacia dónde debía conducirla?". "Ambos éramos seres incompletos, sentíamos que algo nuevo y todavía por aprender aparecería delante de nosotros para llenar nuestro vacío. Estábamos de pie ante una puerta cerrada, desconocida. Bajo una luz mortecina, los dos juntos, con las manos estrechamente unidas durante diez segundos". "En el instituto me convertí en un adolescente normal y corriente. Ésa fue la segunda etapa de mi vida: convertirme en un ser humano como cualquier otro". "Claro que si una persona observadora me hubiera estudiado con atención, se habría dado cuenta enseguida de que tenía mis problemas. Pero ¿existen en este mundo chicos de dieciséis años que no los tengan? En este sentido, puede decirse que conforme me había ido acercando al mundo, el mundo se había ido acercando a mí". "Leía mucho, escuchaba música. La lectura y la música me habían gustado siempre, pero la amistad con Shimamoto había estimulado y pulido las dos aficiones. Me acostumbré a ir a la biblioteca y a leer cuanto caía en mis manos. Cada vez que empezaba un libro, no podía dejarlo. Era como una droga. Leía durante las comidas, en el tren, en la cama hasta el amanecer, leía a escondidas durante las clases". "Y empecé a salir con una chica. No era demasiado guapa. Para entendernos, no se trataba del tipo de chica de la que, cuando tu madre ve el álbum de la escuela, dice con un suspiro: «¡Qué chica tan mona! ¿Cómo se llama?». Pero a mí me gustó desde la primera vez que la vi". "Desde que dejé de ver a Shimamoto, era la primera vez que una chica me prestaba tanta atención. Al mismo tiempo, yo también quería saberlo todo sobre ella. Cualquier detalle insignificante. Qué comía. Cómo era su habitación. Qué se veía desde su ventana". "A la tercera cita, la besé. Aquel día, ella había venido a casa. Mi madre dijo que se iba de compras y se marchó. Nos quedamos solos. Cuando me acerqué y puse mis labios sobre los suyos, ella cerró los ojos en silencio". "Sin abrir la boca, me puse los zapatos y salí a la calle. Estuve más de dos horas dando vueltas por el barrio. Era una sensación extraña. Ya no estaba solo, pero, al mismo tiempo, me sentía más solo que nunca". "La puerta que conducía al mundo que existía antes se había cerrado ya a mis espaldas. Y yo tenía que hallar mi espacio y desenvolverme en aquel nuevo mundo que me rodeaba". "Fue en el pasillo, cuando cambiábamos de aula. Se volvió hacia mí, me dirigió una breve sonrisa y yo se la devolví. Eso fue todo. Sin embargo, en aquella sonrisa hallé la confirmación de los acontecimientos del día anterior. «¡Tranquilo! ¡Lo de ayer fue real!», parecía decirme su sonrisa. En el tren, de vuelta a casa, descubrí que mi desconcierto casi se había desvanecido por completo. Yo la quería, y ese sentimiento era mucho más sano, mucho más fuerte, que las dudas y vacilaciones de la víspera". "Lo que yo deseaba estaba muy claro. Desnudarla. Quitarle la ropa. Y tener relaciones sexuales con ella. Pero para llegar a eso debía hacer un largo recorrido. Las cosas van siguiendo su curso mediante la superposición escalonada de imágenes concretas, una tras otra. Para llegar al sexo, se tiene que empezar por bajar la cremallera del vestido. Y entre el sexo y la cremallera existe un proceso a lo largo del cual quizá sean necesarias veinte o treinta pequeñas decisiones y juicios". "Lo que me dispuse a hacer en primer lugar fue conseguir unos preservativos. Aún faltaba mucho tiempo para llegar al momento en que pudiera necesitarlos, pero pensé que valía la pena estar preparado. Porque… ¡vete a saber cuándo surgiría la necesidad!". "La escuela se hallaba en lo alto de una colina y, desde la azotea, se divisaba una panorámica de la ciudad y del puerto. En cierta ocasión cogimos diez discos viejos de la sala del club de radiodifusión y los tiramos desde allí arriba. Volaron describiendo una hermosa parábola. Cabalgando sobre el viento, como si hubieran cobrado vida por unos instantes, se dirigieron volando alegremente hacia el puerto". "Alcé la mirada hacia el cielo. Un milano describía despacio un bello círculo. «Ser pájaro», imaginé, «debe de ser fantástico. A ellos les basta con volar. Al menos, no tienen que preocuparse por la anticoncepción.»". "—¿Tú me quieres de verdad? —me preguntó en voz baja. —Pues claro —respondí—. Claro que te quiero. Me miró de frente apretando los labios con fuerza. Sostuvo la mirada tanto tiempo que empecé a sentirme incómodo. —Yo también te quiero —dijo un poco después. «Pero», pensé. —Pero —siguió tal como yo había previsto—, no vayas tan deprisa". "—Tengo miedo —dijo—. Últimamente, no sé por qué, me siento a veces como un caracol sin caparazón. —Yo también tengo miedo. No sé por qué, pero a veces me siento como una rana sin membranas entre los dedos. Alzó la vista y me miró. Esbozó una pequeña sonrisa". "Ella apoyó la palma de la mano sobre mi corazón. Su tacto se fundió con mis latidos. «Es diferente de Shimamoto», pensé. «No me da lo que Shimamoto me daba. Pero es mía y quiere ofrecerme todo lo que puede. ¿Cómo podría hacerle daño?» Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces, hay personas que pueden herir a los demás por el mero hecho de existir". "Izumi permaneció largo tiempo inmóvil con la cabeza reclinada sobre mi pecho como si estuviera escuchando los latidos de mi corazón. Le acaricié el pelo. Teníamos diecisiete años, estábamos sanos, a punto de convertirnos en personas adultas. Y eso era, sin duda, magnífico". "La primera chica con la que me acosté era hija única. No se trataba —tampoco en su caso puede decirse otra cosa— del tipo de mujer que los hombres se vuelven a mirar por la calle. Apenas llamaba la atención. A pesar de todo, desde la primera vez que la vi me sentí atraído hacia ella de una manera tan violenta que incluso yo mismo me asombré. Fue como si, de repente, me hubiera alcanzado un rayo invisible y mudo mientras andaba por la calle en pleno día. Sin reservas ni condiciones. Sin causas ni explicaciones. No había ningún «pero», no había ningún «si»". "A veces he ido andando por la calle con un amigo que de improviso comentaba: «¿Has visto? ¿Te has fijado en lo guapa que era esa chica?», pero yo, cosa extraña, no lograba recordar el rostro de esa «hermosa» mujer. Tampoco me han fascinado jamás las actrices guapas ni las modelos. No sé por qué, pero es así. Ni siquiera en la adolescencia, cuando la frontera entre el mundo real y el de los sueños es tan imprecisa y los anhelos exhiben su fuerza de una manera casi prodigiosa, jamás me gustaron las chicas guapas sólo por el hecho de serlo". "Lo que me atraía no era la belleza externa cuantificable e impersonal, sino algo más absoluto que se hallaba en el interior. De la misma manera que hay quien ama secretamente los diluvios, los terremotos y los apagones, yo prefería ese algo recóndito que alguien del sexo opuesto emitía hacia mí. A ese algo voy a llamarlo aquí «magnetismo». Una fuerza que te atrae y te absorbe, te guste o no te guste, quieras o no". "No íbamos nunca al cine, no salíamos nunca a pasear. Jamás hablábamos de nada. Ni de literatura ni de música ni de la vida ni de la guerra ni de la revolución. Sólo hacíamos el amor". "Bastaba con que hubiera confesado al principio: «Quiero acostarme con tu prima. Tengo ganas de hacer el amor con ella hasta que se me derritan los sesos. Hacerlo miles de veces, en todas las posturas imaginables. Pero eso no afecta en nada a nuestra relación, así que estate tranquila»". "Cuanto más la veía, más me gustaba". "—¿Por qué me miras tan fijamente? —me preguntaba. —Porque eres bonita —respondía yo. —Eres la primera persona que me lo dice. —Es que soy el único que lo sabe". "«Todo se va deprisa», pensé. Algunas cosas desaparecen de repente como si las hubieran cortado. Otras se van difuminando despacio antes de borrarse definitivamente. «Y lo único que queda es el desierto»". "Estaba exhausto. La lluvia empapaba muda los bloques de rascacielos que se erguían silenciosos como lápidas. Dejé el coche aparcado delante del bar y volví a casa andando. A medio camino, me senté en una valla y contemplé un gran cuervo que graznaba posado en un semáforo. A las cuatro de la mañana, la ciudad se veía miserable y sucia. La sombra de la putrefacción y la decadencia lo cubría todo. Y yo era una parte integrante de ella. Como una sombra impresa en la pared". "—(...) Al mudarnos, te envié una postal con mi nueva dirección. ¿No la recibiste? Negué con la cabeza. —De haberla recibido, te habría contestado. ¡Qué raro! Debía de haber algún error. —O quizás es sólo que tenemos mala suerte —dijo Shimamoto—. No hay un error, sino montones. Nuestros caminos se han cruzado una vez tras otra sin que nos encontráramos". "—Durante aquella época pensaba mucho en ti. Siempre pensaba lo maravilloso que sería verte y hablar contigo, aunque fuera sólo una hora. Cuando se lo dije, sonrió. —¿Pensabas mucho en mí? —Sí. —Yo también pensaba en ti —dijo Shimamoto—. Cada vez que sufría. Tú has sido el único amigo que he tenido en toda mi vida". "—¿Podré volver a verte? —Quizá —dijo. Y esbozó una sonrisa. Una sonrisa que parecía una pequeña columna de humo alzándose en silencio un día sin viento. Quizá". "Cuando era pequeño, los días lluviosos solía quedarme inmóvil, sin mover un músculo, contemplando la lluvia. Al mirar la lluvia sin pensar en nada, tienes la sensación de que tu cuerpo se va soltando poco a poco y que te vas separando del mundo real. Quizá la lluvia tenga un poder hipnótico. Como mínimo, eso me parecía entonces". "Me había dicho que yo era su único amigo. Me había dicho que era el único amigo que había tenido en su vida. Y, al oírlo, me había sentido feliz. Había creído que podríamos volver a ser amigos. Tenía tantas cosas que decirle. Quería pedirle su opinión acerca de todo. No importaba que no quisiera contarme nada sobre sí misma. Me bastaba con verla y hablar con ella. Pero no volvió". "Ella no debería haber hablado de aquella forma. Hay palabras que quedan para siempre en el corazón de las personas". "Es talento, sin más. Como en el arte. Existe una línea, hay quien puede cruzarla y hay quien no. Por eso, si encuentras a alguien con talento, trátalo bien para que no se vaya". "—(...) Nadie se sumerge en ninguna aventura esperando resultados mediocres. La gente, pese a tener un chasco nueve de cada diez veces, desea tener al menos una experiencia suprema, aunque sólo sea una vez. Y eso es lo que mueve el mundo. Eso es el arte, supongo". "—Muchas gracias por lo de hoy. —¿Por lo de hoy? —Por llevarme hasta allí. Por haberme hecho beber agua pasándola de tu boca a la mía. Por soportarme. La miré. Sus labios estaban justo frente a mí. Los labios que había besado cuando le daba agua de mi boca. Aquellos labios me requerían de nuevo. Se entreabrían mostrando unos hermosos dientes blancos. Aún recordaba el tacto de la lengua suave que había rozado por un instante cuando le hacía beber agua. Al mirar aquellos labios, experimenté una terrible sensación de asfixia, me vi incapaz de pensar en nada. Sentí cómo me ardía el cuerpo. Pensé que ella me deseaba. Y que yo también la deseaba. Pero me contuve. Tenía que detenerme en aquel punto. Si daba un paso más, ya no podría retroceder. Pero, para detenerme, me fue preciso un gran esfuerzo". "—¿Puedo volver a verte? —me preguntó en voz baja antes de bajar del coche—. ¿Todavía no me odias? —Te estaré esperando. Hasta pronto. Mientras conducía por la avenida Aoyama, pensé que, si no volvía a verla, me volvería loco. En el instante en que ella bajó del coche, mi mundo perdió de golpe todo sentido". "Le acaricié los hombros, el pelo, los pechos. Estaban húmedos, eran cálidos, suaves. Eran reales. Pude sentir la existencia de Yukiko a través de la palma de mi mano. Pero nadie podía decir hasta cuándo seguiría viviendo. Todo cuanto tiene forma puede desaparecer en un instante". "—Mirando la fotografía, habría jurado que eras feliz —dije. Shimamoto negó moviendo lentamente la cabeza. En el rabillo del ojo se le dibujaron unas encantadoras arrugas. Parecía estar recordando alguna escena lejana en el tiempo. —¿Sabes, Hajime? —dijo—. A través de una fotografía no puedes comprender nada. No es más que una sombra. El verdadero yo está en otro sitio. Y eso no sale reflejado en la imagen". "—Oye, Hajime —dijo—, es una lástima, pero hay cosas que no pueden volver atrás. Una vez has dado un paso hacia delante, por más que lo intentes, ya no puedes retroceder. Si se estropean, así se quedan para siempre". "Recordé sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos al suspirar. Su cuerpo suave y exhausto. Entonces ella me quería de verdad. Me había abierto su corazón. Pero yo me había detenido. Me había detenido en aquel mundo sin vida, desierto como la superficie de la luna. Poco después, Shimamoto se había ido y mi vida había vuelto a perderse". "Desde la ventana, se veía el cementerio oscuro y, más abajo, en la carretera, los faros de los coches que pasaban. Con el vaso en la mano, me quedaba contemplando esta escena. Las horas que iban de la medianoche al alba eran largas y duras. A veces pensaba que llorar me produciría alivio. Pero no sabía por qué llorar. No sabía por quién llorar. Era demasiado egoísta para llorar por los demás, demasiado viejo para llorar por mí". "Aquellos niños me recordaron a mis hijas. Tenía muchas ganas de verlas. Me apetecía andar por la calle llevando una en cada brazo tal como solía hacer. Deseaba sentir el calor de sus cuerpos. Al pensar en ellas, me acordé de Shimamoto. Me acordé de sus labios entreabiertos. La imagen de Shimamoto era mucho más potente que la de mis hijas. Cuando empezaba a pensar en ella, me resultaba imposible pensar en nada más". "—Pensaba que no volverías —dije. —Cada vez que me ves dices lo mismo —me respondió ella riendo. Se sentó, como de costumbre, en un taburete a mi lado y posó ambas manos sobre la barra—. Te dejé un mensaje en el que te explicaba que, por una temporada, no podría venir. —Por una temporada —repetí— son palabras cuya duración no puede medir la persona que espera". "—Te quiero. Lo sé con certeza. El amor que siento por ti no lo puede sustituir nada en este mundo —dije—. Es algo muy especial, no quiero volver a perderlo jamás. Has desaparecido algunas veces. Pero eso no puede volver a suceder. Nunca más. No debí dejar que pasara. Fue un error. No debí dejarte marchar. Lo he comprendido durante estos últimos meses. Te quiero de verdad y no puedo soportar una vida sin ti. No quiero que vuelvas a marcharte jamás".
"Para mí, la principal dificultad al escribir una autobiografía es encontrar algo importante que contar. Mi existencia ha sido reservada, poco agitada y nada sobresaliente; y en el mejor de los casos sonaría tristemente monótona y aburrida sobre el papel". "Pero para mí los libros y las leyendas no detentaron el monopolio de la fantasía. En las pintorescas calles y colinas de mi ciudad nativa, donde los tragaluces de las puertas coloniales, los pequeños ventanales y los graciosos campanarios georgianos todavía mantienen vivo el encanto del siglo XVIII, sentía una magia entonces y ahora difícil de explicar". "Nunca escribo si no puedo ser espontáneo: expresando un sentimiento ya existente y que exige cristalización".
"Muchas cosas se harían fácilmente si no fuera por las quiméricas objeciones que a veces los hombres gustan de inventar. Desde la niñez, cuántas veces se nos habrá impedido hacer esto o lo otro, que hubiéramos deseado hacer sencillamente porque oímos decir en torno nuestro: no podrá hacerlo...". "¡Cuán dichosos los hombres si pudiesen ignorar el mal!". "El 5 de Marzo. He marcado esa fecha como la de un nacimiento. Más que una sonrisa fue una transfiguración. De repente sus rasgos se animaron; fue como un súbito clarear, semejante a ese resplandor purpúreo que, en los Altos Alpes, precede a la aurora y hace vibrar la cima nevada a la que perfila, y distingue de la noche; se hubiera dicho una coloración mística; igualmente me hizo pensar en el estanque de Bethsda cuando el ángel desciende y va a despertar al agua durmiente. Sentí una especie de arrebato ante la angelical expresión que Gertude llegó a poner en un momento dado, por que me pareció que aquello que se albergaba en ella, más que la inteligencia, era el amor". "En la choza donde yo la había encontrado nadie se había ocupado de ella de no ser para darle de comer y para ayudarla a no morir, porque no me atrevo a decir: a vivir". "—¿Por qué no cantan los animales? —replicó ella. A veces sus preguntas me sorprendían y me dejaban perplejo durante unos instantes, porque me obligaban a reflexionar sobre cosas que hasta entonces había yo aceptado sin asombro. Y así, por primera vez, hube de considerar que el animal, cuanto más apegado a la tierra, cuanto más pesado, es más triste". "—Los que tienen ojos —dije al fin—, no conocen su felicidad. —Pero yo que no los tengo —exclamó ella inmediatamente—, conozco la felicidad de oír". "—Dígame, pastor, usted no es desgraciado, ¿verdad? Yo llevé su mano a mis labios, como para hacerle sentir, sin confesarlo, que parte de mi felicidad venía de ella, y mientras tanto, respondí: —No, Gertude, no; no soy desgraciado. ¿Cómo habría de serlo? —¿Y sin embargo, algunas veces llora? —He llorado algunas veces". "—¿Puede usted prometerme no intentar engañarme nunca? —Lo prometo. —¡Bueno! Dígame en seguida: ¿soy bonita? —¿Qué te importa saberlo? —le dije en seguida. —Eso —replicó ella—, es cosa mía". "—Un pastor no tiene que preocuparse de la belleza de los rostros, —¿Por qué? —Porque bastante tiene con la belleza de las almas". "Quién permanece fiel en las pequeñas cosas también lo será en las grandes". "¡Ah, qué hermosa sería la vida y qué soportable nuestra miseria si supiéramos contentarnos con los males reales y no prestásemos oídos a los fantasmas y monstruos de nuestro espíritu!". "—El mal nunca está en el amor". "Un verdadero amor no dejaría de mostrar confusión, rubores". "—¿Cree usted que Jacques me ama todavía? —Ha tomado la resolución de renunciar a ti —le contesté inmediatamente. —¿Pero cree que sepa él que usted me ama? —añadió ella". "La he tenido durante largo tiempo estrechada contra mí. No ha hecho el menor ademán para defenderse y al levantar la cara hacia mí, nuestros labios se han encontrado...". "Habría yo querido llorar, pero me sentía el corazón más árido que el desierto".
"—¿Por qué siempre estás mirándome? Tu mirada parece apuñalarme...". "—Sabes, salir no es solo tomarse de las manos. Se trata tanto del cuerpo como del corazón de tu pareja". "Tengo un sentimiento que mi corazón no comprende". "El calor está viniendo desde donde nos tocamos; y gradualmente se esparce".
"—Auch, por ti mi brazo, mi pierna y mi corazón están fracturados". "Si estuviera sola... podría ignorar la realidad". "—Si él te quisiera, estaría a tu lado para protegerte, para cuidarte. ¡Ya has sido rechazada, cierto! —Para ya... —¡Los chicos no besarían a una persona si no les gustara! —Para... —Si yo fuera yo... ¡Si yo fuera yo... yo te protejeria! Elijeme a mí". "Absolutamente, absolutamente, debería decirle. —¡Me gustas! —Lo siento. Eres como mi hermana menor. ¿¡Qué...!? ¿El sentimiento no es mutuo? ¿¡Incluso cuando hemos pasado tanto tiempo juntos!?". "Me gustas. Quería hacerte feliz. Lo siento. Por favor sé feliz".
"—¡Ahí estás! Con los brazos extendidos, casi se podría decir que abiertos de par en par, salió a su encuentro. —¡Ahí estás! —repitió de nuevo, y su voz recorrió esa escala que asciende cada vez más luminosa desde la sorpresa hasta la absoluta felicidad, mientras miraba la figura de la amada, rodeándola de ternura—". "Pensé en telegrafiarte, pensé en ir a tu casa, y ahora, conforme el reloj avanzaba y aún no te veía venir, la idea de que pudiéramos perdernos el uno al otro una vez más me desgarraba por dentro". "—Sí…, ahora ya estoy aquí —sonrió ella, y sus pupilas volvieron a brillar radiantes desde el profundo azul de sus ojos—. Ahora ya estoy aquí y estoy dispuesta. ¿Nos vamos? —¡Sí, vámonos! —repitieron inconscientes sus labios, pero el cuerpo inmóvil no se movió ni un paso, su mirada la abrazaba tiernamente una y otra vez, sin poder creerse que su presencia fuera real". "Sobre ellos, a su derecha y a su izquierda, rechinaban las vías de la estación central de Fráncfort, el hierro y el cristal se estremecían, afilados silbidos cortaban el tumulto del hall lleno de humo, sobre veinte paneles destacaban los horarios de los trenes al minuto, mientras él, en medio de aquel torbellino de gente que pasaba a su lado en aluvión, no la veía más que a ella, como si fuese lo único que existiera, sustraído al tiempo, sustraído al espacio, en un curioso trance en el que la pasión embotaba sus sentidos". "Sin querer, levantó la vista hacia ella para mirarla, y fue entonces cuando descubrió unos ojos cálidos, afectuosos, que esperaban confiados a los suyos". "Y la magia que sintió en aquellos primeros minutos se convirtió en una gracia natural en las semanas y meses siguientes: con discreción y tacto, esa mujer le atraía poco a poco, sin que él la sintiese ejercer presión alguna, al círculo íntimo de la vida doméstica". "Había amado a aquella mujer desde su primer encuentro, pero, a pesar de la irresistible pasión que dominaba sus sentimientos, filtrándose en sus sueños, le faltaba algo decisivo que conmoviera su ser: tomar conciencia de que, al margen de excusas, lo que se empeñaba en ocultarse a sí mismo bajo el nombre de admiración, respeto o afecto, hacía tiempo que se había convertido en puro amor, un amor obsesivo, desatado, ardiente". "Confuso como un muchacho, pendía suspendido del aroma de su presencia, disfrutando cada movimiento como si fuera música, satisfecho de su confianza y con el constante temor de revelar el exacerbado sentimiento que le movía, sentimiento que todavía carecía de nombre, aunque ya hacía tiempo que se había consolidado y traspasaba con su fuego cualquier disfraz". "Pero el amor sólo se confirma de verdad como tal cuando deja de revolverse dolorosamente en el interior de uno, oscuro como un embrión, y es nombrado con los labios y el aliento, cuando se atreve a confesar su existencia. Aunque el sentimiento se obstine en perseverar como crisálida, siempre llega el momento en que el vago capullo eclosiona de repente y se precipita con el doble de violencia desde la altura hasta lo más hondo del corazón sobresaltado". "Y entonces, en aquel instante, atravesó de pronto por su mente, como si fuera un relámpago, un pensamiento completamente olvidado: que aceptar aquel puesto también significaba abandonar esa casa. ¡Dios mío, abandonarla a ella!". "¿Cómo había podido pensar siquiera en separarse de ella, como si él todavía se perteneciera a sí mismo, como si no estuviera cautivo de su existencia con todas las ataduras y raíces del sentimiento?". "Tuvo que apretar la mano contra el pecho, que le palpitaba con fuerza, aunque ya no servía de nada, ya no podía eludir por más tiempo la realidad que su instinto tímido y respetuoso había oscurecido hurtándola a la luz con todo tipo de cautelas: ya no podía vivir sin la presencia de ella". "—Por amor de Dios, ¿qué es lo que le ha ocurrido? —balbuceó, y el tono de su voz, en el que giraba el temor, no dejó de complacer al joven. —Nada, nada —dijo forzándose a recuperar la compostura a toda prisa—, me he quedado pensando y se me ha ido el santo al cielo. Todo este asunto ha venido demasiado rápido. —¿A qué se refiere? ¿Qué asunto? Pero ¡venga, hable usted! —¿Es que no sabe usted nada? ¿No se lo ha comunicado el señor secretario del consejo? —¡No sé nada de nada! —le apremió ella impaciente, casi enloquecida por su mirada huidiza, febril, inquieta—. ¿Qué ha ocurrido? ¡Venga, dígamelo! Entonces, él tensó todos sus músculos para contemplarla con serenidad y sin ruborizarse. —El señor secretario del consejo ha tenido la bondad de encomendarme una tarea elevada y de responsabilidad, y yo la he aceptado. Dentro de diez días parto para México… por dos años. —¡Dos años! ¡Por amor de Dios! —dijo con un terror que le salía de dentro, ardiente, como un tiro, más un grito que una palabra. Y, sin darse cuenta, se cubrió con las manos. Fue inútil que al instante siguiente se esforzara en negar el sentimiento que había exteriorizado; antes de que se diera cuenta de cómo había sucedido, él ya tenía sus manos, crispadas por un miedo cerval, entre las suyas, sus trémulos cuerpos estallaron en llamas y con un interminable beso bebieron hasta saciar la sed y el deseo inconfesado de incontables días y horas". "Ni él la había atraído a sí, ni ella a él; habían ido uno al otro, como arrebatados por una tempestad, uno con otro, uno en otro, precipitándose inconscientes en un abismo insondable, sintiendo al hacerlo una dulce y ardiente impotencia… Aquel sentimiento tanto tiempo contenido se descargó en un solo segundo, inducido por el imán de la casualidad. Y muy lentamente, sólo cuando las grapas que aseguraban sus labios se soltaron, dudando todavía si aquello era verdad, la miró a los ojos, iluminados con una luz extraña en la tierna oscuridad". "Como animales, calientes y ávidos, caían uno sobre otro cuando se encontraban en un pasillo oscuro, detrás de una puerta, en un rincón, entre dos minutos robados; la mano quería sentir a la mano, el labio al labio, la sangre inquieta sentir a su hermana, todo buscaba febrilmente a todo, cada nervio ardía por gozar la sensualidad de un pie, de una mano, de un vestido, de cualquier parte viva de sus cuerpos anhelantes". "Así volvieron a estar uno frente a otro sin intercambiar señas ni palabras; sólo sus miradas se besaban". "Así le sucedió también a ese joven apasionado, antes de que él mismo se diera cuenta, cuando durante semanas, meses y, al final, un año y luego otro más no le llegó ni una sola noticia de ella, ni siquiera unas palabras escritas; su amada no volvió a dar señales de vida, entonces su imagen comenzó a oscurecerse poco a poco hasta caer en un crepúsculo". "Y de su pasado, de aquel encendido ardor de su juventud que había consumido sus noches y sus días haciéndole sufrir, ya sólo quedaba un luminoso resplandor, la luz de una amistad serena, cordial, sin exigencias ni riesgos". "Mientras hablaba, él iba escuchando sus razonamientos, pero en cuanto se calló, viéndola reflexionar arrobada, al bajar pensativa los párpados que hicieron invisibles sus ojos, una pregunta se deslizó rápida como una sombra de pies ligeros a través de él: «¿No son ésos los labios que besaba?». Y cuando lo dejó solo en la habitación un instante para atender una llamada de teléfono, el pasado surgió espontáneamente de todas partes, oprimiéndolo". "—Quédate a comer, Ludwig —dijo con alegre naturalidad. Y el se quedó, se quedó el día entero a su lado, y juntos volvieron la vista atrás, hablando de los años pasados, que sólo entonces, al contarlos aquí, le parecieron verdaderamente reales. Y cuando por fin se despidió besando su mano dulce, maternal, y la puerta se cerró detrás de él, tuvo la impresión de que jamás se había marchado". "Cuando uno se hace mayor, busca su propia juventud y se alegra tontamente al revivir pequeños recuerdos". "—(...) ¡Déjame a mí ese pequeño privilegio! ¡Y qué olvido por mi parte no haberte acompañado inmediatamente a tu habitación! Porque es así, sigue siendo tu habitación. No encontrarás nada cambiado: en esta casa no cambia nada. —Espero que tú tampoco —dijo él intentando bromear, pero al ver la mirada de ella, la suya se volvió sin querer tierna y cálida. Ella se sonrojaba con facilidad. —Uno envejece, pero sigue siendo el mismo". "—¿No es cierto que todo está exactamente igual que antes? —empezó a decir con la firme voluntad de hablar de algo indiferente, ingenuo (aunque su voz temblase como si estuviera empañada), pero él no recogió el complaciente tono de la conversación, al contrario, apretó los dientes. —¡Todo es como antes salvo nosotros, nosotros no! Al oír aquello fue como si le soltaran un mordisco. Se dio la vuelta asustada. —¿Cómo dices eso, Ludwig? Pero ella no encontró su mirada, pues sus ojos no recogían ya los suyos, sino que miraban absortos, mudos y ardientes a la vez, a sus labios, a los labios que no había tocado desde hacía años y años y que, sin embargo, en otro tiempo ardían sobre su carne, esos labios que había sentido retraídos y húmedos como una fruta". "—Deja eso, Ludwig… Eso son cosas antiguas, no las toquemos. ¿Dónde han quedado esos tiempos? —Esos tiempos han quedado dentro de nosotros —respondió firmemente—, en nuestra voluntad. He esperado nueve años mordiéndome los labios. Pero no he olvidado nada". "—¿Y quieres…? —tuvo que tomar aliento para que la frase no desfalleciera —, ¿quieres consumarlo? El rubor saltó de nuevo a su rostro flotando hasta la raíz de sus cabellos. Ella se acercó a él para apaciguarlo: —¡Ludwig, recapacita! Decías que no has olvidado nada, pero no olvides que ya casi soy una anciana. Con el cabello gris uno ya no puede pedir nada más, porque tampoco tiene nada que dar. Te lo suplico, lo pasado pasado está, déjalo así". "—Estás evitándome —dijo apremiándola—, pero he esperado demasiado tiempo; te pregunto: ¿te acuerdas de tu promesa? La voz de ella temblaba a cada palabra. —¿Por qué me lo preguntas si ya no tiene ningún sentido lo que te diga ahora que es demasiado tarde? Pero ya que me lo pides, te responderé. Jamás habría podido negarte nada, siempre te he pertenecido, desde el día en que te conocí". "—Deberíamos llegar enseguida —comentó ella como si lo dijera para sí misma. —Sí —suspiró él profundamente—, ya está durando mucho. Ni él mismo sabía si estas palabras lanzadas al aire con ansiedad se referían al viaje o a los largos años que habían pasado hasta llegar a este punto, a esta hora: una total confusión entre sueño y realidad atravesaba sus sentimientos". "—¡Qué locura! —balbució sorprendido sintiendo vértigo—. ¡Qué locura! ¿Qué quieren? ¿Otra guerra, otra guerra? ¿Otra guerra como la que había hecho pedazos su vida entera?". "Sólo quería marcharse, estar a solas con ella, con ella únicamente, cubierto por una bóveda de oscuridad, por un tejado, sentir su aliento por primera vez en diez años sin ser vigilado, mirar sus ojos sin ser molestado, disfrutar hasta el final de ese encuentro a solas que se había prometido en incontables sueños y que había estado a punto de llevarse consigo esa ola humana que giraba en remolino, atropellándose una y otra vez entre gritos y pasos". "—¿Te acuerdas? Era un domingo —dijo sin querer en voz alta y ella, que evidentemente daba vueltas en su interior al mismo recuerdo, respondió en voz baja: —No he olvidado nada de lo que hice contigo". "En el viejo parque gélido y nevado, dos sombras buscan su pasado". "¿Acaso no eran ellos mismos esas sombras que buscaban su pasado dirigiendo absurdas preguntas a un entonces que ya no era real? Sombras, sombras que querían convertirse en algo vivo y que no lo lograban".
"Ahora me doy cuenta de que yo tenía, en cierto sentido, ha estado durmiendo durante todos esos años y sólo soñando que estaba despierto hasta que conocí a Sócrates, que llegó a ser mi mentor y amigo". "La vida no es un asunto privado. Una historia y sus lecciones se hacen solamente útil si son compartida". "Luchamos por la virtud espléndido, para el esfuerzo alto, porque la sabiduría sublime, por lo tanto, nos llamamos guerreros". "—Así que soy un tonto, ¿eh? —le dije en tono aún más beligerante de lo que había previsto. —Todos somos tontos juntos respondió. —Es sólo que unas pocas personas lo saben; otros no. Usted parece ser uno de los últimos tipos". "—Por favor, dime, ¿cómo llegaste hasta el techo tan rápido? Estoy muy perplejo. Él me devolvió la llave, diciendo: —El mundo es un rompecabezas, sin necesidad de hacer sentido fuera de él". "—Mi nombre es Dan,—dije, extendiendo la mano para estrecharle la mano, sonriendo sin sinceridad.— ¿Cuál es le tuyo? Colocó un destornillador en la mano extendida. —Mi nombre no importa; ni el tuyo. Lo que es importante es lo que está más allá de nombres y más allá de las preguntas". "—El mundo está allá afuera —dijo, agitando su brazo sobre el horizonte—, es una escuela, Dan. La vida es el único maestro verdadero. Cuenta con muchas experiencias, y si experimentar solo trajo sabiduría y plenitud, entonces las personas de edad avanzada haría todo para ser feliz". "Una vez dentro, nos quedamos en la oscuridad total. Empecé a tiempo, pero luego el miedo dio paso a la anticipación entusiasta. Estaba a punto de conocer mi verdadero secreto primero: el cuerpo sabiduría. Las luces se encendieron. Estábamos en un cuarto de baño y Sócrates estaba meando en voz alta la taza del inodoro. —Esto —dijo con orgullo —es la sabiduría del cuerpo. Su risa se hizo eco en las paredes de azulejo". "—Muy bien. Pero todavía no has contestado a mi pregunta acerca de dónde que eres. —Sí, lo hize, ¿te acuerdas? Te dije cómo llegué a donde estoy hoy por el trabajo duro. —¿Dónde estás? —¿Qué quieres decir con dónde estoy? —¿Dónde estás? —repitió en voz baja. —Yo estoy aquí. —¿Dónde está aquí? —¡En esta oficina, en esta estación de servicio! —Yo estaba impaciente con este juego. —¿Dónde está la estación de gasolina? —En Berkeley. —¿Dónde está Berkeley? —En California. —¿Dónde está California? —En los Estados Unidos. —¿Dónde está los Estados Unidos? —En una masa de tierra, uno de los continentes en el occidental. Hemisferio Sócrates, yo. . . —¿Dónde están los continentes? Suspiré. —En la tierra. —¿Dónde está la tierra? —En el sistema solar, tercer planeta desde el sol. El sol es una estrella pequeña en la Milky Way galaxia, ¿de acuerdo? —¿Dónde está la Vía Láctea? —Oh, hermano —suspiré con impaciencia, enturbiando los ojos— En el Universo. Me senté de espalda y cruze los brazos con firmeza. —¿Y dónde —Sócrates sonrió—, es el Universo? —El Universo es, bueno, hay teorías acerca de cómo es en forma de ... —Eso no es lo que pregunté. ¿Dónde está? —No sé, ¿cómo puedo contestar a eso? —Ese es el punto. Tú no puede responder, y nunca lo harás. Tú eres un ignorante de que el Universo es, por tanto, donde se son. De hecho, tú no tienes conocimiento de dónde están las cosas, ni sabes lo que cualquier cosa es o cómo llegó a ser. Es un misterio". "—Mi ignorancia, Dan, se basa en este entendimiento. Su comprensión se basa en la ignorancia. Soy un tonto chistoso, tú eres un imbécil grave". "—Dan, tengo lugares para mostrarte y cuentos que contar. Tengo secretos que revelar. Pero antes de comenzar este viaje juntos, debes entender que un secreto de valor no está en lo que sabe, sino lo que haces con lo que sabes". "Soc tomó un diccionario antiguo del cajón y lo sostuvo en el aire. —Utilizar todos los conocimientos que tienes, pero ver sus limitaciones. Conocimiento por sí solo no es suficiente, no tiene corazón. Ninguna cantidad de conocimiento se nutren o mantiene su espíritu, nunca puede traer felicidad o la paz definitiva. La vida requiere más que el conocimiento, sino que requiere sensación intensa y constante de energía. La vida exige la acción correcta si el conocimiento es volver a la vida". "—Yo sé que, Soc. —Ese es tu problema. Sabes pero no actúas. No eres un guerrero." "—Para ver a dónde lleva algo, lo mejor es esperar hasta que llegue al final". "—¿Quieres decir que vas a enseñarme a saltar sobre el techo? —Le pregunté. —Tal vez sí, no. Quizás cada uno de nosotros tiene sus propios talentos únicos. Tú puedes aprender a saltar sobre los tejados —sonrió". "Cuando le pregunté por qué estaba tan interesado en los detalles de mi vida, él dijo: —Tengo que entender tus ilusiones personales para comprender el alcance de tu enfermedad. Vamos a tener que limpiar su mente antes de que la puerta a la vía del guerrero puedas abrir ". "—Me pregunto ¿qué tan profundo el arroyo es hoy? Casualmente comentó, mirando distraídamente hacia abajo en las impetuosas aguas. Lo siguiente que supe es que me caí en el agua revuelta, marrón fangoso. ¡Él me había arrojado desde el puente! —Bueno, ¿qué tan profundo es? —En el fondo lo suficiente— farfullé, arrastrándome con las ropas empapados hasta la orilla". "Una noche, cometí el error de quejarme de cómo la gente en la escuela simplemente no parecen actuar de manera muy amigable hacia mí. Suavemente, él dijo: Es mejor para usted tomar la responsabilidad de tu vida tal como es, en lugar de culpar a los demás o las circunstancias, por su situación. A medida que sus ojos estén abiertos, verás que su estado de salud, felicidad, y todas las circunstancias de su vida ha sido, en gran medida, organizado por el usuario consciente o inconscientemente. —No sé lo que quieres decir, pero no creo que estoy de acuerdo con eso". "A medida que comía, Sócrates dijo: "Cuando usted se convierte en plenamente responsable de su vida, puede llegar a ser plenamente humano, una vez que usted se convierte en humano, usted puede descubrir lo que significa ser un guerrero". "Empezó a hablar, pero le interrumpí. —Y otra cosa. Siempre he creído que tenemos que encontrar nuestro propio camino en la vida. Nadie puede decir a otro cómo vivir." "—¿Por qué me llamas Jack, hace un rato?" —Abreviatura de burro —dijo él". "Por primera vez, me di cuenta por qué me gustaba tanto la gimnasia. Me dio un respiro bendito de mi mente ruidosa. Cuando me balanceo y hago saltos mortales, nada más importaba. Cuando mi cuerpo estaba activo, mi mente descansaba en los momentos de silencio". "—Si no consigues lo que quieres, sufres, incluso cuando se obtiene exactamente lo que quiere, que siguen sufriendo porque no puede aferrarse a él para siempre su mente es su situación. Quiere ser libre de cambio, libre de dolor, libre de las obligaciones de la vida y la muerte. Pero el cambio es una ley, y ninguna cantidad de pretender que va a alterar la realidad". "—Sócrates, que realmente puede ser deprimente, ¿lo sabías? Ni siquiera creo que tengo hambre. Si la vida no es más que sufrimiento, entonces ¿por qué molestarse en absoluto?" —La vida no es sufrimiento, es sólo que lo va a sufrir, en lugar de disfrutar de ella, hasta que dejes ir los apegos de tu mente e ir a por el paseo libremente, pase lo que pase".
"La conciencia no es la mente;... Conciencia no es la mente, la atención no es la mente. La mente es un obstáculo, una provocación. Es un tipo de error evolutivo en el ser humano, una debilidad principal en el experimento humano. No tengo ningún uso para la mente". "—Soc —continué— ¿Debo cortarme la cabeza para librarse de mi mente? Sonriendo, dijo: —Esa es una cura, pero tiene efectos secundarios indeseables. El cerebro puede ser una herramienta. Puede recordar números de teléfonos, resolver puzles matemáticos, o crear poesía. De esta manera, se trabaja para el resto del cuerpo, como un tractor. Pero cuando no se puede dejar de pensar en ese problema de matemáticas o números de teléfonos, o cuando los pensamientos inquietantes y recuerdos surgen sin su intención, no está su cerebro en funcionamiento, pero su mente errante. Entonces la mente que controla, a continuación, el tractor se ha vuelto salvaje ". "—Para realmente conseguirlo, debe observarse a sí mismo para ver lo que quiero decir. Usted tiene una burbuja de pensamiento de ira y se enoja. Ocurre lo mismo con todas sus emociones. Son tus respuestas instintivas a los pensamientos que puedas controlar. Sus pensamientos son como monos salvajes picado por un escorpión. " —Sócrates, creo que ... —¡Piensas demasiado!". "Mi enorme que finalmente han captado su atención. Sócrates dijo: "Dan, ésta es Alegría". De inmediato, me sentía atraído por ella. Sus ojos brillaban más de una sonrisa dulce y un poco travieso. —¿Es la alegría de su nombre o una descripción de su estado de ánimo?—Pregunté, tratando de ser inteligente. —Ambos —respondió ella". "—Ella sólo te llevará por el camino de rosas —sonrió, soltando mi nariz— Aun el necio joven en la agonía del amor no puede dejar de ver cómo su mente crea a la vez sus decepciones y sus alegrías —Una excelente elección de las palabras —le dije, perdiéndome en los ojos de Joy". "Alegremente, Sócrates continuó. —Ya te he dicho que tu atención compulsiva a los estados de ánimo de la mente y los impulsos es un error básico. Si persiste, te vas a quedar y no puedo imaginar un destino peor". "—Sí, señor Millman —dijo ella con la voz brillante, profesional amable de secretario de un psiquiatra. —El médico tiene una abertura de una semana a partir de este martes a las 13:00. —¿No hay nada antes? —Me temo que no —Voy a suicidarme antes de una semana a partir de este martes, señora. —¿Puedes venir esta tarde?". "—Está bien, Don, supongo que es tu vida. De todos modos, el 99 por ciento de las personas en el mundo se matan". —¿Qué diablos se supone que significa eso? —dije. —Bueno, yo te lo diré. La forma en que la mayoría de las personas viven los mata, ¿ya sabes lo que quiero decir, Don? Pueden tener treinta o cuarenta años a suicidarse por fumar o beber o comer en exceso o el estrés, pero se matan sólo el mismo ". "Di un paso fuera de la puerta y abrió el sobre. En un pedazo de papel sin revestimiento estaba escrito: "La ira es más fuerte que el miedo, el dolor más fuerte que su espíritu está creciendo Estás listo para la espada. Sócrates..." "Cuando la mente se resiste a la vida, surgen los pensamientos. Cuando algo está en conflicto con la creencia, la agitación se establezca. El pensamiento es una reacción inconsciente a la vida". "—¿Y tu mente funciona de manera diferente? —Mi mente es como un estanque sin ondulaciones. Tu mente, por el contrario, está llena de las olas porque te sientes separado y amenazó a menudo por un acontecimiento no planeado, no deseado. Tu mente es como un estanque en el que alguien acaba de caer". "Él sonrió y habló. —El silencio es el arte del guerrero y la meditación es la espada, es el arma fundamental que usará para cortar a través de tus ilusiones Pero entiende esto: la utilidad de la espada depende del espadachín. No sabemos todavía cómo utilizar el arma, por lo que puede llegar a ser una herramienta peligrosa, engañosa, o inútil en sus manos. "Luego tomó una botella pequeña de líquido amarillo en el que flotaban hierbas y los puso en mi pierna derecha, directamente sobre la cicatriz. —¿Qué es esa cosa amarilla en la botella, Soc? —Orina con algunas hierbas". —¡Orina! —grite, mientras tire mi pierna lejos de él con disgusto. —No seas tonto —dijo, agarrando mi pierna. —La orina es un elixir muy respetado en las antiguas tradiciones curativas". "—A veces me asustas, Sócrates." —La gente superior se celebran siempre en el miedo y pavor —sonrió—. De alguna manera eres superior, también, Dan, al menos por fuera te ves como un guerrero". "—¡Ayuda! —¿Sí? —dijo la enfermera entrando a la habitación. —No lo puedo entender, enfermera. Creo que estoy teniendo problemas del corazón. Cada vez que pasan, mi pulso se vuelve erótico. —¿No querrás decir errático? —Oh, lo que sea. —Parece que estás listo para ir a casa —dijo sonriendo". "—¿Entonces el guerrero nunca siente las emociones perturbadoras normales? —En cierto sentido, eso es verdad. Pero las emociones son una capacidad natural del ser humano, una forma de expresión". "—El placer que obtiene al comer, Dan, se limita al sabor de la comida y la sensación de un estómago lleno Tienes que aprender a disfrutar de todo el proceso". "—Sócrates, tengo hambre. —Nunca dije que la formación de un guerrero sería un pedazo de pastel".
"La felicidad es un tanque lleno". "—Si usted tiene suficiente dinero para satisfacer sus deseos, Dan, eres rico, pero hay dos maneras de ser rico:. Usted puede ganar, heredar, pedir prestado, mendigar o robar el dinero suficiente para satisfacer los deseos caros, o bien, usted puede cultivar un estilo de vida simple de pocos deseos, de esta manera usted siempre tiene dinero más que suficiente. Sólo el guerrero tiene el conocimiento y la disciplina necesaria para hacer uso de esta segunda manera". "El secreto de la felicidad que se ve no se encuentra en la búsqueda de más, pero en el desarrollo de la capacidad de disfrutar de menos" "—Sólo quiero asegurarme de que tengo su atención para esta siguiente parte. ¿Qué hora es?" —Um, 2:35. —¡Incorrecto! El tiempo siempre ha sido, es y será siempre ahora es el momento, ahora es el momento ¿está claro? —Bueno, sí, está claro". "—¿Qué hora es? —Ahora. —¿Y dónde estamos? —Aquí. No dijo nada más, y yo tenía ganas de hablar, así que le dije acerca de mis nuevos sentimientos de libertad, mis planes para el futuro. —¿Qué hora es? —Preguntó. —Ahora —suspiré—. Usted no tiene que mantener... —¿Dónde estamos? —Aquí, pero... —Escúchame —me interrumpió él—. Quédate en el presente. Usted no puede hacer nada para cambiar el pasado y el futuro nunca llegará exactamente al planear o esperar. Nunca ha habido guerreros del pasado, ni lo será las futuras. El guerrero está aquí, ahora. Su tristeza, el miedo y la ira, el arrepentimiento y la culpa, la envidia y los planes y los antojos de vivir sólo está en el pasado o en el futuro ". "—Mantén tu atención en el momento presente, Dan, y serás libre de pensamiento. Cuando los pensamientos toque la presente, se disuelven". "—Esa fue una buena lección —dijo estirandose suavemente. —¡Una lección! Usted tuvo un ataque al corazón y fue una lección poco agradable para mí. ¿Así es como lo ves? —Sí. Y espero hacer un buen uso de ella". "—Sócrates, háblame de amor. Quiero entenderlo. Él se rió en voz baja. —No es algo que debe ser entendido, sino que sólo se puede sentir. —Bueno, entonces, ¿qué sientes? —¿Lo ves? —dijo— Uno quiere convertirlo en un concepto mental. Olvídate se y siente". "—Un guerrero no es algo que usted hace, Dan. Esto es algo que se está, en este momento, o algo que no lo son. El Camino se crea el guerrero. Y ahora me tienes que olvidar por completo. Ve, y vuelve radiante. " "—No tengo nada que ofrecerte, Sócrates todavía estoy perdido. No más cerca de la puerta de lo que era cuando nos conocimos te he fallado, y la vida me ha fallado. La vida me ha roto el corazón.". "Yo era niño somnoliento. A medida que mis ojos cerrados, me dijo en voz baja: Pero Sócrates, algunas cosas y las personas son muy difíciles de amar, sino que parece imposible estar siempre feliz. —Sin embargo, Dan, que es lo que significa ser un guerrero. No te estoy diciendo cómo ser feliz, ya ves, sólo estoy diciendo que seas feliz. Con estas últimas palabras, me dormí". "—Todos los pueblos del mundo, Dan, se encuentran atrapados dentro de la cueva de sus propias mentes. Sólo los pocos guerreros que ven la luz, que cortan libre, entregan todo, se puede reír a la eternidad. Y tú también, mi amigo." "La vida y la práctica del guerrero pacífico es la acción del ser útiles a los demás. A los ojos del Espíritu, las pequeñas cosas cuentan. Lo que das, recibes. Si lo hace, la inteligencia y usted puede hacer cualquier cosa cuando encuentre el corazón por ella, y el coraje". "Por supuesto que cometemos errores, es la manera de aprender. Estamos todos en la formación. La vida puede ser difícil, qué oportunidad. La luz nos molestará cuando nos sentimos cómodos, y consolarnos cuando estamos perturbados. Nos dirigimos hacia el Espíritu ayuda cuando nuestros cimientos tiemblan, sólo para descubrir que es el Espíritu quien les está temblando".